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ANÁLISIS | ELECCIONES 2011 | El cara a cara Rajoy-Rubalcaba

Rubalcaba fue más claro y audaz

Luis R. Aizpeolea

Todo se desarrolló como en un guion escrito de antemano. El candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, al partir de una situación de desventaja, salió al ataque, y el candidato del PP, Mariano Rajoy, desde la comodidad que le dan las encuestas, jugó a no arriesgar. El resultado fue que Rubalcaba expuso sus planes, su proyecto de Gobierno, con mayor claridad que Rajoy.

En el bloque más importante, el de economía y empleo, Rubalcaba centró su ataque a Rajoy en dos aspectos muy precisos: le interpeló sobre si recortaría las prestaciones de desempleo y si flexibilizaría la negociación colectiva en las pymes, con el programa del PP en mano, del que hizo gala de haberlo estudiado detenidamente. El candidato popular rehuyó el envite. Se mantuvo a la defensiva sobre sus planes y respondió, también, como estaba previsto en el guion: reprochó a Rubalcaba los cinco millones de desempleo como consecuencia de la gestión del Gobierno socialista, del que formó parte hasta julio.

Rubalcaba ganó en claridad a Rajoy al exponer su programa económico. Precisó su política de ingresos —impuesto para las grandes fortunas y a los bancos para crear empleo— y de ahorro —supresión de Diputaciones, lucha contra el fraude y reducción de las Fuerzas Armadas— con el compromiso de mantener las políticas sociales.

Rajoy apenas precisó. Habló de desarrollar una política de austeridad, pero no aclaró de dónde recortaría. Su respuesta a Rubalcaba fue hacer un canto genérico a la necesidad de crecer para crear empleo, lo que aumentaría la recaudación y aseguraría las políticas sociales. No obstante, en política social, Rajoy sí adquirió un compromiso: mantener el poder adquisitivo de las pensiones, aunque sin aclarar qué hará en los Presupuestos de 2012. El otro momento de mayor tensión, además del pulso sobre el recorte a las prestaciones de desempleo, fue el ataque de Rubalcaba a Rajoy por la subvención a los centros educativos de élite de la Comunidad de Madrid, como avanzadilla de su gestión educativa, y que Rajoy no admitió.

El final del debate fue más relajado. Ambos se comprometieron a gestionar juntos el fin de ETA. Y el corolario fue también de libro. Rajoy pidió el cambio para superar la crisis y Rubalcaba, muy emotivo, llamó a la movilización para soltar el freno de su electorado: la indiferencia por la gran losa en que la crisis ha sometido a la política.

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