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Reportaje:

Alrededor de 150 de muertos y centenares de heridos al explosionar un camión de gas en un "camping"

Alrededor de 150 muertos y varios centenares de heridos de distinta consideración (cincuenta de ellos eran considerados como gravísimos a las dos y media de la madrugada de hoy) es el balance provisional del accidente producido ayer en el camping Los Alfaques, próximo a la localidad castellonense de San Carlos de la Rápita, cuando un camión-cisterna cargado de gas propileno se precipitó inexplicablemente sobre el mismo, produciendo una tremenda explosión, seguida de un gigantesco incendio. A altas horas de la madrugada las noticias seguían siendo confusas en lo que respecta no sólo a la causa del accidente y al número de muertos y heridos, sino también en lo que afectaba a la situación sanitaria de estos últimos, a la identificación de los muertos y a las medidas tomadas como consecuencia del accidente. Un equipo de enviados especiales de EL PAIS, desplazado al lugar de los hechos apenas conocido el trágico suceso, compuesto por , informa ampliamente sobre el mismo.

El accidente se produjo alrededor de las dos y media de la tarde. A esa hora, el camión cisterna matrícula M-7034-C, de la empresa Cisternas Reunidas, conducido por Francisco Ibernón, cargado con 43 metros cúbicos de gas propileno, que se dirigía desde Tarragona a Puertollano, y que circulaba por el punto kilométrico 160 de la carretera nacional 340, entre Barcelona y Valencia, por causas desconocidas se precipitó sobre el camping de Los Alfaques, situado junto a la citada carretera, enfrente de la discoteca Las Cancelas, haciendo explosión su contenido.El efecto de la misma fue tal que provocó un cráter de varios metros de profundidad y de veinte metros de diámetro, destruyendo más de la mitad del camping y varios chalets de los alrededores. De la idea de la violencia de la misma -que fue oída en varios kilómetros a la redonda- habla por si solo el hecho de que la cisterna del camión salió disparada por los aires y parte cayó cerca de la piscina de una urbanización situada a unos quinientos metros del lugar.

Según las primeras apreciaciones, siempre a falta de una versión oficial, que no se produjo durante todo el día de ayer, la causa primera del accidente fue el reventón de una de las ruedas del camión, que fue seguido de un pequeño incendio en el mismo. El conductor del camión, según esta hipótesis, perdió el control del vehículo, que fue a estrellarse contra una de las paredes exteriores del camping. Inmediatamente se produjo una tremenda explosión, seguida por una segunda y por un gigantesco incendio.

En ese momento, como si se tratase de una plaga bíblica, una lluvia de fuego comenzó a caer sobre el camping y sus inmediaciones, dejando reducidas a cenizas a personas, coches, enseres: todo lo que se encontraba en un radio de acción de trescientos metros. La explosión del camión hizo que igualmente explosionasen «por simpatía» la gran mayoría de las bombonas de butano del camping, lo que magnificó las proporciones de la tragedia.

Aunque el camping de Los Alfaques, calificado comode segunda categoría, situado a cinco kilómetros de la localidad de San Carlos de la Rápita, en la zona denominada de Alcanar, en el kilómetro 16 de la carretera que une Vinaroz y Venta Nueva, tiene una capacidad legal para 260 personas, se calcula -según una primera a preciación del número de víctimas- que en el momento de producirse el siniestro el número de personas que se encontraban en el interior y proximidades del camping se aproximaba al millar.

La mayor parte de las personas que habitaban el camping eran de nacionalidad francesa, alemana, belga e inglesa. Testigos presenciales y personas que acudieron al lugar inmediatamente después de producirse la explosión relataron que el espectáculo era dantesco. En medio del gran incendio que siguió a la explosión aparecían numerosos cadáveres completamente calcinados e irreconocibles. Algunos cadáveres fueron lanzados, por la onda expansiva, al mar, situado en las cercanías del camping. Otros cadáveres aparecían descuartizados.

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Inmediatamente después de producirse el suceso fueron movilizados todos los efectivos de la Guardia Civil, policía municipal, bomberos, Cruz Roja, así como varios efectivos militares que con dotaciones de ambulancias y helicópteros iniciaron la operación de evacuación de los heridos. Una gran cantidad de vecinos de San Carlos de la Rápita y de otras zonas colindantes participaron con sus coches particulares en la evacuación de las víctimas.

La misma se realizó a los centros sanitarios de Vinaroz, Tortosa, Valencia, Castellón de la Plana, Tarragona y Barcelona. Los servicios de evacuación fueron coordinados en una primera fase por el Gobierno Civil de Tarragona, apoyado logísticamente por el Gobierno Civil de Barcelona.

