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¿Pacto Local o pacto letal?

El Partido Popular tiene sus alforjas mediáticas cargadas de propuestas y pactos que se formulan en escenarios insólitos y por vías más que extemporáneas. Es un estilo directo y eficaz. Consigue remover las aguas de la política en beneficio propio, pero conduce de forma inexorable a la esterilización de las fórmulas propuestas. Cada vez estoy más convencido de que no animan estas iniciativas populares un alto sentido patriótico, sino más bien la obsesión por cerrar a cal y canto un modelo interpretado a su propia medida. Incluso la Constitución pierde su sentido último de fiel de la balanza para convertirse en código unilateral de un proyecto partidista. Tal es el sentido que cabe atribuir a la última salida de tono del ministro Posada esgrimiendo la Constitución para negar la validez al proyecto de Carta Municipal de Barcelona.

Éste es el contexto, creo, en el que cabe analizar la oferta de Pacto Local planteada en términos de una vacuidad absoluta y como una fórmula para cerrar sin ningún coste el modelo autonómico. Una vez más los municipios serían moneda de cambio de un forcejeo mal planteado entre el Gobierno y las autonomías. Que éstas transfieran competencias y recursos a los municipios y dejemos dibujado para siempre el mapa de los tres niveles.

Ocurre, sin embargo, que un planteamiento de estas características es de dudosa constitucionalidad y plantea una presión en toda regla contra el marco estatutario, el modelo competencial, de cada comunidad autónoma. Pero los estatutos que conforman con la Carta Magna el bloque constitucional no pueden someterse a interpretaciones unilaterales y unívocas desde la voluntad del Gobierno central.

De ahí que la propuesta de Pacto Local, tan necesaria por otra parte, puede quedarse como tantas otras cosas en unos fuegos artificiales o simplemente en una trampa, un artilugio, para animar el cotarro sin la menor intención de abordar a fondo los temas que subyacen en el enunciado.

Conviene no olvidar que el Pacto Local surge como necesidad en reacción a las limitaciones e imperfecciones del marco legal. Debilidad de la Ley de Bases de Régimen Local, insuficiencia de la Ley de Haciendas Locales, ausencia de una ley de grandes ciudades y de un ministerio de la ciudad.

Es a partir de la constatación de estos déficit que el Gobierno sabe que no puede pasar de puntillas por el Pacto Local remitiéndolo a simples acuerdos entre autonomías y municipios.

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El Pacto Local requiere del Gobierno los compromisos siguientes:

- Reforma de la legislación básica.

- Reforma de la Ley de Haciendas Locales.

- Reforma del sistema electoral.

- Creación de un marco legal para las grandes ciudades y tramitación de la Carta de Barcelona.

Estas reformas legislativas deberán garantizar que el Estado asume que no puede haber transferencia de competencias sin una equivalente transferencia de recursos, que oriente el gasto público a una estructura que represente el 40% para la Administración central, el 30% para la Administración autonómica y el 30% para los gobiernos locales, y que se garantice el principio de la suficiencia financiera. En este aspecto conviene precisar más y añadir que el Gobierno debería proveer recursos adicionales netos para el mundo local; para compensar la supresión del IAE si se produjera, para garantizar una más eficiente y transparente gestión de los catastros y para hacer frente al gasto efectivo que con carácter subsidiario vienen haciendo las corporaciones locales por cuenta de otras administraciones.

Finalmente, en el ámbito autonómico deberán propiciar acuerdos entre las comunidades y los ayuntamientos para hacer efectiva la devolución de competencias que sin menoscabo de la titularidad aseguren una mayor proximidad de la gestión.

Y finalmente conviene recordar que el único camino para mejorar las prestaciones y los resultados de las administraciones públicas es otorgarles con carácter solidario la función de atenderlas. Esto comporta plantear el Pacto Local en términos de reforzamiento de los modelos de proximidad en los que comunidades autónomas y ayuntamientos no compiten, se complementan.

La tentación de utilizar el Pacto Local como un sistema para cerrar el modelo autonómico por abajo es una instrumentalización tan burda de los ayuntamientos que no parece que éstos deban estar dispuestos a cerrar la pinza que les propone el PP. Lo más insólito de la pirueta es que encima el Gobierno había pensado que el triple salto mortal debía salirle gratis.

Estamos por el Pacto Local, pero no de refilón y a cualquier precio. Los municipios no deben ser tratados como menores de edad y reclaman del más alto sentido institucional un respeto y una equiparación políticas que hoy por hoy las demás administraciones tienden a negarles.

Joaquim Nadal i Farreras es portavoz del PSC en el Parlamento de Cataluña y fue alcalde de Girona de 1979 a 2001.

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