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La polémica salida de Kosovo

Zapatero no consultó con Moratinos la retirada de las tropas de Kosovo

El ministro de Exteriores discrepaba de Chacón sobre el repliegue militar - Los embajadores españoles no recibieron instrucciones hasta después del anuncio

Miguel González

El jefe de la diplomacia española, Miguel Ángel Moratinos, estuvo al margen de una las más delicadas decisiones de la política exterior española de los últimos tiempos: la retirada de las tropas españolas de Kosovo. Así lo aseguran, al menos, algunos de sus más cercanos colaboradores, quienes insisten en que el ministro "no fue consultado".

Eso no significa que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero no conociera su opinión: sabía, porque así se lo había manifestado en distintas conversaciones, que no era partidario de retirar los 620 soldados españoles integrados en la fuerza de la OTAN para Kosovo (Kfor). Una posición contraria a la que sostenía la ministra de Defensa, Carme Chacón.

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El miércoles por la mañana, Zapatero dio luz verde a Chacón para que anunciara la retirada española durante la visita que al día siguiente realizaría a la base del contingente en Istok (Kosovo). Nada anómalo en un sistema en el que el presidente es el máximo responsable de la política exterior y de defensa. Y zanja las diferencias entre ministros.

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Lo anómalo es que en ningún momento se convocara una reunión conjunta de los ministerios implicados, en la que se sopesaran pros y contras de la decisión, la oportunidad de la misma o la mejor forma de ejecutarla. No hubo reunión antes, pero tampoco la hubo después.

En consecuencia, no se analizaron los pasos que era preciso dar para informar a los aliados y evitar malentendidos. Algo especialmente conveniente a la vista del purgatorio que tuvo que sufrir la política exterior española tras la retirada de Irak.

Una vez tomada la decisión, el Ministerio de Defensa se puso a trabajar a toda máquina para ponerla en práctica: la ministra llamó al secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer; el secretario general de Política Exterior, Luis Cuesta, se lo comunicó al encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en Madrid, Arnold Chacón, y contactó con el embajador español en la OTAN, Carlos Miranda -si bien, cuando consiguió hablar con él, ya se lo había dicho el propio secretario general-; y el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Julio Rodríguez, escribió al comandante supremo de las Fuerzas Aliadas, el general estadounidense John Cradook, de quien dependen las tropas de Kosovo, entre otras gestiones.

Aunque el Ministerio de Exteriores fue informado el mismo miércoles, la maquinaria diplomática se puso en marcha con mucha más lentitud. Cuando el embajador español en Washington, Jorge Dezcallar, recibió la primera llamada del Departamento de Estado preguntando por la retirada de Kosovo, no sabía de qué le hablaban.

El telegrama en el que se informaba de la decisión y se explicaban sus razones llegó a las embajadas españolas entre el jueves por la noche y el viernes por la mañana. Para entonces, los medios de comunicación ya habían difundido la intervención de la ministra de Defensa en Kosovo. "La misión está cumplida. Es la hora de volver a casa", dijo Chacón con una contundencia que en las cancillerías aliadas se interpretó, con alarma, como el anuncio de una salida fulminante.

No era así. Chacón dijo que el repliegue se haría "de forma escalonada y en coordinación con nuestros y aliados". Y le puso plazo: antes del final del verano.

Al día siguiente, en Washington, el secretario general de Presidencia del Gobierno, Bernardino León, y el ex jefe de la cúpula militar Félix Sanz daban garantías al consejero de Seguridad Nacional, James Jones, de que la retirada se haría en coordinación con los mandos militares sobre el terreno y se prolongaría lo necesario para no causar desajustes. Hasta un año.

Un portavoz de La Moncloa explicaba ayer a la agencia Reuters que "la decisión de dejar [Kosovo] ha sido tomada, pero el calendario es flexible: puede ser un año, 18 meses u ocho meses".

Por su parte, el Ministerio de Defensa explicaba, a través de un comunicado, que la retirada se hará "de forma escalonada y flexible, de modo que el grueso de los efectivos haya completado su retorno dentro de los plazos anunciados por la ministra". Es decir, la mayoría volverá antes de otoño, pero algunos se quedarán más tiempo.

A estas alturas, está claro que la retirada de las tropas de Kosovo -una decisión de cuyo fondo casi nadie discrepa- se ha gestionado mal en la forma. Y todos los dedos apuntan a Chacón. El PP dudaba ayer entre pedir su comparecencia parlamentaria o la de Zapatero. Incluso las dos.

La ministra de Defensa, Carme Chacón, en su despacho el pasado julio con el titular de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.
La ministra de Defensa, Carme Chacón, en su despacho el pasado julio con el titular de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.GORKA LEJARCEGI

Descoordinación

- Decisión. El 18 de marzo Zapatero y Chacón deciden anunciar la retirada. Chacón se lo comunica al secretario general de la OTAN.

- Anuncio en Istok. El 19 de marzo, Chacón anuncia a las tropas el repliegue del contingente "antes del fin del verano". El secretario general de la OTAN critica la retirada. Un portavoz de la Casa Blanca manifiesta la "profunda decepción" por la noticia, que conocieron "poco antes".

- El embajador en Washington no sabe nada. El mismo día del anuncio de Chacón, se envía una carta informando a los aliados de la retirada. La ministra llama al secretario de Estado de Defensa de EE UU. No le localiza. El Departamento de Estado de EE UU llama al embajador español en Washington para pedirle explicaciones, pero éste no sabe nada. A última hora del jueves, Exteriores envía un telegrama a las embajadas informando de la decisión.

- Visita tensa a EE UU. El viernes, Bernardino León trata de recomponer la relación con la Administración Obama. Ofrece a EE UU seguir más tiempo en Kosovo y enviar más tropas a Afganistán.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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