Salt, voto e inmigración
Los vecinos de la población gerundense, con 40% de población extranjera, acuden a las urnas pensando en los problemas municipales
Hoy se decide quién gobernará la Generalitat durante los próximos cuatro años. En teoría, el voto tiene poco que ver con lo que pasa en cada municipio. Pero hay lugares como Salt (Girona) donde no se puede votar sin tener presente el problema de sus lugareños. La ciudad gerundense tiene más de un 40% de inmigración. Y casi el 80% vive en el centro de la población, donde hay una densidad de 176 viviendas por hectárea (en el resto del municipio la media ronda las 12 viviendas por hectárea). Eso genera problemas de convivencia.
"Salt no lo arregla ni Dios", dice, determinante Xavier M., de 25 años. Está camino de ir a expresar su voluntad en un colegio electoralcercano a su casa, al lado del mercado de la población. No quiere desvelar su voto -"es secreto, ¿no?", se excusa-, pero no le importa decir que no votará a socialistas. "No me los creo", confiesa el joven, que se define de izquierdas. Si tampoco vota a Convergència i Unió ni al Partido Popular, el cerco se estrecha muchísimo.
Elvira Beiés ha sido algo más madrugadora que Xavier. A las 10.00 horasya andaba del brazo de su marido camino del colegio electoral instalado al lado de la sede de la Policía Municipal. "Votaré cambio", dice, con la papeleta ya preparada en la mano. A sus 72 años, le gustaría irse de la población. "Me han puesto un somier en la escalera", aduce, como un motivo de tantos. Pero no ve factible mudarse: "Aquí lo tenemos todo a mano y llevamos toda la vida..."
En la escuela La Farga, con más de un 90% del alumnado extranjero, se han puesto seis mesas electorales. Dentro se está calentito. Fuera uno se pela de frío. Malkiat Singh, de 39 años, se dirige al centro. Quiere pasar un rato con sus tres hijas y su mujer, pero se lo han encontrado convertido en colegio electoral. "Votaré a CiU", dice, alegre. Pero en realidad no puede votar. Malkiat, originario de la India, tiene un permiso de residencia permanente, que no le da derecho al sufragio en las autonómicas.
P. M., de 83 años, está enamorada de su población. También ha ido a votar yay ha apostado por el cambio. Se queja de los problemas de convivencia, como la mayoría de vecinos. Pero defiende que es una "saltenca" de toda la vida, encantada con su municipio, que tiene unos retos añadidos. Pero también unas oportunidades únicas.

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