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Análisis:Soledad política tras el debate de la nación
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Válvula de escape o no?

Luis R. Aizpeolea

El diputado del PNV, Aitor Esteban, amenazó ayer al Gobierno con no apoyarle los Presupuestos si mantenía la pauta que ha seguido con las resoluciones sobre el estado de la nación. El PNV, el único partido en el que el Gobierno puede sostenerse para aprobar los Presupuestos, en octubre, ponía el listón alto, una vez que ayer se certificara que la izquierda y CiU no respaldarán las cuentas del Estado, cuya devolución colocaría al Ejecutivo en una situación límite.

¿Fue la actitud del PNV, con su alejamiento del PSOE, una válvula de escape, como sucede con muchas resoluciones maximalistas del debate del estado de la nación que salen gratis al no comprometer al Gobierno, o fue un serio aviso al Ejecutivo ante la negociación presupuestaria de octubre en la que éste se juega su estabilidad?

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El PNV mareó ayer la perdiz porque aún no tiene una posición definida. Por un lado, tiene razones para apoyar los presupuestos, como sucedió los dos años anteriores. Tras la pérdida del Gobierno vasco le beneficia compensar su vacío de poder haciendo valer en Euskadi su influencia en Madrid, a sabiendas de que es el eje del apoyo de los presupuestos, una vez retirado CiU de la carrera por la proximidad de las elecciones catalanas. Además, necesita el apoyo de los socialistas vascos, que Patxi López está dispuesto a dar para facilitar a Zapatero la negociación del PNV, para aprobar los presupuestos de las tres diputaciones vascas que gobiernan.

Aunque estas razones priman en el PNV existe una diferencia respecto a los dos años anteriores y es que la presión de los críticos sobre Iñigo Urkullu al acuerdo con el Gobierno ha crecido, entre otras cosas, por las últimas medidas de recorte social, y, además, porque, en última instancia, podría resolver la pérdida de apoyo del PSE a los presupuestos de las diputaciones con una prórroga, al faltar menos de un año para las elecciones forales.

El Gobierno, que al no disponer de un pacto estable vive al día contra su voluntad desde hace dos años, como Zapatero admitió en la sesión del día 15 del debate del estado de la nación, se muestra satisfecho con superar esas pruebas diarias. Y ayer no tocaban los presupuestos. La votación clave estaba en el techo de gasto, que se aprobó con la abstención de CiU. Y, además, se mantuvo la resolución conjunta del PSC y PSOE sobre el Estatuto de Cataluña, tras la sentencia del Tribunal Constitucional, que fija el marco en que debe desarrollarse. Lo que pronostica que la reunión de hoy entre Zapatero y Montilla será más pacífica de lo que cabía pensar hace una semana ante un tema de fondo tan vidrioso.

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