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Lucha contra la piratería en el Índico

Occidente elige a Kenia para juzgar a los bandidos

A la sombra de Puerto Jesús, un fuerte portugués del siglo XVI que pertenece a la época de los tratantes de esclavos y los bucaneros, está la oficina del primer abogado que se dedica a defender piratas en Kenia. Estos días, Francis Kadima está muy ocupado; son cada vez más los países que entregan al tribunal de Mombasa los corsarios apresados por sus barcos de guerra.

Kenia se va a convertir en una pieza importante en la persecución internacional de la piratería marítima. EE UU y la UE han firmado un convenio con las autoridades kenianas para que el tribunal de Mombasa juzgue estos delitos. A cambio, Kenia recibirá ayuda para mejorar su sistema judicial.

"Las leyes contra la piratería son cien por cien claras", afirma Kenneth Randall, director de la Escuela de Leyes de la Universidad de Alabama y experto internacional. "Cualquier país puede detenerlos y juzgarlos". Pero cuando se lleva a los piratas ante el juez surgen dificultades prácticas: el envío de las citaciones a los testigos, muchos de ellos marineros sin dirección fija. O encontrar un traductor de somalí en Mumbai o Amsterdam. Por ello, muchos de los afectados por la piratería se muestran recelosos de aceptar casos en sus tribunales. Más de tres docenas de supuestos delincuentes somalíes están encerrados en Shimo la Tewa, la decrépita prisión de Mombasa, a pocos kilómetros de los hoteles de lujo para turistas occidentales.

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El paso de 20.000 navíos

Los piratas somalíes secuestraron en 2008 más de 40 barcos y obtuvieron decenas de millones en los rescates. Por el golfo de Adén que une el Mediterráneo y el océano Índico navegan más de 20.000 navíos cada año.

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Antti Lehmusjarvi, un asesor legal de la UE que ha estado en el tribunal de Mombasa, asegura que Kenia es la mejor solución. "Obviamente, necesitan ayuda, pero aquí existe la ley y en Somalia no hay un marco legal", ni Estado. Son muchas las voces que reclaman un Tribunal Penal Internacional dedicado a la piratería con sede en Kenia. El problema del Gobierno de Nairobi es que el caos de Somalia, con sus milicias Al Shabab vinculadas a Al Qaeda, según EE UU, está al otro lado de su frontera.

El letrado Kadima, que fue juez, advierte de que su país no ha ratificado aún las convenciones marítimas internacionales y que los recientes acuerdos con Estados Unidos y la UE carecen de validez si no son aprobados por el Parlamento de Nairobi. "Uno no puede ir por ahí fabricando leyes, como sabe. Existe un proceso que hay que seguir".

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