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Reportaje:LA INVESTIGACIÓN DE LOS ATENTADOS DE MADRID

'Saíd el mensajero', la pista perdida

Saíd Berraj, uno de los presuntos autores materiales del 11-M, estaba siendo vigilado y su teléfono intervenido desde diciembre

José María Irujo

Saíd Berraj, uno de los presuntos autores materiales del 11-M, estaba siendo investigado por la policía varios meses antes del atentado terrorista y su teléfono fue intervenido con mandamiento judicial el pasado mes de diciembre, pero los agentes no lograron identificarlo plenamente hasta el 9 de marzo, dos días antes del ataque terrorista, fecha en la que Interpol remitió desde Turquía su fotografía y sus huellas dactilares, según señalan fuentes policiales y judiciales. Ese mismo día, Berraj ya había desaparecido de su casa en Madrid.

La pista que se seguía de esta persona a la que Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, presunto jefe de una célula de Al Qaeda, denominaba en sus conversaciones telefónicas como Saíd el mensajero, conducía hasta el corazón del comando terrorista de Al Qaeda que el pasado mes de marzo provocó en Madrid la mayor matanza de la historia de la UE. Pero la falta de medios en la policía, unos 50 agentes en Madrid dedicados al terrorismo islamista, y la burocracia judicial provocaron que no se descubriera su implicación en la trama.

Las autoridades turcas tardaron dos meses y medio en enviar sus huellas y fotografía
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La identificación del marroquí Saíd Berraj, de 32 años, se logró gracias a una comisión rogatoria (ayuda judicial) solicitada el 16 de enero de 2003 por el juez Baltasar Garzón a las autoridades turcas en el marco del proceso que se sigue en el Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional contra Abu Dahdah, un sirio de 40 años casado con una madrileña y detenido en noviembre de 2001 por su presunta vinculación con el 11-S.

La respuesta de los jueces turcos tardó menos de un año, un plazo razonable en opinión de fuentes judiciales. Se recibió el 2 de octubre de 2003 y se tradujo y remitió en diciembre a la Unidad Central de Información Exterior. Las autoridades de ese país contestaron que Saíd Berraj fue detenido el 10 de octubre de 2000 en un piso en Estambul en el que se encontraba con Amer Azizi, Salahedin Benyaich, Lahcen Ikassrien y Mohamed Haddan, todos viejos conocidos de los especialistas en terrorismo islamista. Los cuatro buscaban en Turquía nuevas rutas para enviar a los campos terroristas de Afganistán a los muyahidin que reclutaban en España. En sus declaraciones a la policía turca dijeron que estaban en Estambul "estudiando el islam".

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Los jueces turcos informaron que Berraj y Azizi fueron deportados el 14 de octubre de 2000 a Teherán, Benyaich a Londres e Ikassrien a la Embajada de Marruecos en Ankara, aunque permaneció en Turquía. En la actualidad este último se encuentra preso en la base norteamericana de Guantánamo (Cuba) y Benyaich detenido en Marruecos por su presunta implicación en el atentado de Casablanca. Los turcos señalaron que en aquellas fechas también visitó Estambul Abu Dahdah, el jefe de la célula española de Al Qaeda, probablemente para reunirse con sus hombres.

Cuando la respuesta de las autoridades turcas llegó al cuartel madrileño de Canillas, sede de la Comisaría General de Información, el misterio de quién era Saíd el mensajero parecía desvelado. Todo indicaba que el Saíd del que hablaba Abu Dahdah en las conversaciones telefónicas grabadas hace años por la policía, era Saíd Berraj, el marroquí detenido en Estambul y deportado a Teherán. Tras descartar a otros Berraj que vivían en Madrid, entre ellos al peluquero de Lavapiés en cuyo local se purificaban con agua de La Meca los autores del 11-M, se localizó al sospechoso.

Según señala el auto de procesamiento dictado recientemente por Garzón contra Berraj, se comprobó que una persona con idéntica filiación que el detenido en Estambul vivía en el número 70 de la madrileña calle de Rocafort. Se le intervino su teléfono el 19 de diciembre de 2003. En ese domicilio había residido Driss Chebli, detenido en junio de 2003 y procesado por el juez por su presunta pertenencia al grupo de Abu Dahdah.

