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El sumario Gürtel acorrala al PP

Rajoy protege a Bárcenas hasta que el Supremo confirme su imputación

Guerra sorda entre Cospedal, que quiere suspenderlo, y Arenas, que lo defiende

Carlos E. Cué

De nuevo, para Mariano Rajoy, lo urgente es esperar. El PP era ayer una olla a presión. A la calle Génova llegaba por todas partes la ansiedad de los dirigentes provinciales y autonómicos, y especialmente los comentarios de prácticamente toda la prensa: Luis Bárcenas, ex tesorero del PP, debe caer y perder su militancia, como han hecho todos los demás implicados en el caso Gürtel. Ese era el clamor. Pero, mientras, en la calle Génova, se producía una guerra sorda entre dos sectores: uno, comandado por Dolores de Cospedal, quiere fulminar a Bárcenas. El otro, liderado por Javier Arenas, protegerlo a toda costa.

Rajoy, de momento, parece haber optado por una vía intermedia. Consiste en esperar, aguantar el chaparrón mediático, proteger a Bárcenas y a la vez dar satisfacción relativa a los que presionan contra él: se tomará una decisión, posiblemente la suspensión de militancia, sólo si el Tribunal Supremo confirma la imputación del ex tesorero, algo que probablemente tardará.

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Lo que está absolutamente descartado es que Bárcenas deje de ser senador. Él tiene decidido, según ha comentado a algunos dirigentes, no ceder y no perder el aforamiento -si abandonara el escaño su caso dejaría el Supremo y pasaría al juez Pedreira-.

De momento, Rajoy ni siquiera ha ordenado que le quiten el despacho ni le dejen de pagar el abogado, pese a las presiones reiteradas en este sentido de Cospedal y otros dirigentes obligados a responder a la prensa e incómodos con esta contradicción.

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El líder ha optado por el silencio total. Hoy estará en Sevilla y se reunirá con el padre de Mari Luz Cortés y el de Marta del Castillo, dos menores asesinadas. Después participará en la comida organizada por José María Aznar para recordar los 20 años del congreso que le llevó a la presidencia del PP, un acto incómodo para Rajoy porque recuerda el pasado glorioso y evidencia la dureza actual, tras seis años en la oposición.

En ninguno de los dos actos está previsto que Rajoy hable con la prensa. Mañana, cuando tiene convocados un par de mítines en Andalucía, tampoco responderá a preguntas sobre Gürtel. Rajoy culminará así la semana sin hablar con los medios. Un silencio público que ya dura dos semanas. Sólo recibe informes jurídicos del sumario del equipo de Federico Trillo, en su despacho con Cospedal.

Entre los que quieren que Bárcenas se vaya está la mitad de la cúpula del PP. Además de Cospedal, Esteban González Pons y Pío García Escudero. Cospedal dijo ayer: "Si hay cambios procesales actuaremos, pero, de momento, no los hay". Esto es, si se confirma la imputación de Bárcenas. A esta presión se suman dirigentes regionales. Ayer, Alberto Núñez Feijóo insistió en que el PP debe ser "contundente" y Esperanza Aguirre dijo que la "responsabilidad política", al margen de la penal, exige "ante la aparición de alguna razonable duda el apartamiento de las funciones". El dirigente vasco Carlos Iturgaiz llegó a sugerirle a Bárcenas que haga lo que sabe que tiene que hacer y que "cuando hay termitas, hay que fumigar".

En la defensa numantina de Bárcenas, por el contrario, están los dirigentes más vinculados a la etapa en la que Francisco Correa lo hacía casi todo en el PP. Además de Arenas, Ana Mato, ambos miembros de la cúpula actual, y sobre todo, Francisco Álvarez Cascos, ex secretario general, probable candidato en Asturias y un auténtico poder fáctico en el PP.

El presidente del PP, Mariano Rajoy, ayer durante una reunión en Madrid.
El presidente del PP, Mariano Rajoy, ayer durante una reunión en Madrid.ULY MARTÍN

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