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Los socialistas afrontan un nuevo liderazgo
Columna
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Retirada

Enrique Gil Calvo

De nuevo parece cumplirse la tradición presidencialista, desmentida en raras ocasiones, de que los segundos mandatos de un jefe de Gobierno acaban mal. Y en el caso de Zapatero ha sido tanto así que ha optado por tirar la toalla, anunciando antes de lo que esperaba su renuncia a presentarse a la reelección. ¿A qué se debe?

Para valorar mejor su gesto, podemos situarlo en un contexto más amplio, comparándolo con otros actos equiparables de sus homólogos europeos, como por ejemplo Angela Merkel. En efecto, a resultas de una grave crisis económica que no perdona a ningún gobernante, también la canciller alemana ha sufrido un intenso desgaste de su popularidad. Y eso le ha llevado a tomar decisiones comprometidas, o más bien a dejar de tomarlas, por temor a su inmediato coste electoral. Así ocurrió en mayo pasado, cuando su indecisión arruinó a Grecia, inició la crisis de los países periféricos y a punto estuvo de hundir al euro. Todo ello en la antesala de unas elecciones precisamente territoriales por más señas. Y ha ocurrido lo mismo ahora, cuando Merkel ha optado por la espantada ante la crisis libia por temor a su coste político en otras vísperas electorales análogas.

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¿Es este mismo el caso de Zapatero? ¿Ha anunciado su decisión de retirarse por temor al castigo electoral en las inminentes autonómicas? Para juzgarlo con ecuanimidad, podemos encuadrar el dilema en los términos que utilizó él mismo cuando anunció que decidiría con "responsabilidad", optando por lo que fuera mejor "para España y para el partido", por ese mismo orden.

1. Responsabilidad. ¿El gesto de Zapatero significa que ha sabido cumplir con su responsabilidad política? Depende de cómo lo valoremos. En un cierto sentido, no hay duda de que así es, pues renunciar a la candidatura a la reelección equivale a hacer como Ulises ante las sirenas: atarse al palo mayor para evitar que la tentación electoralista le impida tomar como gobernante las decisiones impopulares que son necesarias. Por decirlo así, sería un gesto inverso al de Merkel. Pero si lo consideramos de otro modo, las conclusiones son opuestas. Eludir el seguro castigo electoral que recibiría en las próximas elecciones generales significa también evadirse de su responsabilidad como gobernante obligado a rendir cuentas ante sus electores. Y esta exigencia de accountability es tanto más imperiosa cuanto su actual ejecutoria ha significado contravenir su propio programa electoral. Lo cual desmiente su propia retórica de sacrificio redentor ("me cueste lo que me cueste"), como si el Mesías hubiese logrado apartar de sí el cáliz del martirio eludiendo el calvario de su crucifixión.

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2. Lo mejor para España. ¿El gesto de Zapatero significa lo mejor para España? Me parece que no, pues creo que Botín tenía razón cuando le pidió que aguantase el tirón y se sacrificase por el bien del país. Ya sé que coincidir con nuestro primer banquero suena muy impopular, y por eso Mariano Rajoy prefirió rodearse de microempresarios. Pero es un error. El interés privado de las pequeñas empresas no tiene por qué coincidir con el interés general, pues muy bien pueden ganar a costa de los demás (es el dilema del free rider). En cambio, como el tamaño importa, en el caso de las mayores empresas su interés privado siempre coincide con el interés general: lo que es bueno para la General Motors es bueno para los EE UU. Y el análisis de Botín resulta incontestable, pues el anuncio de Zapatero de retirarse de la carrera por el poder le coloca objetivamente en situación de interinidad (el famoso pato cojo), creándose así un cierto vacío de poder.

3. Lo mejor para el partido. ¿El gesto de Zapatero significa lo mejor para el PSOE? Cabe dudarlo. Es verdad que con criterios electoralistas la renuncia del quemado Zapatero a concurrir puede significar una cierta reducción del probable voto de castigo, y eso cualquiera que sea el futuro candidato que presente el partido. Pero esto tampoco está tan claro, si tenemos en cuenta las luchas fratricidas que se van a abrir dentro del PSOE en las próximas primarias. En este sentido, el anuncio de Zapatero no ha puesto fin a la lucha por la sucesión sino que por el contrario ha supuesto su pistoletazo oficial de apertura.

¿Quién ganará la carrera sucesoria, Rubalcaba o Chacón? Si la competición fuera para el cargo de jefe del Gobierno, debería vencer el más experimentado Rubalcaba, pues el demonio sabe más por viejo que por diablo. Pero como será para el de jefe de la oposición, debería ganar Chacón, que necesita hacer tablas y sobre todo dispone de tiempo de sobra para la travesía del desierto del que carece su rival. ¿Y por qué no un ticket conjunto de los dos, que nos ahorre las primarias?

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