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Rajoy, en piloto automático hacia La Moncloa

Se instala la idea en el PP de que el hundimiento del PSOE es inexorable

Carlos E. Cué

Pocas horas después del fracaso de la Conferencia de Presidentes del pasado lunes, el entorno de Mariano Rajoy ofrecía una explicación política de fondo. "No vamos a corresponsabilizarnos de la política económica de Zapatero. No vamos a dejar a España sin alternativa". El PP, indignado con el intento del PSOE para, a última hora, sumarles al consenso de la Ley de Economía Sostenible, tiene muy claro que eso implicaría acabar con su discurso político, centrado en criticar la gestión de la crisis económica. Por primera vez desde que Rajoy perdió las elecciones en 2004, en el partido se ha instalado por todas partes -con excepciones- la idea de que la victoria, aunque está lejos, es inexorable. Y el líder, poco dado a arriesgar innecesariamente, mantiene firme su estrategia de perfil bajo, de no llamar especialmente la atención -no entra en grandes polémicas, apenas se define sobre asuntos delicados de fondo, y evita incluso mojarse en cuestiones como el abaratamiento del despido- y de esperar que el tiempo acabe dándole la razón.

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"Nunca la situación política ha sido más favorable al PP", dijo el miércoles Esperanza Aguirre, la gran rival interna del líder. Los estrategas del PP están absolutamente convencidos de que Zapatero ya no podrá recuperar su prestigio. "Ha perdido la gracia, y eso en el Congreso se nota mucho", sentencia un diputado no precisamente marianista.

De hecho, en el entorno de Rajoy, compuesto por personas que eran cuadros intermedios del Gobierno de José María Aznar la última vez que España presidió la UE, en 2002, creen que este semestre sólo servirá para hundir más a Zapatero internamente. "Nosotros perdimos casi cinco puntos en las encuestas. Una presidencia absorbe todo el trabajo del Gobierno, de asesores, de técnicos, para unas cosas que son muy gratificantes, grandes acuerdos internacionales y muchos viajes, pero que políticamente, en España, apenas tienen repercusión", sentencia uno de ellos. "Una presidencia en plena crisis es un grave problema. Nosotros tuvimos manifestaciones y detenciones masivas en Barcelona, incluso cierre de fronteras. Y una huelga general con una gran manifestación de los sindicatos europeos en Sevilla. A Rajoy, que llevaba Interior, le tocó lidiar con todos los antiglobalizadores. Y se acuerda bien", señalan personas cercanas al líder.

Ni siquiera el caso Gürtel, que internamente preocupa, inquieta al líder. En la era de Internet, explican, la información dura sólo unas pocas horas, todo se olvida rápidamente, nada tiene consecuencias políticas. "La gente está en otra cosa, preocupada por la crisis económica, y hacen caso al que les habla de eso. Al que les saque otro tema, ni le escuchan", sentencia un marianista. Rajoy reunirá mañana a su comité ejecutivo. La última vez, en ausencia de Aguirre, no tomó ninguna medida interna, pero sí lanzó avisos. Mañana se aprobará el nuevo código ético interno, aunque el líder no tiene intenciones de relevar a ningún dirigente más, ni siquiera los más afectados por casos escandalosos, como el castellonense Carlos Fabra.

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Rajoy y su equipo están convencidos de que, lejos de lo que llaman "la información publicada" -esto es, las encuestas y la opinión de los analistas, donde las dudas respecto a su liderazgo y su capacidad para ganar unas elecciones están muy instaladas-, hay una corriente de fondo, especialmente allí donde más se sufre la crisis, que está dando la espalda definitivamente al PSOE. Por eso Rajoy no quiere presentar propuestas económicas agresivas que puedan enfrentarle a los sindicatos. Habla de conceptos más genéricos, como la austeridad, o de una reforma laboral para acabar con la dualidad fijos-temporales, pero sin concretar. El ejemplo del británico David Cameron, que está bajando en las encuestas precisamente por hacer anuncios claros de recorte de gastos sociales contra la crisis, es analizado con detalle en la calle Génova.

"Todos sabemos que probablemente habrá que abaratar el despido, pero sólo lo haremos cuando lleguemos al Gobierno. Tampoco anunciamos en 1996 que íbamos a congelar los sueldos de los funcionarios, y lo hicimos. No es sensato hacer propuestas impopulares cuando estás en la oposición", sentencia un miembro de la dirección.

La idea de que la victoria es más que posible, muy probable, está pues instalada, aunque también otros muchos cercanos a Rajoy recuerdan que queda demasiado tiempo y eso no les favorece. "Zapatero es mucho Zapatero, ya veremos; desde luego está muy mal, pero él ha demostrado que es un mal gobernante, pero un muy buen jefe de campaña electoral, aún no está todo dicho", sentencia uno de los marianistas más fieles.

Rajoy, ayer, mientras arremetía contra el Gobierno por el <i>caso Haidar.</i>
Rajoy, ayer, mientras arremetía contra el Gobierno por el caso Haidar.GARCÍA-SANTOS

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