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Reportaje:Juicio por el mayor atentado en España

Todo empieza a encajar

Un procesado admite que El Tunecino apoyaba los atentados en España por la guerra de Irak

Aquella tarde, cuando el atlético Bouchar bajó a tirar la basura, la policía ya estaba al acecho. Era sábado, 3 de abril de 2004, y Madrid aún vivía con el corazón encogido. Los agentes habían llegado hasta aquel barrio de Leganés tras la pista de unos móviles similares a los que habían activado las bombas del 11 de marzo. De la bolsa de basura que llevaba sobresalían unas ramas de dátil. Los policías vieron al joven, y el joven los vio a ellos. Bouchar salió huyendo al galope, no sin antes alertar a gritos a sus siete compañeros, que tres horas después se suicidaron llevándose por delante a uno de los policías de élite que intentaban el asalto. Al día siguiente, el ministro del Interior en funciones, Ángel Acebes, aseguró sin atisbo de duda: "El núcleo central que perpetró la masacre del 11-M está detenido o muerto en el suicidio". Sólo faltaba el atlético Bouchar.

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Abdelmajid Bouchar, marroquí de 24 años, se sentó ayer en el banquillo de la Casa de Campo y, poco a poco, todo empezó a encajar. Los acusados que declararon la pasada semana lo hicieron bajo la acusación de dirigir o idear los atentados, pero los que ayer empezaron a sentarse en el banquillo fueron los que, según coinciden testigos y huellas, estuvieron allí. Hubo un momento en que el atlético Bouchar, al que la policía puso el sobrenombre de El Gamo por su forma de correr, se molestó por las preguntas de la fiscal Olga Sánchez: "Usted no puede poner una bolsa de basura en mis manos, porque yo no estaba allí". Pero lo cierto es que en aquella bolsa había un hueso de dátil y 37 de aceitunas con su perfil genético. Y que, gracias a que fue el encargado de bajarla al contenedor, Bouchar es el único de los ocho reunidos aquella tarde en aquel piso de Leganés que aún sigue vivo.

Efecto de zum

Antes de que a Bouchar le llegase su turno, se sentó en el banquillo Basel Ghalyoun, un sirio de 27 años también acusado de ser uno de los autores materiales de la matanza. Su testimonio tuvo un efecto de zum. Los presentes en la sala empezaron a transitar por los lugares y los personajes de la tragedia, también por el ambiente en el que se fue gestando el atentado. Ghalyoun, que negó tajantemente su presencia cerca de los trenes a pesar de que uno de los heridos lo identificó, sí admitió haber tratado a algunos de los encartados. Dijo conocer muy bien a El Tunecino, uno de los suicidas de Leganés. De hecho, durante su declaración policial, dijo que El Tunecino le había dicho que estaba justificado cometer atentados contra los españoles porque España estaba en la guerra de Irak contra los musulmanes. Ayer, sin embargo, rebajó el tono. Matizó que, en realidad, El Tunecino intentaba canalizar su rabia atracando "bancos y joyerías para sacar dinero" y que, cuando utilizó la palabra atentado lo hizo a propuesta de los agentes que le tomaron declaración. "En términos jurídicos", se justificó, "cuando una persona comete un atraco contra una propiedad privada se usa la palabra atentado...".

Bouchar sigue teniendo un porte atlético. Nada más huir del piso de Leganés salió de España y cruzó siete países hasta ser detenido, un año después, en Serbia. Llevaba documentación iraquí falsa. Ayer no quiso dar detalles de su aventura, si acaso que al pasar por Bilbao se tiñó el pelo de rubio porque estaba de moda, y tampoco logró explicar por qué sus huellas estaban en algunos objetos del piso de Leganés o en una chapa de la casa de Chinchón donde se prepararon las bombas.

