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El proceso por la rebelión militar del 23 de febrero

El general Juste se declara no responsable de órdenes que se hubieran dado sin su conocimiento

El general José Juste, jefe de la División Acorazada Brunete número 1 el 23 de febrero de 1981, manifestó en su declaración sumarial que asumía la retención de la tropa de la DAC a las 17.55 horas de la tarde de aquel día, y las misiones posteriormente asignadas, pero no las órdenes que él no hubiera dado o se dieran sin su conocimiento. La sesión de la tarde del juicio por los hechos del 23-F se inició con la lectura, a petición del fiscal, de la segunda declaración del capitán Juan Batista, destinado durante el 23-F en el Estado Mayor de la División Acorazada Brunete número 1. Este capitán manifestó que tras el reparto de misiones en la División, pidió autorización para dirigirse a la emisora La Voz de Madrid, aunque reconoció que al llegar allí recibió la contraorden y regresó a su unidad.Sin embargo, siempre según su relato, tras la cena pidió de nuevo autorización para dirigirse a aquella emisora con objeto de obtener información directa de lo que estaba ocurriendo, puesto que en la Acorazada solamente se estaban siguiendo los sucesos a través de unos transistores. Batista indica que se trasladó a La Voz de Madrid desarmado y con una escudra de escolta.

Durante el tiempo que permaneció en la emisora estuvo en la sala de comunicaciones, mientras que la escuadra de escolta se situó parte en la puerta de acceso al edificio y parte junto a él. Batista, que reconoce que no se trataba de un ocupación y que el personal de la emisora pudo circular libremente durante su permanencia en los estudios, indica que el capitán Francisco Dusmet, también de la Acoraza y que acompañó al comandante Pardo al interior del Congreso, llegó poco después de medianoche a la emisora con objeto de entregarle un comunicado para que lo leyera por la emisora, lo que, según su relato, no llegó a hacer.

Declaración de Juste

El fiscal solicitó posteriormente la lectura de la primera declaración del general José Juste, en aquellas fechas jefe de la División. El relato de éste comenzaba con su presencia y la del jefe del Estado Mayor de la Acorazada, coronel José Ignacio San Martín, en las inmediaciones de la Brigada Paracaidista, unidad que ese día conmemoraba el aniversario de su creación. Juste asegura que no pudieron entrar en este establecimiento ya que no llevaban, ni él ni San Martín, la uniformidad que el acto requería y aunque, hicieron todo lo posible para que les envíaran las citadas prendas, decidieron no esperar más y seguir hacia Zaragoza, lugar a donde se dirigían con el fin de inspeccionar unas maniobras de algunas de sus unidades.

Siguiendo el testimonio del entonces jefe de la Brunete, a medio camino entre Madrid y Zaragoza, el coronel San Martín le comunicó, previa llamada telefónica a. la División, que el capitán Tamarit le había informado que se estaban produciendo acontecimientos extraños, optaron por regresar. Eran las 14.00 horas del día 23. Tres horas más tarde ambos llegaban al Cuartel General de la División, que se encuentra en la localidad de El Pardo, próxima a Madrid.

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En la División, según el relato de Juste, se encontraba el general Luis Torres Rojas, antecesor suyo en el mando de esta unidad, quien le comunicó que había almorzado en el acuartelamiento invitado por algunos de sus anteriores subordinados. Posteriormente entró en su despacho, en donde se encontraban ya algunos de los mandos de la unidad, que le indicaron que su presencia allí obedecía a la intención de saludar a Torres Rojas.

Mientras se dirigían al despacho, Juste asegura que el propio Torres Rojas le comunicó que se había desplazado a Madrid para

El general Juste se declara no responsable de órdenes que se hubieran dado sin su conocimiento

arreglar unos asuntos particulares que requerían la presencia de un notario. Sin embargo, ya en el despacho el coronel San Martín le pidió permiso para que interviniera el comandante Pardo, ya que tenía algo muy importante que comunicar.Pardo explicó que el día 22 se desplazó a Valencia, donde fue recibido por Milans del Bosch, quien le había informado de que el 23 por la tarde se iba a producir un hecho sonado, del que se tendría conocimiento a través de la radio y de la televisión. Asimismo comentó, según la versión que Juste ofrece de lo apuntado por su subordinado, que Milans del Bosch le dijo que pensaba declarar el estado de excepción en su región militar para evitar cualquier alteración del orden.

El comandante Pardo manifestó a continuación que los Reyes conocían lo que iba a suceder, precisando que la Reina lo veía con simpatía. Dijo Pardo que detrás de la operación se encontraban los generales Milans y Armada, que éste último se encontraría en la Zarzuela en ese momento y que la solución prevista era constitucional. Juste expresó su preocupación. por la exposición hecha por Pardo, significando que se estaba echando el tiempo encima y que la tropa se iba de paseo, a lo que se le respondió que el personal había sido retenido.

En la lectura del testimonio del entonces jefe de la Acorazada se indica que el general Luis Torres Rojas se puso inmediatamente a sus órdenes por si fuera necesaria su actuación, y que el comandante Pardo le entregó el reparto de actuaciones a llevar a cabo por las distintas unidades.

