Méndez exige "una reforma empresarial, no laboral"

La gravedad de la crisis y las negras perspectivas de pérdidas de empleo marcaron la senda de los oradores que acompañaron a Zapatero en el mitin de Rodiezmo. Todos ellos -especialmente el secretario de UGT, Cándido Méndez; el ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra y el secretario general del SOMA-UGT, José Manuel Fernández Villa- coincidieron en responsabilizar a los poderes financieros de la crisis, en su escepticismo de que tras la misma existan medidas regulatorias para impedir otra y en culpar a la CEOE de la ruptura del diálogo social en España.
El líder de UGT tuvo la intervención más contundente. "Lo que hace falta en España no es una reforma laboral sino empresarial" en la que el ajuste de las empresas no sea despedir a los trabajadores, enfatizó.
Méndez abogó por la recuperación del diálogo social por parte de los empresarios para llevar adelante una reforma empresarial, al hilo de la futura Ley de Economía Sostenible. Apostó por una salida de la crisis que lleve aparejada calidad en el empleo, inversión y productividad. Tras culpar a la CEOE de la ruptura del diálogo con los sindicatos y el Gobierno por pretender una reforma laboral que "abarataba el despido" denunció una cultura empresarial española que "cuenta con los salarios más bajos, con empresas que no invierten, con unas cargas sociales de las más bajas y con unos impuestos de los más bajos".
Actuación solidaria
Cándido Méndez hizo un elogio de la política social del Gobierno de Zapatero frente a la recesión. "A diferencia de otras crisis, el Gobierno la está afrontando de forma solidaria", dijo tras poner como ejemplo la decisión de ampliar la protección social a los desempleados en 420 euros mensuales durante seis meses.
El elogio de Méndez fue respondido por Zapatero momentos después al enfatizar en la responsabilidad de los sindicatos ante la crisis por frenar la conflictividad social. El presidente se comprometió a proseguir la negociación con los sindicatos en los próximos meses, con voluntad de llegar a acuerdos.
Alfonso Guerra también criticó la actitud de la patronal por su ruptura del diálogo social y extendió sus críticas al PP. No faltó una referencia a la denuncia de este partido al Gobierno por las presuntas escuchas ilegales. "Vaya cinismo. Doña Esperanza [Aguirre] espiándoles y ellos dicen que ha sido el Gobierno de España. Si los ladrones son del PP y se les persigue judicialmente, dicen que es la Inquisición".
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