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Reportaje:

Tiritar de frío hasta la muerte

Un indigente muere en San Sebastián sin seratendido por los servicios de emergencia

Maribel Marín Yarza

Se llamaba Francisco Barrena, tenía 39 años, y el 15 de diciembre murió víctima de la marginación. Su historia clínica dice que a causa de un paro cardíaco, pero la realidad es que dejó su vida tiritando de frío en un banco de San Sebastián, sin ser atendido por los servicios de emergencia. Es cierto que el indigente, un hombre con problemas mentales y de alcoholismo, se negó a resguardarse en un centro. Pero también que las instituciones nada hicieron ante las insistentes llamadas de vecinos que temían por su vida.

"El día 12 me vino una vecina. Estaba preocupada. Había visto mal a Francisco y ni en SOS Deiak [dependiente del Gobierno vasco] ni en la Guardia Municipal le hacían caso", cuenta Ramón Balenziaga, miembro del Secretariado Social Diocesano de Justicia y Paz. "Así que fui donde él y le dije: "Francisco, ¿vamos a urgencias? Me contestó que no. ¿Y a casa? No lo dudó".

Francisco confiaba en Ramón. Lo conocía desde hacía más de diez años y le había confiado detalles íntimos de su vida. Le contó que sus padres lo abandonaron al poco tiempo de nacer en Barakaldo (Vizcaya). Le contó también que el pastor que lo adoptó después, lo crió a golpes.

"Le convencí de que fuera a Hotzaldi [centro que acoge a indigentes en invierno]. Pero a la noche siguiente no quería volver. Me pidió que le dejara dormir en casa y me negué. Ahora no dejo de arrepentirme...", confiesa Balenziaga. "El caso es que me quedé intranquilo y llamé a SOS Deiak. Luego a los municipales, que me dijeron que no podían obligarle a ir a dormir a un centro. Traté de explicarles que Francisco no estaba en sus cabales, que no era consciente de que corría peligro. Y me respondieron que ese era un problema médico, que el competente era SOS Deiak. Volví a llamar en balde. También recurrí a los servicios de urgencia de la Diputación y allí me dijeron: 'No nos dedicamos a trasladar a indigentes".

Sólo la Guardia Municipal se molestó en desplazarse hasta el barrio de Amara. Sus agentes informaron al indigente de que había un centro donde podía pasar la noche. Pero Francisco prefirió abandonarse al sueño a la intemperie. "No podemos llevar a alguien a un centro contra su voluntad. Sería detención ilegal", explica el responsable político de la Guardia Municipal, Ernesto Gasco (PSE). SOS Deiak no tiene nada que decir, la Diputación de Guipúzcoa alega que la competencia es del Ayuntamiento por tratarse de una localidad de más de 20.000 habitantes y los servicios sociales municipales aducen que ellos actúan en contra de la voluntad de un ciudadano sólo si un médico certifica que hay una vida en peligro.

Y había una vida en peligro. La noche del 14 al 15 fue la última para Francisco. También la pasó en la calle. Ramón se lo encontró entumecido cuando bajó de madrugada a ver cómo se encontraba. "Estaba preocupado, así que me vestí y bajé. Serían las 5.30. Cuando vi que tenía un hilillo de voz y apenas podía moverse, lo subí a urgencias". Sufría hipotermia, hipoglucemia e hipotensión. Sobre las diez de la mañana sufrió un paro cardiaco. A las ocho de la tarde moría entubado en un cuarto con calefacción del Hospital Donostia.

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