"Armada no está ni se le espera"

La noticia del asalto al Congreso la conoció a través de un transistor a las 18.20 de la tarde, intentado ponerse en contacto con la Zarzuela. Según su narración, la comunicación se produjo sobre las 18.45, logrando hablar con el general Sabino Fernández Campos, a quien preguntó si se encontraba en la Zarzuela el general Armada. Fernández Campos le respondió que allí no estaba ni tampoco se le ,esperaba. Luego comunicó con el. Capitán general de Madrid, que le ordenó que mantuviera acuartelada las tropas. Torres Rojas regresó a La Coruña tras recibir una orden de su capitán general en este sentido.

Juste manifestó a continuación que de advertir a Pardo de que no se trasladara al Congreso a secundar a Tejero se encargó el coronel San Martín, quien al informarle de la intención de éste le dijo que no se preocupara, ya que pensaba que no iba a salir. Sobre San Martín dijo que en ningún momento le sugirió que fuera sin su compañía a Zaragoza ni tampoco le presentó excusa alguna, ya que se trataba de una orden.

Este general afirma que Torres Rojas no explicó por qué se encontraba de uniforme en la División y que tampoco le pidió que no acudiera a la reunión, puesto que no le pareció correcto. Juste justificó que no llamara antes, al capitán general de Madrid porque Pardo le había comunicado que Milans del Bosch sería el encargado de enlazar con los capitanes generales. Juste añadió en su declaración que el coronel San Martín no ofreció ningún indicio de falta de lealtad mientras estuvo a su lado. Consecuencia de ello fue que, incluso, pidió para él la cruz militar con distintivo blanco. "Me responsabilizo de la retención del personal de la unidad a las 17.55 horas del 23 de febrero, así como de la asignación posterior de misiones a las unidades" dijo Juste, "pero de ninguna otra orden que no hubiera dado yo o se diera sin mi conocimiento".

El manifiesto para La Voz de Madrid

La tercera declaración leida en esta sesión de la tarde fue la del capitán Francisco Dusmet, uno de los cuatro oficiales que secundaron a Pardo Zancada. Dusmet declaró que siempre cumplió sus órdenes, que conocía los fines de la operación y que no tuvo otro jefe que el propio Pardo. Afirmó que se incorporó con Pardo al Congreso porque quería así adherirse a unos compañeros que se encontraban en una situación comprometida y justificó su traslado a La Voz de Madrid por orden de su superior. Este capitán indica que sabía que el capitán Batista se encontraba en la emisora y que a su llegada le entregó el manifiesto, precisando que desconocía por qué no llegó a emitirse.

Posteriormente se leyeron las declaraciones del resto de los capitanes que se trasladaron con Pardo al Congreso, en este caso Carlos Alvarez Arenas, José Cid Fortea y José Pascual Galvez. El primero declara que se puso a las órdenes de Pardo sabiendo cual era su objetivo, precisando que no se puso a las órdenes de nadie más,aunque desconocía si su superior recibía a su vez órdenes de alguien.

Este capitán, en una posterior declaración, también leida, puntualizó lo anteriormente dicho, indicando que lo que sabía era que se trasladaba a las Cortes, pero no para qué. "Una vez allí", dijo, "se nos leyó un mensaje atribuido al Rey, según el cual si en ese momento abandonábamos el Palacio de las Cortes no nos sucedería nada. Entonces yo dije que me quedaría al lado de mi comandante".

El capitán Pascual Gálvez, por su parte, indica que Pardo les ordenó que les acompañara formando compañía y que si hubiera sabido que era para apoyar a los asaltantes le hubiera dicho probablemente que no, aunque reconoció que se adhería a la Guardia civil. El otro capitán, José Cid, manifiesta que se puso voluntariamente a las órdenes de Pardo, aunque no sabía exactamente qué iban a hacer.

La última declaración leida fue la del coronel de la Guardia civil Miguel Manchado, responsable el 23-F del Parque y Talleres de este Instituto, lugar de donde salieron los autobuses con los efectivos reclutados por Tejero. Manchado, al ser requerido por Tejero para que le cediera unos autobuses, recibió por parte de éste la respuesta de que se trataba de una operación para salvar a la Corona y la democracia. También le dijo Tejero, según el testimonio de Manchado, que la superioridad de la operación era el general Armada.

Manchado declara que le llamó Aramburu preguntándole por qué había permitido que salieran hombres del Parque al mando de Tejero, a lo que le respondió que creyó interpretar sus propias órdenes. Avisado por el propio Aramburu de que se presentara en el Hotel Palace se dirigió allí, pero, según sus palabras, no pudo atravesar el cordón de seguridad.

En una tercera declaración, Manchado afirma que cuando le pregunta a Tejero por la superioridad que ordena la acción éste le responde que se trata del Rey y de los generales Milans, Armada y Aramburu. Preguntado por qué no llamó a sus superior para comprobar lo que le había manifestado Tejero, sugerencia que le hizo Aramburu cuando habló por primera vez con él tras producirse el asalto, éste le responde que en el Parque de Aytornivilismo de la Guardia Civil se reciben órdenes indirectamente. Esto último lo justificó con un caso en el que por preguntar fue amonestado por el general Toquero, en esa fecha jefe del Estado Mayor de la Guardia civil.

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