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Reportaje:La precampaña electoral | Las listas paritarias

Sólo cinco diputadas más

Las triquiñuelas de los partidos al hacer las listas dejan sin efecto la Ley de Igualdad

El 9 de marzo España inaugura unas elecciones generales bajo la Ley de Igualdad, que no permite que las listas tengan menos de un 40% ni más de un 60% de candidatos de ninguno de los dos sexos. ¿Qué ocurriría si se repitieran los resultados de 2004? Nada nuevo, por increíble que parezca. En el Congreso se sentarían sólo cinco mujeres más. La distribución por sexos quedaría en un 62,9% para los hombres y un 37,1% para las mujeres, que no alcanzan ni el 40%.

Quienes han diseñado las listas electorales no han tenido que aplicar intrincadas operaciones matemáticas para burlar el espíritu de la ley, han bastado los trucos de siempre: los puestos de salida los ocupan hombres en su mayoría y los que tiene menos posibilidades, mujeres. Para evitar eso se estableció que cada tramo de cinco candidatos debía respetar una fórmula: no más de un 60%, no menos de un 40% de ningún sexo.

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A pesar de ello, el PSOE, que impulsó esta ley, apoyada por todos los partidos menos el PP, perdería dos diputadas en el Congreso; el PP ganaría cuatro; CiU, tres, y Coalición Canaria, una, la misma que pierde IU. Lo demás se mantiene tal cual.

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¿Qué ha ocurrido? Sólo hay un puñado de provincias donde las mujeres representan el 60% y los hombres el 40% (siete en el caso del PSOE, ocho en el del PP). Pero de poco sirve. Ellos pueden obtener ventaja si se cuida bien el puesto que ocupan. Se puede tomar como ejemplo el caso de la lista del PP por Córdoba. En 2004, los cinco primeros puestos lo ocupaban tres mujeres y dos hombres, como ahora, pero entonces se colocaron así: un hombre, una mujer y otra mujer, los tres escaños que lograron. Esta vez, las candidatas han sido desplazadas y sólo una estaría en disposición de ganar escaño (ver gráfico). El PP suele colocar dos varones de salida.

De nada han servido tampoco las listas en cremallera (hombre-mujer-hombre-mujer), que los socialistas se impusieron en los pasados comicios. Éstas también tienen trampa. Muchas circunscripciones sólo aportan al Congreso tres, cuatro o cinco diputados. Si es un hombre el que abre la lista y el número de electos es impar, habrá más diputados que diputadas. Y sólo un 25% de las provincias tienen a una mujer en lo más alto del cartel electoral. Tanto en el PSOE como en el PP.

Otro truco, éste más burdo, es saltarse la alternancia hombre-mujer o mujer-hombre, sin más. No hubo lista cremallera en A Coruña en 2004: una mujer, dos hombres y una mujer, por ese orden, ocuparon los cuatro escaños logrados. En esta convocatoria tampoco hay cremallera, pero un ministro, César Antonio Molina, ha desplazado a la candidata anterior al segundo puesto, y la que salió en cuarta posición queda relegada a un quinto puesto; si el resultado se repite, ella no saldrá esta vez. Así que, tres hombres y una mujer. El PSOE perdería, por tanto, una mujer en A Coruña.

En el caso de León, esta vez convenía más la lista cremallera, porque los socialistas obtuvieron tres diputados. En 2004 había un hombre y dos mujeres. Si se repitieran los resultados, ahora habría un hombre, una mujer, y un hombre. Una menos.

El PP ha hecho lo mismo en Badajoz, pero al revés. En 2004 su lista empezaba en cremallera y permitió que salieran dos diputadas. Ahora, dos hombres encabezan la lista. Con los resultados de 2004, perderían una diputada.

Todo esto se ha cocinado sin alterar los porcentajes en el tramo de los cinco primeros puestos. Al final, sólo CiU aumenta significativamente el número de diputadas. Pasa de una a tres. Izquierda Unida y los socialistas restarían una y dos diputadas respectivamente.

En resumen, los partidos han apostado por cubrir el expediente de la ley. Algo más lógico en el caso del PP, que recurrió ante el Tribunal Constitucional contra la paridad en las listas. El recurso fue rechazado por el alto tribunal el 29 de enero.

"Han respetado los porcentajes tan escrupulosamente que parece una huelga de celo", lamenta Soledad Murillo, la secretaria general de Políticas de Igualdad y una de las impulsoras de la ley. "Prácticamente lo mismo pasó en las municipales [con un 7% más de mujeres concejales que en 2003]: han convertido el porcentaje mínimo en una cuota, en lugar de tender hacia una presencia equilibrada, que es lo que se pretendía con esa horquilla del 40%-60%. Lo que esto pone de manifiesto es que no se entiende el principio de igualdad; la presencia de las mujeres aún se ve como una cesión obligada por ley, por eso sólo ocupan el 40%", se queja.

Murillo sentencia: "Esto deja ver la importancia de que se haya obligado a ello, pero los que hemos trabajado en la ley no hemos pensado que el 40% era para las mujeres. La igualdad debe ser un principio democrático, no es un favor, ni una obligación. Pero para los que han criticado la ley por intervencionista hay que decir que sí, intervencionista, y gracias".

En la cocina electoral todos parecen haberse conjurado para cambiar las cosas (de forma discreta) de forma que los cambios no cambien nada. La ley aprobada en el Congreso el 15 de marzo de 2007 sólo llevará a la Cámara cinco diputadas más.

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