Tres días después los agentes pidieron a través de la Interpol que las autoridades turcas remitieran fotografías y huellas de los cuatro detenidos en Turquía, así como su posible vinculación con grupos en la órbita de Al Qaeda. El día 29, Interpol Ankara contestó, pero no envió el material de identificación solicitado. El 8 de enero de 2004, la policía volvió a insistir y los turcos enviaron finalmente las fotos y huellas de Berraj el 9 de marzo. Habían pasado dos meses y medio. Su rostro correspondía al de la persona que vivía en la calle de Rocafort y cuyo teléfono se había intervenido en diciembre. El día 10, 24 horas antes del atentado, un escrito de la Embajada española en Ankara completó los datos.

Fuentes policiales reconocen que los expertos en terrorismo islamista trabajaron a partir de diciembre de 2003 en la identificación de Berraj, pero insisten en que sin su fotografía y sus huellas no estaban seguros de quién era su objetivo.

"El mismo día que tuvimos su fotografía Berraj ya no estaba en su domicilio. Había desaparecido al igual que otros terroristas del 11-M, que abandonaron sus casas días antes del atentado", señala un responsable del servicio de información. El marroquí se había ausentado de su trabajo el día 9 y había facilitado un teléfono de contacto, relacionado con el locutorio que regentaba Jamal Zougam, otro marroquí detenido por su presunta participación en el atentado. Berraj y Zougam se conocían.

La policía ignoraba que Berraj era uno de los elegidos para volar los cuatro trenes de Atocha. Desconocía que un grupo de Al Qaeda preparaba un atentado en Madrid. "Nadie esperaba que nos atizaran", señala un mando policial encargado de la investigación. De Berraj se sabía su relación con la célula de Abu Dahdah, desarticulada en 2001, y la certeza de que había asistido a la reunión en Estambul con otros destacados integristas. "Eran elementos para investigarlo, pero no para detenerlo. Todavía no teníamos pruebas de carácter delictivo. Ése es uno de los beneficios de la democracia", argumenta otro jefe de la investigación. Las fuentes consultadas aseguran que la intervención telefónica a la que estuvo sometido no aportó pistas sobre el 11-M.

¿Se podía haber identificado antes a Berraj? ¿Si se le hubiera vigilado día y noche se habría descubierto la preparación del 11-M? Pese a que Osama Bin Laden señaló a España en octubre de 2003 como uno de los objetivos de Al Qaeda, las unidades de policía, Guardia Civil y Centro Nacional de Inteligencia que investigaban el terrorismo islamista se incrementaron en un 25% y entre los tres cuerpos alcanzaban unos 150 hombres, muchos dedicados a tareas burocráticas y administrativas.

En la Unidad Central de Información Exterior, la que lleva el peso de estas investigaciones, la mayoría de sus 50 hombres estaban dedicados en esas fechas a tramitar las numerosas comisiones rogatorias remitidas por el juez Garzón a varios países por la causa de Abu Dahdah, otros a asistir a foros internacionales y el resto a investigaciones puntuales en diversas provincias. Quedaba un pequeño equipo para investigar la pista de Berraj y la de otros sospechosos que participaron en el 11-M como Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino, al que habían seguido y fotografiado varias veces desde 1995 hasta 2001.

El Tunecino, jefe del comando del 11-M, según aseguró el juez Juan del Olmo, estaba siendo investigado también por agentes de la Brigada de Información de Madrid durante las semanas previas al atentado. Se le seguía desde 2003 en el marco de una investigación de presunto blanqueo de dinero por parte de fundamentalistas. "Si le hubiéramos detenido, tanto en el marco de la investigación sobre Abu Dahdah (cerrada con una redada en la que se detuvo a 20 personas) o en las últimas pesquisas, el juez lo habría puesto en libertad", asegura un alto mando policial. El Tunecino murió en la explosión del piso de la localidad madrileña de Leganés junto con otros seis suicidas presuntos autores del 11-M, uno de los cuales podría ser el propio Berraj. Se ha dictado su búsqueda y captura.

Vagones de tren destrozados por los atentados del 11-M en la estación de Atocha.
Vagones de tren destrozados por los atentados del 11-M en la estación de Atocha.GORKA LEJARCEGI

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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