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La investigación sobre las cuentas del PP valenciano

El PP se rinde y deja que sea Camps quien madure cuándo tomar medidas

Rajoy y el presidente valenciano mantienen una comida pacificadora en Cuenca

Carlos E. Cué

La dirección nacional del PP se rinde. Constatado que, tras 48 horas de presiones públicas y privadas, Francisco Camps no está dispuesto, al menos de momento, a cortar cabezas para atajar el escándalo de la posible financiación ilegal de su partido, los estrategas de la calle Génova (sede central del PP) han decidido dejar de empujar al presidente valenciano. La dirección nacional, según varias fuentes de Génova, está absolutamente convencida de que tarde o temprano esas cabezas tendrán que rodar, y prefería que fuera cuanto antes, pero ante la imposibilidad de convencer a Camps ha dejado que sea él quien madure esa compleja decisión.

En el pulso mantenido durante 48 horas entre Madrid y Valencia, los papeles han quedado perfectamente definidos. Dolores de Cospedal, la secretaria general, ha ejercido el de mala de la película, con un choque dialéctico virulento con Camps el lunes, cuando le exigió por teléfono que tomara medidas "contundentes". Mariano Rajoy, por el contrario, ha ejercido de pacificador, hablando con el presidente valenciano constantemente para intentar aplacar su enfado por la actuación de Cospedal.

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Pero como las múltiples llamadas no eran suficientes, Rajoy y Camps quedaron ayer sin avisar a nadie en el parador de Alarcón (Cuenca), según confirmaron fuentes del PP después de que la cadena SER desvelara la noticia. La comida y sobremesa, de hasta cinco horas según varias fuentes, sirvió para pacificar definitivamente los ánimos entre Madrid y Valencia, aunque nadie sabía a última hora de la noche si se había tomado alguna decisión.

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Mientras, en el grupo parlamentario y en algunas direcciones regionales se instalaba ayer una cierta preocupación ante la evidencia de que Camps, y también Ricardo Costa y Vicente Rambla, los dos principales candidatos a la destitución, según todas las fuentes, han ganado la primera ronda del pulso con Madrid.

"Rajoy ha demostrado una vez más que nunca mata a la primera; lo hace lentamente, como sucedió con Bárcenas, y eso tiene el problema de que transmite la sensación de falta de autoridad interna, pero es su estilo y nadie lo va a cambiar", sentencia un diputado.

Algunos de los más fieles a Rajoy admiten esa lentitud a la hora de tomar decisiones en momentos difíciles, pero creen que eso le fortalece. "El camino de Rajoy a La Moncloa es una carrera de obstáculos, esperemos que éste sea el último. Pero a estas alturas todo el mundo sabe que Mariano consigue superarlos todos", sentencia otro. "Cada vez estamos mejor en las encuestas; Gürtel no tiene efectos electorales", repiten como un mantra varios marianistas.

Con su estrategia de meter presión a Camps a través de Cospedal, Rajoy ha logrado, además, según otros miembros de la dirección, un objetivo importante: instalar en la opinión pública la idea de que éste es un problema de Valencia, que a él no le afecta.

Varios marianistas analizan que Rajoy y Camps mantienen su estrecha relación personal, pero el apoyo cerrado en público que le brindó en el caso de los trajes ya no es posible. El líder del PP, que antes de la comida con Camps se reunió con Cospedal en el Congreso, no quiso hacer ningún tipo de declaración, tampoco de apoyo a su barón en apuros. Sólo aceptó hablar a la prensa de la candidatura de Madrid 2016, y cuando se le preguntó por posibles dimisiones en Valencia, hizo un quiebro: "En Valencia, como todos los españoles, apoyan la candidatura de Madrid 2016".

Algunos miembros de la dirección están molestos por la actitud de Camps, que en lugar de ofrecer explicaciones claras sobre la posible financiación ilegal, se burló en el Parlamento de la oposición y de lo que él define como "el lío" en referencia al caso Gürtel. Muchos achacan su ausencia de reacción al hecho de que él no puede obligar a dimitir a Costa ni a Rambla tan fácilmente, puesto que el presidente está personalmente implicado en el escándalo, ya que Álvaro Pérez, El Bigotes, habla de él en varias de las conversaciones e incluso afirma que si tiene problemas para cobrar las deudas hablará con la esposa del líder, muy amiga suya.

Sin embargo, otros dirigentes son mucho más comprensivos y confían en que el barón de la Comunidad Valenciana tardará un tiempo, pero sabrá resolver el asunto de la única forma que desde Madrid se entiende como posible: cortando cabezas. "Camps tiene que digerir el golpazo que se ha llevado. Eso no se hace en dos días. Cuando estalló el caso Gürtel en Madrid también hubo este desconcierto, y luego se tomaron decisiones. Camps ha sido leal con Rajoy, hay que dejarle margen de maniobra".

Algunos dirigentes temen, sin embargo, que Camps esté dejando pasar los días a la espera de que el asunto, con el tiempo, abandone las portadas de los periódicos, y así poder hacer lo que más cómodo le resulta, esto es, insistir en que todo es un montaje y no tomar ninguna decisión. Camps confía, señalan varios diputados, en que el informe policial pueda acabar en el limbo jurídico.

En cualquier caso, la crisis ha ahondado la fractura de Camps con Cospedal, que se fraguó con la polémica por el Estatuto de Castilla-La Mancha, que marca el fin del trasvase Tajo-Segura en 2015. Algunos diputados insisten en que a ella aún se la ve mucho más como dirigente territorial de Castilla-La Mancha que como secretaria general, y en ese campo Cospedal no puede vencer a Camps. "En Valencia gobernamos y ella está en la oposición. Camps aporta un millón y medio de votos en las generales, ella está por ver. No está en condiciones de exigirle nada", sentencia otro.

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