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La ofensiva terrorista

El PP no concede al Gobierno ni un minuto de tregua verbal

Las críticas de la oposición al día siguiente del atentado contrastan con la unidad entre Aznar y Almunia tras la ruptura de la tregua de 1999

Carlos E. Cué

Ni siquiera los dirigentes teóricamente más moderados del PP, como el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, o el líder del partido en Andalucía, Javier Arenas, concedieron 24 horas de tregua al Gobierno. Capitaneados por su líder, Mariano Rajoy, prácticamente todas las caras conocidas de la oposición atacaron con dureza al Ejecutivo al día siguiente del atentado de ETA.

"Ningún país civilizado de nuestro entorno daría una respuesta como la dada por Zapatero a los terroristas", señaló Rajoy, molesto por la forma elegida por el presidente del Gobierno para anunciar la suspensión de cualquier contacto. A partir de ahí, otros dirigentes del PP fueron bastante más lejos.

"Estamos indignados, tanto por el atentado de ETA como por la reacción de Zapatero y el apoyo explícito de Manuel Chaves [presidente de Andalucía]. Es una vergüenza y una ofensa a todas las víctimas del terrorismo", señaló Arenas. Ruiz Gallardón exigió al Gobierno "una rectificación inmediata de la política antiterrorista". Mientras, el secretario de organización del PSOE, José Blanco, señaló: "Echamos en falta que el PP no culpabilice a ETA de lo sucedido y dirija su mirada al Gobierno".

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Este ambiente de división entre los dos grandes partidos contrasta con lo que sucedió cuando la banda rompió su última tregua, la de 1999. Entonces la unidad fue total entre el PP en el Gobierno y el PSOE en la oposición, y el único choque se produjo entre el Ejecutivo y el PNV.

Un repaso a la hemeroteca deja claras las similitudes y las diferencias de ambos procesos. El 28 de noviembre de 1999, la banda anunciaba la ruptura de la tregua, que no haría efectiva hasta el 21 de enero de 2000, cuando un coche bomba asesinó en Madrid al teniente coronel del Ejército Pedro Antonio Blanco García, de 47 años, casado y con dos hijos.

El mismo día en que se anunció la ruptura, José María Aznar leyó en La Moncloa una declaración institucional similar a la de Zapatero. El presidente explicó lo que él había hecho para buscar la paz, y culpó a ETA de romperla. "Se produjo un primer contacto [con la banda], que confirmé ante la opinión pública. Convenido otro encuentro, la organización terrorista también lo suspendió unilateralmente. El Gobierno ha adoptado decisiones significativas en materia penitenciaria. El Gobierno ha hecho, hace y hará cuanto esté en su mano para buscar los caminos de una paz definitiva. Pero lo hace desde el más estricto respeto a las normas del Estado de derecho. Tengo la seguridad de que entre todos haremos realidad ese camino de esperanza".

Ese mismo día, Joaquín Almunia, entonces secretario general del PSOE, evitó cualquier reproche hacia la gestión de Aznar. "Es el momento de estar unidos y no caer en los reproches ni en la desesperanza", aseguró. Además, invitó a Aznar y al lehendakari, Juan José Ibarretxe, a buscar la movilización de la sociedad española "por la paz y por la vida con el apoyo de los demás partidos". "Que nadie trate de buscar responsables donde no los hay. No nos equivoquemos de enemigo; el único enemigo es ETA", sentenció Almunia.

El líder del PSOE había realizado algunos reproches a la manera en que Aznar gestionaba la tregua, e incluso el día antes del anuncio de la banda había reclamado expresamente al Gobierno que acercara más presos -ya se habían aproximado 135-, pero en cuanto ETA habló, la unidad fue total.

Todos los partidos, incluido el PNV, siguieron ese día la misma línea. El entonces portavoz de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Juan Antonio Corredor, señaló: "El Gobierno ha hecho lo que tenía que hacer. Los que han quedado completamente al descubierto son los pactos con ETA del mundo nacionalista". Al día siguiente, en primera página, el titular del editorial de EL PAÍS era claro: "Sólo hay un culpable".

La unidad entre los dos grandes partidos se reforzó cuando la banda cumplió su amenaza, el 21 de enero. El PP estaba muy enfrentado ya con el PNV, a quien reclamaba que rompiera con Batasuna (entonces EH) y Almunia pidió que también ellos se pusieran de acuerdo. "No hemos sabido estar a la altura de las exigencias de los ciudadanos, que saben positivamente y que nos piden que nunca lo olvidemos, que el único culpable del terrorismo son los terroristas, que el único responsable del asesinato es ETA".

Esa misma semana hubo una manifestación unitaria en Madrid, con un millón de personas, a la que sólo faltó el PNV y EA. El actor Imanol Arias leyó un manifiesto en el que reclamaba esa unidad: las divergencias egeneran la sensación de impunidad que alimenta a los violentos". Ni siquiera algún espontáneo cargó contra nadie que no fuera ETA, y el único altercado se vivió porque un grupo de ultraderecha pedía la pena de muerte.

También entonces, como ahora, el Gobierno planteó la posibilidad de que en el futuro ETA vuelva a intentar otra vez un diálogo a través de una nueva tregua. Pero Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior, aclaró: "si ETA continúa cometiendo atentados, las exigencias a la sociedad serán más duras".

La unidad en esta ocasión se ha roto rápidamente. En realidad el PP ha mantenido la misma posición de ataque al Ejecutivo que protagonizaba antes del atentado. Aunque PSOE y PP han participado en concentraciones conjuntas en toda España convocadas el domingo frente a todos los ayuntamientos, allí, preguntados por los periodistas, los dirigentes del PP no cejaron en su crítica al Gobierno. Sobre todo porque consideran insuficientes las palabras de Zapatero en las que anunciaba la suspensión de todo contacto, aunque no quiso hablar expresamente de ruptura del proceso de paz. "Debemos volver a la cordura, recuperar el sentido de la realidad. No se puede decir ahora suspendemos, hay que decir ahora vamos a por ellos".

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