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Silencio nuclear

Las centrales abogan por el hermetismo cuando sufren percances en sus instalaciones

Àngels Piñol

Este verano las centrales nucleares españolas han sufrido numerosos accidentes. Los últimos ejemplos son las dos averías de Vandellòs 2 y las de Almaraz 1 y Ascó 1. Los tres primeros incidentes activaron los planes de emergencia nuclear, y en Almaraz 1 incluso se registraron emanaciones radiactivas. Las direcciones de las nucleares minimizaron esas anomalías, cuando no las silenciaron, y bajo sus complicadas explicaciones técnicas crearon el temor de que se ocultaba información sobre el verdadero riesgo que se había corrido durante las averías.

El pasado jueves la entidad ecologista del Servicio Mundial de Información sobre la Energía (WISE) difundió un informe en el que se aseguraba que la central Vandellòs 2, en Tarragona, desde el pasado mes de octubre sufrió 27 accidentes, que fueron ocultados a la opinión pública. WISE cree que esa desinformación puede hacerse extensiva a otras centrales del país."Nosotros no mentirnos en relación a las averías que tenemos, si la gente no nos cree es su problema", declara Joan Carrasco, director adjunto de Vandellòs 2, que no termina de comprender por qué la gente "nunca cuestiona los diagnósticos de los médicos y nunca cree lo que nosotros decimos".

Según el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), la población española no ha corrido casi nunca un riesgo real durante los más de 300 siniestros nucleares declarados desde 1981 e insiste en que "no pasa nada aunque se encienda la luz roja de alerta". Los portavoces del CSN afirman, sin embargo, que el accidente: de Almaraz 1, la central situada en Cáceres, "fue grave".

Durante ese incidente, que se registró el 13 de julio, los habitantes de la zona próxima a la central no fueron informados sobre el alcance de la avería. La dirección negó entonces que hubiesen emisiones radiactivas al exterior durante más de dos horas, tal y como posteriormente reconoció el CSN.

El CSN es un organismo oficial autónomo que se dedica a fiscalizar y controlar el funcionamiento de las nucleares españolas y cuyos informes son vinculantes para los organismos estatales que ofrecen las autorizaciones para la apertura de las centrales atómicas.

Los ecologistas del WISE, por su parte, señalan corno "un momento crítico" el apagón que dejó a oscuras a la totalidad de Cataluña el pasado 14 de octubre. "Aquello sí que fue peligroso, ya que la red eléctrica catalana bajó hasta cero, de repente, mientras las dos centrales de Aseó funcionaban al cien por cien de su potencia". Según el WISE, "si los dos generadores de diesel de la central hubieran fallado, la fuga radiactiva hubiera sido inevitable".

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La comunicación entre las plantas atómicas y el CSN suele ser fluida, porque si alguna central no acata esas normas puede ser sancionada, como ocurrió con Vandellòs 2, que hace dos meses informó sobre la existencia de un incendio con 40 minutos de retraso. El CSN también puede exigir a las centrales que revisen profundamente el estado de su reactor, provocando indirectamente paradas que valen centenares de millones de pesetas.

Reticencias

Las centrales españolas informan con reticencias sobre sus siniestros o, cuando menos, tienden a minimizarlos, según se desprende de los últimos incidentes registrados este verano. El CSN y los ecologistas se convierten entonces en los mejores interlocutores para conocer si las direcciones de las nucleares ocultan o no parte de la verdad de lo que ha ocurrido.Portavoces del CSN aseguran que el estado de las centrales españolas en cuanto a la seguridad es óptimo, y subrayan que "no es nada escandaloso que se hayan registrado cuatro accidentes, de mayor o menor consideración, durante los meses de estío".

En este sentido, el porcentaje de las paradas no programadas de los reactores españoles, cuando éstos detectan una avería, es similar al de los países europeos industrializados, como Francia o Alemania. Japón encabeza la lista de los que mejor controlan el funcionamiento de sus plantas, mientras que, sorprendentemente, Estados Unidos, de donde España importa tecnología nuclear, ocupa el último lugar de la fila.

España, con 49 disparos registrados en los dos últimos años, según cifras contempladas en los informes semestrales del CSN, se encuentra en la zona intermedia de la estadística. Esta versión ha sido cuestionada en parte por los ecologistas del WISE, quienes, a pesar de coincidir con el organismo oficial sobre la situación de España, advierten que en Estados Unidos no se produce mayor número de disparos que en otros lugares, sino que en aquel país "la transparencia es absoluta y se sabe públicamente el más mínimo problema que surge, a diferencia de España, donde los técnicos del CSN tienen informes que no remiten ni a los diputados".

En Estados Unidos existe una institución denominada Nuclear Regularity Commission, que está financiada por los impuestos que pagan las propias empresas eléctricas. Los boletines mensuales de incidencia se divulgan, según la misma fuente, sin dar lugar a posibles ocultismos.

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