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Rusia replica con dureza a España y expulsa a dos diplomáticos

Asuntos Exteriores echó a dos secretarios de la Embajada rusa a petición del CNI

Rusia expulsó en Nochebuena a dos diplomáticos españoles acreditados en Moscú en represalia por la retirada de la acreditación, hace siete semanas, de dos rusos adscritos a su Embajada en Madrid, según indican fuentes conocedoras del incidente.

Ignacio Cartagena, consejero político de la Embajada de España en Moscú, y Borja Cortés-Bretón, primer secretario, recibieron la semana pasada orden de expulsión del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso.

A principios de noviembre, la jefa de la diplomacia española, Trinidad Jiménez, había accedido a la petición del director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el general Félix Sanz Roldán, de expulsar a dos secretarios de embajada rusos.

El ministerio recibió pruebas del CNI de que los secretarios eran espías
El consejero español expulsado ayudó a los rusos a lanzar su programa cultural
Jiménez intentó evitar que el episodio trascienda a la luz pública
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Desde que Madrid y Moscú reanudaron relaciones es el incidente más grave
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El Gobierno guardó silencio para no dañar la relación

Se les echó de España por desarrollar "actividades incompatibles con su estatus", una expresión con la que se da a entender que se dedican al espionaje, que en su caso tenía derivaciones económicas. El CNI presentó pruebas contundentes. "El asunto era de envergadura", precisa una fuente cercana a la ministra.

Rusia ha replicado a la sanción española elevando aparentemente el nivel de los expulsados -un consejero y un secretario de la Embajada de España-, aunque en Asuntos Exteriores se insiste en que aplicó la estricta reciprocidad.

Pese a que está acreditado en Moscú como consejero, Ignacio Cartagena tiene nivel de secretario en el escalafón de la carrera diplomática, recuerdan fuentes del ministerio.

Cartagena se había consagrado en exclusiva estos últimos meses a ayudar a los responsables culturales rusos a preparar el Año de Rusia en España, que coincidirá con el de España en Rusia. Ambos se caracterizarán, a lo largo de 2011, por la organización de numerosas actividades culturales.

Fue el propio presidente ruso, Dmitri Medvédev, el que firmó en marzo la disposición administrativa que permite celebrar el acontecimiento al tiempo que aprobó la composición de un comité organizador prestigioso que preside el vicepresidente, Alexandr Zhúkov.

La severa respuesta rusa a la medida adoptada por Trinidad Jiménez no tiene nada de sorprendente. Habrá sido, probablemente, decidida por el hombre fuerte del país, Vladimir Putin, cuya biografía está vinculada a los servicios secretos. Trabajó en el célebre Comité de Seguridad de Estado (KGB) y dirigió después el Servicio Federal de Seguridad.

Asuntos Exteriores no tiene la intención de replicar a la expulsión de Cartagena y Cortés-Bretón retirando más acreditaciones de diplomáticos rusos. En este juego saldría perdiendo porque Rusia cuenta con 27 diplomáticos acreditados en Madrid mientras que los efectivos de la Embajada de España en Moscú solo ascienden a 17 diplomáticos.

El incidente es el más grave de cuantos han surgido entre España y Rusia desde que Madrid y Moscú restablecieron relaciones diplomáticas, en 1977. Entonces llevaban 38 años rotas, desde que la República fue derrotada en 1939.

Pese a su importancia, el Ministerio de Exteriores español se ha esforzado por evitar que trascienda la peripecia. El embajador de España en Moscú, Juan Antonio March, rehusó hacer cualquier comentario, así como su homólogo ruso en Madrid, Alexandr Kuznetsov.

El anterior altercado hispano-ruso, la detención en 2007 del agente del CNI Roberto Flórez, que vendió información al espionaje ruso, no dio lugar a ninguna expulsión. La semana pasada, el Tribunal Supremo rebajó de 12 a nueve años de cárcel la condena que le había sido impuesta a Flórez.

En su libro Memorias de Entreguerras, publicado en 2005, el ex ministro de Defensa Federico Trillo reveló que el Gobierno de José María Aznar expulsó a finales de 2002 "a dos funcionarios de la Embajada rusa en Madrid (...) sorprendidos en acciones de espionaje".

Moscú reaccionó haciendo otro tanto con un suboficial del Ejército de Tierra adscrito a la Embajada de España del que Trillo asegura que no pertenecía al CNI. Esas represalias causaron, según Trillo, "gran indignación tanto en Exteriores como en Defensa", que debían ignorar que Moscú siempre responde de la misma manera.

"¿Y tú te lo crees o pretendes que me lo crea?", le preguntó el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Ivanov, a Trillo cuando este intentó explicarle, en noviembre de 2002, en Praga, que el suboficial no era un espía español. "Vosotros habéis expulsado a dos, nosotros solo a uno, aún me debes uno", concluyó Ivanov su conversación con el ministro español agarrándole del brazo y echándole una "mirada fiera".

Ahora han sido dos por dos, pese a que Moscú no puede reprochar a los diplomáticos españoles ninguna actividad delictiva.

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero (a la derecha), junto al mandatario ruso Dmitri Medvédev, el 3 de marzo de 2009.
El presidente José Luis Rodríguez Zapatero (a la derecha), junto al mandatario ruso Dmitri Medvédev, el 3 de marzo de 2009.ULY MARTÍN

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