La Guardia Civil cortó el tráfico en las principales carreteras nacionales de la zona, que se convirtieron en una caravana incesante de ambulancias que circulaban en todas las direcciones. Médicos particulares de numerosas localidades próximas, en su mayoría de vacaciones, se presentaron en la zona para colaborar voluntariamente eb las tareas de evacuación. Igualmente, una gran cantidad de personas formaron colas ante los centros sanitarios que acogían a los heridos por si era necesaria una donación masiva de sangre.

Los aeropuertos del Prat (en Barcelona) y Reus quedaron inhabilitados en su mayor parte para el despegue y aterrizaje de los helicópteros que transportaban heridos. En las principales clínicas (en particular en La Fe, de Valencia, y en el Francisco Franco, de Barcelona) se dejó de admitir a enfermos normales con el fin de tener una mayor cobertura para los heridos del camping.

La operación de evacuación se vio dificultada en un principio por la gran confusión que se origí no debido a los diferentes idiomas de los turistas y a las escenas de patetísmo producidas por el ánimo de los supervivientes de encontrar entre los restos de los cadáveres calcinados a familiares y amigos.

A las tres de la madrugada se había dado prácticamente por finalizada la operación de evacuación de las víctimas, si bien efectivos militares proseguían las excavaciones en la zona, con el fin de encontrar posibles cadáveres sepultados.

Una nota del Gobierno Civil de Tarragona hablaba, a primera hora de la madrugada, de 109 muertos y de más de doscientos heridos, si bien varias agencias de información nacionales cifraban el número de fallecidos en más de 130 y otras fuentes señalaban que esta cifra aumentaba sensiblemente. La cifra de fallecidos se iba incrementando paulatinamente, teniendo en cuenta que cerca de setenta personas estaban consideradas como gravísimas, prácticamente desahuciadas por los médicos, toda vez que presentaban quemaduras de hasta un 90% de la superficie corporal.

De hecho, continuos despachos de las agencias de prensa iban dando cuenta de fallecimientos aislados de personas.

A primeras horas de la madrugada comenzaron a circular las primeras listas de heridos. Para ello fue preciso averiguar con cada uno de ellos su verdadera identidad, ya que casi todas las víctimas se hallaban en traje de baño y, por tanto, sin ningún documento identificatorio. Esta ha sido, igualmente la causa de que hasta altas horas de la madrugada haya sido imposible facilitar la identidad de los fallecidos. Los cadáveres calcinados, destrozados, irreconocibles, hacían imposible esta tarea, a la que contribuía el hecho de que las oficinas del camping, en las que se encontraban los ficheros de los residentes, fueron presa, asimismo, del fuego.

Autoridades responsables manifestaban anoche que en un buen porcentaje los fallecidos no podrán ser identificados, porque los cadáveres son absolutamente irreconocibles.

Anoche más de cien muertos habían sido trasladados al cementerio de Tortosa, en tanto que los restantes continuaban depositados en los depósitos de cadáveres de los distintos centros sanitarios, en espera de ser trasladados a aquél.

Los servicios consulares de Francia, Alemania, Inglaterra y otros países correspondientes a las nacionalidades de los turistas que habitaban el camping ofrecieron inmediatamente su colaboración para este menester a las autoridades españolas. La operación de indentificación de las víctimas se hace más difícil, toda vez que han quedado completamente destruidas y calcinadas las oficinas del camping, donde se guardaban las Estas de residentes.

Caravanas de ambulancias

Por ser la hora del almuerzo y de la siesta, el camping estaba más concurrido que nunca. Un testigo presencial relalaba el milagroso caso de una niña que había salvado su vida porque había salido del camping a comprar un helado. Otra niña de cuatro años fue hallada en una discoteca situada frente al camping, que también quedó completamente destruida.

La primera noticia del accidente se había tenido en San Carlos de la Rápita cuando los habituales de la zona vieron cruzar las calles a numerosos coches con pañuelos blancos en las ventanillas y haciendo sonar sus cláxones. Un vehículo con altavoces recorría las calles de San Carlos y otras localidades cercanas solicitando la ayuda de los vecinos en las tareas de rescate. Muchos de estos colaboraron en tareas de excavación en la zona y alrededores por si algunos cadáveres habían quedado sepultados.

La Cruz Roja recogió durante toda la tarde y toda la noche a gran cantidad de niños que habían perdido a sus padres o que éstos habían fallecido, lo que contribuía aún más al patetismo del suceso.

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