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El industrial Paesa, procesado por colaboración con los GAL al presionar a una testigo

El juez Baltasar Garzón declaró ayer el procesamiento del industrial Francisco Paesa, amigo de los policías José Amedo y Michel Domínguez, por los delitos de colaboración con la banda terrorista GAL, obstrucción a la Justicia y uso público de nombre supuesto. Paesa presionó a María Ángeles Balsategui, Blanca, ex amante de Domínguez, para que cometiera perjurio en favor de los agentes procesados. Tanto el fiscal Ignacio Gordillo como el abogado de la acusación Femando Salas mostraron su satisfacción por la decisión adoptada.

El magistrado ha ratificado la prisión incondicional decretada contra Paesa el pasado 1 de diciembre, así como las órdenes de busca y captura dictadas contra él, pues se encuentra en paradero desconocido. También ha fijado una fianza de 300.000 pesetas para hacer frente a las responsabilidades civiles que pudieran declararse.

Dinero y presiones

Según el auto de procesamiento, Francisco Paesa, utilizando el nombre de Alberto Seoane y por encargo de personas relacionadas con Amedo y Domínguez, llamó por teléfono a Balsategui el 26 de octubre de 1988 a su domicilio de Vitoria. La joven estaba citada a declarar como testigo en el sumario de los GAL, aunque en aquellas fechas ese detalle no era conocido porque se había declarado el secreto parcial del sumario. Paesa le dijo que llamaba de parte de Domínguez y que procurara estar el día 28 en la prisión de Guadalajara para entrevistarse con los policías procesados.El 27 de octubre, Paesa telefoneó nuevamente a Blanca y le informó que tenía habitación reservada en el Gran Hotel Velázquez de Madrid y que en el buzón de su casa encontraría un sobre con 50.000 pesetas para costear sus gastos de desplazamiento. La joven recogió el dinero y siguió exactamente las instrucciones de Paesa, visitando a los policías en la prisión. El día 28, el industrial informó a Blanca que venía de parte del Ministerio y que había hablado con el ministro, especificándole que todo cuanto pidiera le sería concedido, siempre que desapareciera de Vitoria durante un tiempo y declarara ante el juez lo que Amedo y Domínguez le habían dicho. Paesa conocía lo que se había hablado en la prisión a través de una nota manuscrita que había recogido en el Ministerio. Además, insistió en que él se había prestado a desempeñar la misión porque "el Gobierno estaba en juego".

El día 30, Paesa se presentó en el hotel para que la joven le explicase por qué no había comparecido a la cita del día anterior. Ésta,, que había declarado ante el juez todo lo ocurrido y las presiones de que estaba siendo objeto, mintió al industrial, al que le dijo que había seguido las instrucciones recibidas.

Desde la denuncia de Balsategui, inspectores adscritos al sumario realizaron labores de vigilancia sobre Paesa, pero no pudo ser detenido.

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El procesado pidió a Blanca que mantuviera la misma actitud ante una nueva citación del juez y le facilitó un número de teléfono donde tendría que llamar para informarle. Paesa, en su Jaguar Sovereing, matrícula M-0949HI), se marchó hasta las inmediaciones del Ministerio del Interior, donde el coche estuvo aparcado largo rato, después de que el industrial se acercara a la puerta del edificio.

Paesa, finalmente proporcionó nuevas instrucciones a la joven, le pagó el hotel y le entregó otras 75.000 pesetas.

Obstrucción torticera

El juez estima que hay indicios de colaboración con elementos terroristas de los GAL en la conducta de Paesa, porque éste actuó por encargo de los procesados como integrantes de los GAL o de personas vinculadas al grupo "para obtener que una testigo importante, gracias a la presión moral ejercida sobre la misma, mintiera ante la autoridad judicial, impidiendo u obstaculizando de esta forma torticera la investigación sumarial". En el escrito se precisa que, por esos mismos motivos, los hechos podrían constituir un delito de obstrucción a la justicia.El abogado Fernando Salas destacó que el procesamiento de Paesa es interesante, no tanto por el industrial en sí, sino porque confirma la importancia de las declaraciones de Balsategui.

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