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El Polisario aniquila traficantes en busca de rehenes españoles

Al Qaeda niega que tenga a los cooperantes españoles secuestrados

Una columna militar del Frente Polisario atacó el jueves a un grupo de traficantes y contrabandistas en el noreste de Mauritania, cerca de Lemghety, de los que sospechaban podrían estar relacionados con el secuestro, en octubre, de dos cooperantes españoles y una italiana, según fuentes de los servicios de seguridad marroquíes y del movimiento saharaui.

Las versiones coinciden en señalar que hubo un enfrentamiento armado, pero divergen sobre su desenlace. Las fuentes marroquíes aseguran que se llevó a cabo con apoyo logístico de Argelia y que hubo muertos en ambos bandos. En el choque armado falleció, entre otros, un célebre traficante apodado Yahia.

Los independentistas confirman esta muerte, pero sostienen que en sus filas no hubo bajas. Dicen que detuvieron, en cambio, a diez contrabandistas árabes malienses y que se incautaron de gran cantidad de armas y vehículos todoterreno. Después los trasladaron a los campamentos de refugiados, en el suroeste de Argelia, para interrogarles.

La refriega del jueves ilustra el empeño del Frente Polisario de responder a la afrenta que supuso para el movimiento de liberación el secuestro, el 23 de octubre en Rabuni, su sede administrativa, de los españoles Ainhoa Fernández de Rincón, Enric Gonyalons, y de la italiana Rosella Urru.

Sus patrullas han penetrado profundamente en Mauritania y Malí en búsqueda de los rehenes, pero "siempre tratando de no poner en peligro su vida", precisa una fuente saharaui.

Horas después de que se produjese el choque armado en Mauritania, la rama magrebí de Al Qaeda (AQMI) envió a EL PAÍS un comunicado en el que "desmiente cualquier responsabilidad en el secuestro de los europeos en el campamento de Tinduf". El mensaje ahonda aún más el misterio sobre quién los secuestró. Hasta ahora, todas las operaciones terroristas habían sido reivindicadas en menos de dos semanas.

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La hipótesis más probable es, según fuentes gubernamentales españolas, que están en manos de un grupo escindido de una de las dos grandes katibas (células terroristas) que operan en el norte de Malí. Estos ex terroristas subsistirían ahora en el desierto dedicándose al contrabando y otros tráficos ilícitos, pero perpetraron el secuestro para que les sea reconocida su condición de "combatientes islámicos".

En su comunicado, Al Qaeda reivindicó el apresamiento, a finales de noviembre en Malí, de cuatro europeos y de un surafricano. Para probarlo, envió también a EL PAÍS dos fotografías en las que se ve a sus cinco nuevos rehenes. En la primera aparecen dos franceses y en la segunda, el surafricano Gown Stephen Malcom, el sueco Gustafson Nils Johan Viktor y el holandés Jacobus Nicolas Ruke.

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