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La investigación judicial del 'caso Gürtel'

Rajoy se recluye en Génova y llama al líder valenciano para confirmarle su apoyo

Carlos E. Cué

El PP está en ebullición, y casi todos los dirigentes tienen su propia opinión sobre cómo ha de resolverse el caso Camps. En privado, hay casi unanimidad: tiene que irse cuanto antes para no perjudicar al partido, una vez comprobado que la situación judicial no para de empeorar. Pero al final, el PP es un partido jerárquico, y pese a la enorme tensión que se respira entre Madrid y Valencia, todo depende de una sola cosa: lo que hablen Mariano Rajoy y Francisco Camps. Y ayer, Rajoy y Camps hablaron.

El presidente valenciano estaba con el ánimo fuerte, según varios dirigentes. Y le dijo que no tenía ninguna intención de dimitir, que estaba convencido de que judicialmente el asunto acabaría en nada porque tenía facturas que prueban el pago legal de todos los actos del partido -al contrario del pago de los trajes, aquí sí hay papeles, aunque lo que se investiga son los pagos en negro-. Y Rajoy le contestó, de nuevo, con un apoyo cerrado para que aguante. Pero eso sí, le insistió, como ha hecho en otras ocasiones, en que tiene que dar explicaciones públicas y atender a los periodistas, para evitar que sea la dirección nacional la que tenga que explicarlo y quemarse. Y como Camps le hizo caso y habló a los medios, los marianistas estaban un poco más tranquilos.

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Rajoy pudo así, de nuevo, refugiarse en el silencio. La dirección del PP hizo como si el auto del juez Pedreira no existiera. Génova no tiene nada que decir sobre un escrito que desmonta la tesis principal del PP en todos estos meses, la de que en el caso Gürtel no había financiación ilegal. Rajoy estuvo todo el día encerrado en Génova tratando de trasladar, de nuevo, una imagen de calma en medio de la tempestad. De momento, insisten en el entorno del líder, no hay imputaciones. Cuando las haya, si las hay, se volverá a dar una vuelta al asunto. Mientras tanto, el apoyo continúa. Camps, explican en la dirección del PP, ha decidido "jugar a muerte", atrincherarse y no dimitir, lo que sería la mejor opción para Rajoy, que no quiere echarle pero está cada vez más distanciado y pesimista sobre el futuro judicial del valenciano.

Camps, señalan los marianistas, sigue contando, pese a las dudas de algunos, con el apoyo de la mayoría del partido en la Comunidad Valenciana (excluido Alicante), y la operación de echarlo si él no se quiere ir sería muy arriesgada. Otros dirigentes señalan que muchos valencianos están también hartos de Camps y esperan una señal de Rajoy para empujarle a marcharse, pero mientras el líder no se mueva, nadie se moverá.

En cualquier caso, diversos dirigentes regionales y nacionales insistían ayer en privado en que la situación es cada vez más insostenible. "El auto es como para refundar el PP en la Comunidad Valenciana. Implican a casi toda la cúpula en casi todos los delitos posibles en política", sentenciaba un dirigente. Aún así, había también un dato positivo que muchos marianistas destacaban: el caso vuelve a la sala presidida por Juan Luis de la Rúa, el juez "más que amigo" de Camps.

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