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"Sólo podíamos programar dos aviones al mes por limitaciones presupuestarias"

Miguel González

El 30 de junio de 2005, al día siguiente de que el ex ministro Trillo-Figueroa le citase en el Congreso como uno de los responsables de gestionar el Yak-42, el vicealmirante José Antonio Martínez Sainz-Rozas, jefe de la División de Operaciones del Estado Mayor Conjunto en el momento del accidente, escribió una carta en la que daba su versión de lo sucedido y desmentía que no hubiese instrucciones de ahorrar en este tipo de vuelos.

"Siempre actué con total lealtad y a día de hoy, con la información de que dispongo, sigo considerando que en el EMAD [Estado Mayor de la Defensa] se hizo bien el trabajo, aunque en el proceso de contratación intervinieron muchas personas [...] y quizás pudo pecarse de exceso de confianza", señalaba la misiva, hasta ahora inédita.

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"[...] El entorno de trabajo era complejo y requería coordinar muchos aspectos", continuaba la carta. "En esa complejidad incidía indiscutiblemente la sensibilidad política que se vivía respecto al conflicto iraquí: esta circunstancia modulaba de arriba hacia abajo nuestra actividad de forma que, en algunos casos, teníamos incluso que esperar a que el Jefe del EMAD recibiera la autorización del Ministro para concretar los detalles de algunos vuelos (fecha, carga y/o personas) lo que inevitablemente producía improvisaciones con las consiguientes quejas de los destinatarios".

Quejas de destinatarios

"Por otra parte,", agregaba, "después de finalizado el despliegue de la fuerza, únicamente podíamos programar dos aviones/mes de apoyo por limitaciones presupuestarias. La justificación que nos daban desde el propio Ministerio [...] era que el Fondo de Contingencia [...] estaba también condicionado por otros gastos, como el del Prestige, inundaciones y los gastos derivados de otras operaciones como Afganistán, Índico y Balcanes. Esta circunstancia nos llevaba a tener que priorizar la carga de los vuelos programados en el Plan de Movimientos, lo que inevitablemente producía retrasos en el envío de algunos apoyos y quejas de los destinatarios [...]".

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"Aunque soy consciente de que, además, existieron problemas con el catering, retrasos en los horarios, problemas con visados, que reclamábamos a la compañía contratista inmediatamente, me gustaría destacar una vez más que nunca me llegaron quejas relativas a la seguridad de los vuelos antes del día del desgraciado accidente que, con los datos que tengo, en mi opinión, se trató de un fallo humano".

En mayo de 2003 hubo tres vuelos a Afganistán. Sainz-Rozas todavía no ha sido citado a declarar por el juez.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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