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Lo más relevante de la jornada fue que las declaraciones sucesivas de Jamal Zougan -el dueño del locutorio donde los terroristas compraron las tarjetas de móvil-, Basel Ghalyoun y Abdelmajid Bouchar, sin tener nada que ver en la forma, pusieron de manifiesto un aspecto principal. Los tres transitaron por las calles de la tragedia, conocieron y hasta fueron amigos de los autores de la matanza, participaron del mismo caldo de cultivo. Ghalyoun, muy brusco, demostró que se conoce el sumario al dedillo, mientras que Bouchar negó las evidencias con más voluntad que acierto. Sin embargo, coincidieron en algo más. Tanto uno como otro estuvieron o fueron amigos -lo dicen las huellas y sus propias declaraciones- de los jóvenes terroristas que se suicidaron en Leganés. Y allí precisamente, entre los escombros, se encontraba un manual con instrucciones acerca de cómo los muyahidin deben enfrentarse a los interrogatorios para proteger la yihad. Unas directrices que ayer siguieron al pie de la letra: "Debes ponerte firme a pesar de las pruebas, denuncias de agentes o confesiones de los demás, porque tú puedes rechazarlas y dar rodeos para salir del dilema con honor; si confiesas, será tu condena".

Otro de los capítulos del manual, titulado Cómo enfrentarse y tratar con los interrogadores de los servicios de inteligencia, se refiere expresamente a la posibilidad de que las pruebas sean tan rotundas que no dejen lugar a dudas. Aun en ese caso, el manual aconseja: "Tu confesión en los tribunales será la mejor prueba contra ti mismo. No hagas caso y que nada te lleve a la confesión". Ayer por la tarde, cuando la fiscal Olga Sánchez recordó a Bouchar que su perfil genético estaba en los huesos de aceituna y dátil que llevaba en la bolsa de basura, el marroquí contestó: "Esa pregunta se la vamos a dejar a la defensa". Cuando le preguntó por qué algunos libros encontrados entre los escombros de Leganés llevaban sus huellas, afirmó sin torcer el gesto: "Me los habían robado a finales de marzo".

Aun a base de negaciones, Ghalyoun y Bouchar fueron ayer revelando el negativo de la tragedia.

Algunos de los procesados se ríen durante la declaración de Bouchar, cuando éste dijo que era "analfabeto en informática".
Algunos de los procesados se ríen durante la declaración de Bouchar, cuando éste dijo que era "analfabeto en informática".EFE / POOL

LA VISTA AL DÍA

Los colaboradores de los terroristas hablan hoyMouhannad Almallah Dabas, Abu Omar, será el primero de los procesados por colaboración con los terroristas del 11-M que declarará hoy.

DOS ACUSADOS ENFRENTADOS A SU PROPIO ADN

Basel Ghalyoun y Abdelmajid Bouchar, dos de los acusados del 11-M que ayer declararon en el juicio de la Casa de Campo, siguieron el mismo guión que sus compañeros de banquillo y negaron todos los hechos que se les imputanAmbos negaron haber estado en el piso de la calle de Carmen Martín Gaite de Leganés donde se suicidaron siete miembros del comandoGhalyoun y Bouchar se enfrentan al hecho incontrovertido de que su perfil genético estaba entre los restos de la vivienda. El ADN del primero se halló en un gorro y el de Bouchar, quien supuestamente alertó a sus compañeros de la presencia de la policía, en un hueso de dátil y 37 de aceitunaGhalyoun replicó que el gorro en el que había rastros de su ADN también lo tenía de otras personas y que uno de los suicidas de Leganés, Rifaat Anouar, con el que convivió una temporada en la vivienda de la calle Virgen del Coro, pudo llevárselo después de que él lo usaraBouchar ni siquiera intentó articular una explicación para la presencia de su perfil genético en la bolsa de basura que abandonó antes de fugarse a la carrera del piso de Leganés. Cuando fue preguntado al respecto, se negó a contestarCuando se le recordó que su huella también estaba en una chapa encontrada en la casa de Morata de Tajuña, donde se montaron las bombas, respondió: "No sé cómo pudo llegar allí"

LOS AUTORES MATERIALES

La conspiración busca a ETA... y al CNIAyer volvieron las preguntas a los islamistas sobre si tenían relación con ETA. Y se hicieron otras sobre el supuesto conocimiento del CNI de sus andanzas.El desmentido de huellas y restos biológicos de Ghalyoun y BoucharDos de los islamistas a los que la fiscalía considera autores materiales de los atentados intentaron ayer, sin éxito, desmontar las pruebas -algunas de ADN y huellas- que les implican en los hechos.Ataques a España por la guerra de IrakBasel Ghalyoun recordó ayer que El Tunecino le dijo en agosto de 2003 que había que atacar España por su apoyo a la guerra de Irak.

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