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Columna
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PSOE / PP, el ensimismamiento

Antonio Elorza

El último Consejo Federal del PSOE ha constituido una espectacular demostración de unidad, y en el pensamiento de José Luis Rodríguez Zapatero esa cohesión será su principal legado al futuro del partido. Quienes la han atacado, fundamentalmente este diario, se han equivocado al elaborar su plan de destrucción: los socialistas no permitirán que nadie les escriba el guión. La reacción de Zapatero ha obtenido un aplauso generalizado, tanto de quienes están obligados a ello, caso de Público, como de tenaces opositores habituales, caso de El Mundo. Curiosamente, en ninguno de estos comentarios elogiosos se introduce la cuestión al parecer irrelevante de cuál era el contenido de las críticas vertidas por quienes ahora "bombardean La Moncloa" y si tales críticas resultan confirmadas o desmentidas por las intervenciones del presidente.

Zapatero ha construido una trayectoria errática a golpe de improvisaciones en política económica

Zapatero ha dicho que "gobernar incluye improvisar". Ésta era precisamente la principal censura que se dirigía contra su acción de gobierno en el último medio año. Al borde de una crisis claramente previsible en víspera de las elecciones y en medio de la misma, obsesivamente negada por orden superior, Zapatero ha construido una trayectoria errática a golpe de improvisaciones en su política económica. Así le vimos poniendo sobre la mesa la apuesta electoralista de los 400 euros, hoy sabemos que frente a la realmente progresista de Solbes de desgravarlos a las rentas más bajas. Votos mandan. Luego salió en apoyo de los bancos y ahora -como, según asegura, lo peor de la crisis ha pasado- la preocupación exclusiva es la política social por encima de "cualquier otra circunstancia" y la "atención al paro". Antes, para nada socialdemócrata; ahora socialdemócrata incluso con lenguaje populista: tenemos al único líder que en Europa "se opone a los poderosos".

Aun cuando se esté de acuerdo, como es mi caso, con las medidas protectoras, resulta discutible semejante procedimiento de enfocar únicamente el paro, olvidando deliberadamente la economía. Está muy bien extender al máximo la protección, pero en una crisis la política fiscal no puede atender en exclusiva objetivos sociales, que quedarán anulados si la economía del país empeora. Por eso, para que encaje el relato, Zapatero tiene que acudir a la previsión optimista: lo peor ya pasó, afirma. Así se justifica que ponga la carreta delante de los bueyes; primero el fin social y luego cómo encontrar los recursos financieros, en vez de pensar ambas cosas conjuntamente. Opción menos rentable ante la opinión pública. Pronto todo irá hacia lo mejor con el mejor de los presidentes.

Ante el Comité Federal, Zapatero evitó hacer balance de la política económica del Gobierno. Como nos critican, renunciemos a pensar, es la consigna. Dos editoriales de un periódico son el problema, no la crisis. Los dirigentes del PSOE, los cuadros medios, incluso los militantes se convertirán en transmisores. Lo que debe hacer el monolítico partido ante la sociedad, en palabras de Chaves, es "esforzarse por explicar la hoja de ruta", es decir, las directrices que el presidente va a fijar para la ocasión, como la subida de impuestos, sin que siquiera informe en el Consejo Federal a esos mismos transmisores de sus líneas maestras. Vacío de análisis, pero determinación total, así como exigencia de seguimiento. En el PSOE impera el "flujo circular del poder" que R.V. Daniels fijara como pauta de funcionamiento del partido soviético: dada la integración de los dirigentes en el aparato de Estado, los nombramientos dependen de la plena lealtad al líder, sin reserva alguna, y luego revierten en apoyo inquebrantable a sus decisiones.

No debe extrañar que ese requerimiento de plena lealtad se extienda a los medios de comunicación. Antecedente: la estrategia de la araña desarrollada por Aznar con idéntico blanco. Ciertamente este diario apoyó con fuerza al socialismo español desde 1977, pero siempre mantuvo un grado de pluralismo, preservó la autonomía de la propia reflexión política y no ha sido una correa de transmisión en los términos que garantizan a Zapatero sus recientes promociones de medios. La inseguridad de la política presidencial no es un producto de estas páginas. Así como la gravedad del momento no amenaza al "capitán", sino a la nave.

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El capitán cuenta con la complicidad involuntaria de su adversario. Zapatero no tiene ideas, sino ocurrencias -a veces de lamentable oportunismo, al plegarse ante Berlusconi-, pero es que Rajoy nada hace. Igual que Zapatero, impone una disciplina férrea sobre el PP, sin siquiera suscitar en su dirección el coro de aprobaciones. Gris sobre gris. Como el personaje de Machado, espera que en 2012 llegará al poder "cual torna la cigüeña al campanario". Salvo catástrofes, puede esperar.

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