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El Movimiento 15-M mantiene el pulso ante el veto a las manifestaciones

Los impulsores de la movilización acuerdan seguir durante la jornada de reflexión

El Movimiento 15-M, ¡Democracia Real YA!, Toma la Plaza o cualquier otro nombre que adopte en el futuro mantiene el pulso hasta el final. Ayer, sin esperar a que la Junta Electoral Central, reunida en el Congreso de los Diputados, a pocos metros de distancia de la Puerta del Sol, dictaminara sobre la legalidad de sus concentraciones, una asamblea multitudinaria y bulliciosa decidió por aclamación, con aplausos y agitar de manos en el aire, convocar una manifestación para mañana, en plena jornada de reflexión, a pocas horas de la apertura de las urnas y, por tanto, en el momento más delicado del proceso electoral.

"No somos apolíticos, somos apartidistas", proclamó uno de sus portavoces. El movimiento, dirigido por universitarios y jóvenes en paro o con empleo precario, al que han ido sumándose personas de todas las edades, no oculta que quiere influir en el rumbo político que tome España a partir del domingo, pero, asesorado por su gabinete legal y para evitar la acusación de violentar a los electores, anunció que no pedirá el voto para ningún partido. Ni siquiera el voto nulo o en blanco, como propugnan muchos de sus miembros.

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En la acampada que ayer iba extendiéndose palmo a palmo por la plaza más emblemática de Madrid había abstencionistas activos y partidarios de ejercer su derecho al voto. Lo que les unía era su rechazo a los partidos mayoritarios y a su forma de entender la política. Incluso se negaron a aceptar la ayuda que les ofrecieron los sindicatos.

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Conscientes de la indefinición de la que se les acusa, los jóvenes empezaron a esbozar un programa político, tan ambicioso como heterogéneo, en el que cabían desde la derogación de la reforma laboral y de las pensiones, hasta el cierre de las centrales nucleares o la supresión del Fondo Monetario Internacional. Paradójicamente, las demandas que parecían suscitar más consenso entre unos jóvenes de los que se presume su indiferencia hacia la política, eran las relacionadas con la reforma de la ley electoral o la expulsión de los imputados de las candidaturas. Para dar continuidad a un movimiento que hasta ahora ha situado su horizonte temporal en el 22 de mayo, sus portavoces anunciaron que recogerán 500.000 firmas y llevarán al Parlamento una iniciativa legislativa popular sobre participación ciudadana en la política.

A lo largo de la jornada, la Puerta del Sol fue una mezcla de asamblea de facultad, acampada de festival de rock y plató de televisión. "El mundo nos mira", se decían unos a otros, mientras contemplaban con orgullo fotocopias de la primera página de The Washington Post, con una imagen panorámica de la concentración de Madrid. Miles de personas se acercaron al campamento improvisado, muchas por simpatía con sus demandas y otras movidas por la curiosidad de ver con sus ojos un fenómeno del que hablan todos los medios de comunicación.

A pesar de que todo el centro de la plaza está empapelado con carteles y pegatinas, es difícil encontrar alguna de un partido político o sindicato, ni siquiera de los grupúsculos que se hacen ver en las movilizaciones de la izquierda española.

Pese a su carácter aparentemente espontáneo y asambleario, el movimiento hace gala de una envidiable capacidad organizativa y un férreo sentido de la disciplina. Se aplica a rajatabla la ley seca, para evitar que la acampada acabe convertida en un macrobotellón, y se ha puesto en marcha un servicio de "cuidadores", eufemismo referido a quienes se ocupan de garantizar el orden y la limpieza. Recelosos de cualquier protagonismo personal, el movimiento tiene 36 portavoces que se turnan entre sí para que ninguno lo capitalice ante la opinión pública. Tanto ese rasgo como otros parecen heredados de la vieja tradición anarquista; quizá por eso, uno de los pocos rostros conocidos que ayer podía verse en la asamblea callejera era el del filósofo Agustín García Calvo.

Víctima de su éxito, la página web de ¡Democracia Real YA! colapsó ayer. Pero la protesta ha saltado del espacio virtual a las calles de más de 50 ciudades españolas -Barcelona y Granada entre las más numerosas, después de Madrid- y de una docena larga de capitales extranjeras.

Mientras los jóvenes que participan en el movimiento tratan de concretar qué es lo quieren, los partidos políticos tradicionales no parecen muy seguros de qué hacer con ellos.

En declaraciones a Telecinco, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se refirió por primera vez a las movilizaciones. "Hay que escuchar, hay que ser sensibles, porque hay razones para que expresen ese descontento y esa crítica", afirmó.

Por su parte, el vicepresidente y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, aseguró que la policía busca "resolver los problemas y no crear más", cuando se le preguntó por una intervención policial para desalojar por segunda vez a los concentrados en la Puerta del Sol. Rubalcaba sabe que nada aglutina y radicaliza tanto a un movimiento como que haya víctimas en sus filas. En la asamblea de ayer la propuesta más aplaudida fue la que reclamaba solidaridad con los detenidos tras los disturbios del domingo.

"Si la policía viene a echarnos, nos iremos tranquilamente y volveremos a la mañana siguiente", afirmó un portavoz. Por si acaso, se acordó crear una caja de resistencia para eventuales fianzas.

Aspecto de la concentración, ayer, en la Puerta del Sol de Madrid.
Aspecto de la concentración, ayer, en la Puerta del Sol de Madrid.SAMUEL SÁNCHEZ

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