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Talento, amor, locura y arte

La Fundación Mapfre reúne el centenar de obras que se conservan de Camille Claudet, acompañadas de fotos, documentos y sus apasionadas cartas a Rodin, maestro y amante

Uno de los conjuntos escultóricos de la muestra.
Uno de los conjuntos escultóricos de la muestra.

De exquisito e inquietante talento, la escultora francesa Camille Claudel (1864-1943) esperó 40 años bajo tierra a que Anne Delbée le diera la fama novelando su vida, que es de tal dramatismo, injusticia y tormento que ha eclipsado su aportación al arte. Comtemporánea de Toulouse-Lautrec, Munch y Kandinsky, su obra es inseparable de la del gigante Auguste Rodin. No sólo porque fuera su maestro y amante, sino porque le inspira su mejor pieza, L'âge mûr. Desde el 7 de noviembre al 13 de enero de 2008, la sala de exposiciones de la Fundación Mapfre en Madrid (General Perón, 40) acoge la primera muestra monográfica que se dedica a la gran escultora de fin de siglo en España.

Desde niña, la bella Camille de ojos azules juega con el barro y esculpe a los que la rodean, como a su hermano Paul, futuro poeta y dramaturgo, y a su sirviente Helene. De su Champagne natal se traslada a París en 1883, donde ingresa en la academia Colarussi, uno de los pocos centros que acepta a mujeres. Tiene su primer encuentro con Rodin en 1883 y un año después empieza a trabajar en su taller. Él tenía 43 años y ella 19. Pasan 15 años juntos. Camille posa para el genio de la barba roja y colabora en la realización de Las Puertas del Infierno y Los burgueses de Calais. Muy influenciada por el escultor, logra una voz propia. Camille, modelo y su musa de obras como la Danaïde o Fugit Amor, mantiene durante varios años con Rodin una relación complicada, conflictiva y con continuas interrupciones y crisis que enriquece la obra de ambos. Así, sus grandes trabajos parecen dialogar: El eterno ídolo, de Rodin con Sakountala, de Claudel, o El beso, del escultor frente a El abandono, de Camille. Ya que, a diferencia de otras grandes parejas del arte (Gala y Dalí, Modigliani y Jeanne Hébuterne), ambos son creadores.

Además de la competencia y los celos profesionales, el mayor problema es que Rodin está unido a la costurera Rose Beuret, a quien no tiene intención de abandonar por Camille, ni siquiera cuando ésta se quedó embarazada de un hijo que nunca llegó a nacer. Este triángulo inspira de una de las obras más importantes de Camille, L'Age Mur (La edad madura), en la que la propia artista, desnuda, arrodillada y suplicante, dirige sus manos hacia un Rodin también desnudo, quien le da la espalda mientras una mujer vieja, medio ángel medio bruja (Beuret) se lo lleva. Algunas interpretaciones convierten a Beuret en la misma muerte. En 1898 rompen definitivamente y entra en la vida de la artista el compositor Claude Debussy, pero también él está unido a otra mujer. Mientras, sus obras alcanzan cierto éxito y aparecen con frecuencia artículos sobre ella en las revistas de arte. En esta época de crisis emocional, Camille se encierra en su taller y se aleja del mundo. En diciembre de 1905, Camille realiza su última gran exposición.

30 años en un manicomio

A partir de ahí, sufre crisis nerviosas y depresiones que se agudizarán cada vez más y comenzará a destruir sus obras. Sufre la enfermedad sola y sin recursos, ya que su madre y su hermana desaprueban su forma de vida y su hermano Paúl está lejos. El 3 de marzo de 1913 muere su padre y una semana después la internan en el sanatorio de Ville-Evrard y en julio en Montdevergues, manicomio del cual, a pesar de su recuperación y sus lúcidos y desgarrados ruegos a su hermano, nunca jamás saldrá. A su ingreso se le diagnosticó "una sistemática manía persecutoria", acompañada de "delirios de grandeza", por los que se creía víctima de "los ataques criminales de un famoso escultor". Encerrada pasa los últimos 30 años de su vida, que el cine -Camille Claudel de Bruno Nuytten- y la literatura -Cuando nosotros los muertos despertamos, de Ibsen- han convertido en una auténtica leyenda, en la imagen de una mujer víctima de un maestro despótico, de una familia ingrata y de una sociedad cerrada y misógina.

La muestra inaugurada hoy reúne prácticamente toda la escasa producción que se conserva de la artista, gracias a la colaboración de la familia Claudel, de diversas colecciones públicas y privadas y, fundamentalmente, del Musée Rodin de París, a donde viajará la muestra para abrirse al público del 15 de abril al 20 de julio de 2008. Las cerca de un centenar de esculturas reconstruyen la poderosa producción, trágica y delicada, de Camille Claudel. La exposición, la primera que se le dedica en España y la más completa que se hace de ella, se nutre de numerosos documentos y fotografías originales, entre los que destacan las apasionadas cartas de amor y reproche entre Claudel y Rodin.

La artista revolucionó, junto a su maestro, la expresión escultórica de su tiempo, que todavía hoy sigue siendo moderna. Si es verdad que sus primeras obras llevan el sello indiscutible de Rodin, también lo es que en las piezas consagradas de este artista se advierte la influencia de Claudel. Cuentan, incluso, que Rodin temía que le hiciese sombra y nunca la ayudó a salir adelante. La muestra se abre con varios retratos sobre Claudel realizados por Rodin. Sus años de formación se resumen a través de los magníficos bustos que realizó de su familia. A continuación, se exponen las obras que realizó en el taller de Rodin y numerosas colaboraciones. Tras la ruptura entre ambos, comienza entonces una etapa de creación frenética.

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