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ELECCIONES 2011

Partido en juego

Tras las elecciones generales de ayer, Javier Arenas ha dado un paso decisivo, aunque todavía no definitivo, para llegar a la ansiada meta del Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. El fortín, el bastión, el feudo, el granero de votos del PSOE (que cada uno utilice el tópico que quiera) se tambalea ya sin discusión.

De las 34 citas con las urnas que los andaluces han tenido desde la llegada de la democracia (incluyendo elecciones generales, autonómicas, municipales y europeas), los socialistas han ganado en 31. Perdieron las elecciones municipales de 1979 (ante UCD) y de mayo de este año (ante el PP) y los comicios generales de ayer.

El dato más preocupante para el PSOE y más esperanzador para el PP es que la brecha se ha ampliado desde mayo hasta hoy. Si hace seis meses el PP ganó por 7,2 puntos de diferencia, el 20-N ha ganado por nueve puntos, con lo que acaricia el umbral que, teóricamente, otorga la mayoría absoluta en Andalucía (unos 10 puntos de diferencia).

Las elecciones municipales del pasado mayo rompieron muchos mitos que se daban por seguros, principalmente el que apuntaba que era casi imposible que el PP ganara en Andalucía (lo que dejó en estado de shock a numerosos dirigentes socialistas). Lo ha hecho ya en dos ocasiones y el combate definitivo se dilucidará en apenas cuatro meses, cuando José Antonio Griñán y Javier Arenas se enfrenten en las autonómicas.

Para explicar el declive socialista se pueden esgrimir numerosos elementos: el hartazgo de 30 años de gobierno; la más que cuestionable gestión de Zapatero de la crisis económica; la insoportable tasa de paro de la comunidad (por encima del 30%); el error en la reordenación del sector público (que ha supuesto el mayor conflicto entre Gobierno y funcionarios en la historia autonómica); el vergonzoso caso de corrupción de los ERE fraudulentos... Cada uno de estos factores, por sí mismo, no explica el vertiginoso deterioro del PSOE en apenas tres años. La conjunción de todos ellos, sí.

Desde 2008 hasta hoy se ha producido una fractura evidente entre el PSOE y la mayoría de la sociedad andaluza, que desde la llegada de la democracia habían formado una comunión que muchos creían indisoluble.

La única duda ahora es saber la dimensión de esa fractura, es decir, si los andaluces propician la alternancia dando a Arenas una mayoría absoluta en marzo de 2012 o dejan un margen para un gobierno de coalición PSOE-IU con una mayoría relativa del PP. Pase lo que pase, lo que sí parece irreversible a estas alturas es que la mayoría de los electores haya dejado de identificarse con el PSOE.

La precampaña de las andaluzas empieza hoy (si no ha empezado ya). El único nubarrón que Arenas tiene por delante en su cuarta carrera por la presidencia de la Junta son las drásticas medidas de ajuste que el nuevo Gobierno del PP va a tener que tomar en breve. Los mercados no van a dar ni un día de gracia a Mariano Rajoy, que ha dejado claro que lo único intocable son las pensiones. A partir de ahí, todo se puede recortar.

Los nueve puntos de diferencia de ayer permiten dos lecturas partidarias, contradictorias pero veraces ambas. El PP puede presumir de que su crecimiento en Andalucía es importante y está más cerca el cambio de Gobierno. Es cierto. Y el PSOE puede argumentar que aún tiene margen para remontar y evitar una mayoría absoluta de Arenas (fundamentalmente al calor de los recortes que vienen). También es cierto.

El 20-N ha esclarecido el panorama político en Andalucía, pero también deja incertidumbres acerca de quién gobernará tras las autonómicas de 2012. Partido en juego.

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