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El PP corrige los datos del CIS hasta duplicar su distancia con el PSOE

Los expertos del partido creen que el Gobierno cocina los resultados a su favor

Javier Casqueiro
EL PAÍS

La victoria está sellada. Esa es la sensación en el PP. No es euforia. Creen que tampoco es una opinión subjetiva. La basan en datos. Sus datos, sí. Pero también los oficiales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el organismo dependiente del Ministerio de Presidencia que elabora los sondeos y barómetros políticos oficiales, a los que todo el mundo da la mayor veracidad pese a sus frecuentes fallos, como se ha visto ahora con las elecciones catalanas. Los sociólogos del PP sí creen en la fiabilidad del CIS pero no en su cocina. De la que culpan al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. El último barómetro, de octubre, les daba una ventaja de 7,9 puntos con respecto al PSOE. En el PP casi duplican esa distancia. La elevan a 13,4 puntos, más cerca de lo que subrayan ahora varias empresas demoscópicas privadas. Y lo hacen con su cocina ideológica pero también con un manejo particular del trabajo de campo del propio sondeo oficial.

"En año de leches hasta los burros se ordeñan", vaticinan los populares

Los expertos del PP cotejan sobre todo los datos directos cuando se pregunta por el voto más simpatía hacia un partido y especialmente la intención directa de voto. Además, restan a los votantes fallecidos en el tiempo desde la anterior votación, suprimen de ese cómputo los inscritos en el censo de voto emigrante (dicen que nunca ha variado nada del voto que se produce en España) y hacen una proyección sobre los nuevos potenciales votantes que en la anterior votación aún no tenían los 18 años legales para participar. En fin, hacen sus cálculos, su cocina, y comprueban varias cosas. Una muy básica: que están mejor de lo que dice el CIS. Y lo achacan al "uso electoral" que creen hace el Gobierno de ese organismo, como denunció recientemente el diputado y estratega interno del partido José Antonio Bermúdez de Castro.

Siempre ha habido cocina en el CIS, como en todas las empresas demoscópicas. El problema para el PP es el tamaño del guiso. Fuentes del PP especializadas en estos trabajos admiten que hasta abril de 2009 se fiaban bastante de los datos electorales del CIS. En esa fecha pasó algo raro. Muy raro. Mientras en la intención de voto directa el PSOE se desmarcaba hasta 7,7 puntos sobre el PP esa diferencia se reducía a apenas 0,8 puntos en la estimación de voto (véase gráfico). Nadie, ni en el PP ni el CIS de aquella época, ofrece una explicación lógica a ese desfase. Pero en el PP no se fían. Desde entonces obvian los datos de estimación que ofrece trimestralmente el CIS y elaboran los suyos sobre el trabajo de campo que se registra en bruto en la web.

Pero lo que más interesa a los sociólogos de cabecera de Mariano Rajoy está en la letra pequeña de esos sondeos. Sobre todo en el trasvase y la fuga de votos que desangra al PSOE. Parece una sangría imparable. De la proyección de casi 10.800.000 votantes que se atribuye a los socialistas solo permanecerían a día de hoy en esas siglas el 47% (5.126.000). Muchos se situarían ahora en el voto en blanco (570.000), directamente no irían a votar a ninguna formación (1.100.000) y el grueso aún no sabe qué haría si hubiera convocadas elecciones (1.900.000). El PP no padece esa hemorragia ni mucho menos. Aguantaría el 78,2% de sus votantes. Su voto es más fiel. Su mayor problema es UPyD, pero ya no tanto (véase gráfico).

Con este escenario, y a la espera de contratiempos realmente importantes e inesperados, en el PP muchos ya cantan algo más que victoria. "En el partido hay algunos que ya se están repartiendo las embajadas, no los Ministerios", ironiza uno de los barones más relevantes del PP con pocas opciones de contar para Rajoy en un futuro gobierno.

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Pero ciertos asesores de Rajoy son mucho más cautos. Recuerdan tiempos pasados y recortes drásticos. De hasta 10 puntos y cinco en plena campaña electoral. Pero cuando la tendencia era otra.

Ahora, cuando hablan con sinceridad, no creen posible ese giro. Es más, se apuntan a la teoría de la ola, rebautizada en estos días por uno de los colaboradores más próximos al líder con una ilustrativa y contundente leyenda popular extremeña: "En año de leches hasta los burros se ordeñan". Es decir, no sería lógico ni normal ni debería suceder que el PSOE, con la que está cayendo, fuese capaz de recortar casi 15 puntos en apenas un año. Y con lo que queda por venir económicamente.

Porque la crisis es el gran factor electoral. No tienen duda en el PP, tampoco en el PSOE. Siempre lo ha sido y esta vez será determinante. Es lo primero que destacan los ciudadanos cuando se les interroga por sus principales problemas e inquietudes. Incluso aunque personalmente no les vaya muy mal. Y se responsabiliza a los que están en el Gobierno, de cualquier ideología o país.

Por esa vía aguarda Rajoy el gran desgaste de Zapatero y por eso no ofrecerá grandes pistas de sus planes para cuando gobierne. Que los tiene. Aunque sobre la salida de la crisis no son muy diferentes de los de Zapatero y los demás líderes europeos. "Cuando nos juntamos en el PP, como en la última comida de Rajoy con los barones, todos confiaban en la capacidad y los recursos del Estado y se olvidan rápido del liberalismo", bromea uno de los presentes en esa cita.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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