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El futuro del País Vasco

Zapatero dará a Ibarretxe un 'no' sin paliativos

El presidente no dejará ningún resquicio para que el PP le acuse de tibieza ante el reto soberanista

Luis R. Aizpeolea

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, será contundente con el lehendakari, Juan José Ibarretxe, cuando lo reciba mañana en La Moncloa. Zapatero no le va a dejar resquicio alguno, para que siga adelante con su plan soberanista. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, será contundente con el lehendakari, Juan José Ibarretxe, cuando lo reciba mañana en La Moncloa. Zapatero no le va a dejar resquicio alguno, para que siga adelante con su plan soberanista. Si quiere hacerlo, será bajo su propia responsabilidad, consciente de que por esa vía no tiene ninguna posibilidad de alcanzar un acuerdo con el Gobierno central y sólo le esperan los tribunales.

"Ibarretxe debe tener claro que su propuesta es ilegal desde la raíz", advierten en Moncloa
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Según fuentes gubernamentales, el presidente quiere cerrar cualquier resquicio para que Ibarretxe no pueda aprovecharse de una supuesta ambigüedad y, también, para evitar que el PP saque partido a sólo cinco meses de las elecciones. Tras haber soportado durante mucho tiempo la acusación de que tenían un pacto secreto para entregar Navarra a los nacionalistas vascos, sin que nadie haya rectificado cuando se ha demostrado que era falso, el PSOE no quiere dar ocasión al PP para que insinúe un supuesto acuerdo bajo la mesa con Ibarretxe, según fuentes socialistas.

El lehendakari anunció el pasado 28 de septiembre en el Parlamento vasco que iba a proponer al presidente del Gobierno un compromiso de "respeto a la voluntad de la sociedad vasca" y su incorporación "al ordenamiento jurídico": una especie de declaración de Downing Street -en alusión a la que suscribieron en 1993 los primeros ministros del Reino Unido e Irlanda, que sirvió de arranque al proceso de paz y que reconocía el derecho de autodeterminación del Ulster-, como ha matizado posteriormente el propio Ibarretxe. Ese compromiso sería el inicio de un proceso que culminaría tras un acuerdo entre los partidos vascos, en una doble consulta. Una primera, habilitadora, para el otoño de 2008 y una segunda, resolutiva, para 2010.

Según fuentes nacionalistas, Ibarretxe no va a apremiar a Zapatero para que le dé una respuesta inmediata al plan soberanista. "Se conformaría con que reconociera ese derecho, por ejemplo en el debate de investidura, si gana las próximas elecciones generales", añaden las mismas fuentes.

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Sin embargo, Zapatero no va a demorar su contestación. Al contrario, le dirá mañana mismo que su plan es "ilegal" de la A a la Z y le pedirá que lo retire. También va a reprocharle el contexto "surrealista" de una propuesta realizada a menos de tres meses de la convocatoria de las elecciones y en la recta final de la legislatura autonómica vasca, según fuentes gubernamentales.

Zapatero descarta cualquier tipo de maniobra dilatoria para ganar tiempo hasta después de las elecciones, como han insinuado en medios del PP. También excluye la posibilidad de debatir la propuesta si Ibarretxe lograse un consenso mayoritario y previo entre los partidos vascos; lo que por otra parte es impensable, dado que el PP y el PSE están radicalmente en contra. "Sería una trampa", señalan fuentes de La Moncloa. "Ibarretxe debe tener claro que su propuesta es ilegal desde la raíz y que el Gobierno central no la puede aceptar".

Zapatero ni siquiera le va a aconsejar a Ibarretxe que siga la vía de la reforma estatutaria, como otras comunidades, para canalizar su plan. Se limitará a rechazar su propuesta.

Con este rechazo, Zapatero pasará la pelota al tejado de Ibarretxe, que deberá decidir si lo asume o inicia una contraofensiva. Desde el Gobierno no se duda de que utilizará el rechazo a su plan para presentarse como una "víctima del centralismo".

Puede contribuir aún más a este "victimismo" la decisión que adopte el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por las reuniones de Ibarretxe con Batasuna. El proceso contra el lehendakari -que sigue avanzando a pesar de los recursos presentados y del rechazo de todos los partidos, salvo el PP- puede acabar a largo plazo con su inhabilitación, pero a corto plazo le fortalece políticamente.

Con estos mimbres, Ibarretxe intentará movilizar al electorado nacionalista en las elecciones de marzo y, un año más tarde, en las autonómicas, aunque es probable que las adelante a otoño de 2008.

Los socialistas también creen que la propuesta del lehendakari es una "OPA hostil" a Batasuna. Ibarretxe sabe que, tras la ruptura del alto el fuego de ETA, hay una crisis en la izquierda abertzale y trata de pescar votos en ese río revuelto con una propuesta que recoge parte de las aspiraciones del nacionalismo radical: el derecho a decidir. Previsiblemente, Ibarretxe cuenta también con que la izquierda abertzale no pueda presentarse, con ninguna marca, ni en las elecciones generales ni en las autonómicas.

En el PNV, que ha puesto sordina a su enfrentamiento interno, hay preocupación. No tiene garantías de que la "estrategia del victimismo" funcione electoralmente. Sí funcionó en 2001, cuando PP y PSOE hicieron frente común, pero no en 2005, cuando fueron por separado.

Zapatero e Ibarretxe, en Moncloa en 2005.
Zapatero e Ibarretxe, en Moncloa en 2005.GORKA LEJARCEGI

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