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Zapatero pierde su magia

Gobierno y PSOE creen que si enfrentan la crisis con resolución podrían retomar sus perspectivas de voto en las municipales de 2011 y las generales de 2012

Javier Casqueiro

José Luis Rodríguez Zapatero ha perdido la magia. Y lo sabe. Ha extraviado el duende, la baraka, el brillo en los ojos. También muchos apoyos, externos, y sobre todo de votantes de izquierdas, que ya no le creen. Y parece que lo entiende mejor que otros miembros del Gobierno y del PSOE. Hace poco se permitía tranquilizar a un importante dirigente socialista sobre la reacción airada de muchos militantes progresistas en estos tiempos de crisis: "Pero ¿qué pretendes?, ¿que después de quedarse en el paro aún encima me aplaudan?".

Lo personaliza y lo comprende. Pero aún cree que podrá darle la vuelta a la tortilla: "¡Volverán!". Él y su núcleo duro, en el Gobierno y el partido, defienden que hay tiempo para recuperar el pulso, primero económico, y después político, y para ganar en 2012. Y se han conjurado, así, para "reconvertir este palo en una oportunidad". Aseguran que si transmiten firmeza y resolución hasta podrían recuperar puntos electorales.

Sus colaboradores le ven con ánimo y ganas para afrontar la nueva situación
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"Sí, es verdad, ahora es como un rey mago que ha perdido parte de su magia, ya no tiene tantos regalos que dar y, por tanto, como sucede siempre en estos casos, ya no tiene tanta gente alrededor pendiente de recibir algo", admite uno de los dirigentes del partido que habla casi a diario con el líder. Es la metáfora usada para describir por qué está dando estos días la sensación de que el presidente está bastante solo, poco arropado, descoordinado, con cierto halo de desencanto.

Incluso, hay quien sostiene que se puede capitalizar la imagen de fortaleza de haber tomado una decisión tan difícil. Y hasta que sería mejor convalidar el decreto de reducción del déficit, aprobado por el Consejo de Ministros el jueves, en solitario, con las abstenciones de todos los demás grupos, para que quede claro quién asume el riesgo de aprobar medidas impopulares en beneficio de todos.

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Ese clima de desamparo se respira por muchos poros socialistas. Pero no en La Moncloa ni en su entorno. Se niegan a admitir que el presidente ya no transmite. Sí aceptan, eso sí, que ese miércoles, cuando anunció en 120 segundos en el Congreso de los Diputados uno de los mayores recortes sociales en la historia democrática de España, lo pasó mal, muy mal, realmente mal.

"Al día siguiente miramos las fotografías de las portadas y, sí, la verdad, teníamos muy mala pinta, por otra parte bastante lógica, no se entendería que estuviéramos alegres", concede un dirigente del PSOE.

¿Eso significa que el presidente esté fundido? No, dicen, al contrario. "Él es precisamente el más consciente de todos nosotros de la gravedad de la situación, y de cómo nos está escrutando ahora no sólo toda España sino también Europa, pero es verdad que él es el que mejor sabe administrar los tiempos... Y, sí, además, es el más duro, el más frío, para soportar esta presión".

A lo mejor, el presidente no está desencantado, pero sí emite algún desencanto. Sus colaboradores le ven, sin embargo, con ánimo y ganas. Estos días está preparándose para su sprint final de la presidencia europea, con una agenda que le va a permitir apenas un solo acto de partido, precisamente hoy en Elche, hasta el Comité Electoral del próximo 3 de julio. En medio, una cadena sin fin de cumbres, citas, encuentros europeos y transatlánticos. Eso, dicen, es lo único que prepara y de lo que habla. Por tanto, de creer esa versión, no hay lugar para crisis de gobierno inminente, ni para moción de confianza ni, mucho menos, para anticipar elecciones.

Tampoco en su equipo le ven confuso o descoordinado: "Aquí cada uno cumple su papel: él está en primera línea, como todos los líderes mundiales en esta crisis, y, los demás, el suyo, y, para decir toda la verdad, los demás estamos ahora más unidos que nunca, con más respaldo interno que nunca, y mucho mejor que hace dos meses".

Esta aseveración constata que hace dos meses las cosas no pintaban igual. "Es verdad, hace muy poco se oían voces críticas, saltaba algún barón cuestionando alguna política, muchos ministros estaban borrados del mapa y, sobre todo, su propia imagen pública, la del presidente, no atravesaba su mejor momento y ahora creemos que podemos convertir nuestra respuesta a la crisis en una gran oportunidad", recalca un dirigente del partido.

Nunca se han oído demasiadas voces críticas en el PSOE desde que llegó Zapatero. Cada vez se escapan menos. Los comités federales, antes, eran un foro de difícil control. Allí se explayaban los barones. Ya no sucede. Las Ejecutivas de los lunes tampoco son el lugar.

Los más veteranos ya apenas están y se echa en falta un mayor impulso de los más jóvenes, la quinta del biberón. Tanto en esas convocatorias, como en las de los grupos parlamentarios, se da por descontada alguna intervención muy minoritaria, como Izquierda Socialista o de políticos vinculados a UGT. Se respetan con desdén. Los que están en el cocido con Zapatero se reúnen antes, en los llamados maitines.

Sin embargo, Zapatero sí se empleó a fondo el día del anuncio de los recortes en Ferraz tras una comida con los barones regionales. Habló durante más de dos horas. El primero en lanzarle un amago de reproche fue el líder del PSE, el lehendakari Patxi López, cada vez más en alza. Pidió más sensibilidad hacia los sindicatos cuando se proponen este tipo de recortes salariales y sociales. Luego vinieron más intervenciones. Pero la conclusión casi unánime ha sido acogida con fruición y cierta sorpresa por Zapatero y su equipo. Cierre de filas y, además, como glosó Guillermo Fernández Vara, gran oportunidad de futuro: "Hoy hemos empezado a ganar las elecciones municipales del año que viene". Le secundaron otros, como el castellano manchego José María Barreda. Desde la dirección del PSOE se congratularon en esa línea: "Y las generales de 2012". Aunque todavía no se sepa con quién en el cartel.

Es decir, los dirigentes socialistas han interiorizado el siguiente discurso: "Si se explican bien estas medidas y se hace un poco de pedagogía, la gente las va a entender, y nos va a ver como responsables políticos que afrontan los retos, con responsabilidad pero también con firmeza, en los momentos más duros". Y se contrapondrá ese comportamiento al del PP, puramente electoral.

Además, agregan: "No hemos querido encargar estos días una encuesta específica, porque en caliente, ante un impacto de este calado, no sirve para nada, no son científicas, porque iba a recoger un gran malestar, lógico". Lo dicen aún con el resquemor del sondeo del pasado domingo de EL PAÍS en el que el PP se destacaba nueve puntos: "Sí hemos constatado con datos que la imagen del presidente es mejor que hace dos meses, cuando se cuestionaba su debilidad, con los vaivenes públicos del final del invierno".

SCIAMMARELLA

Toque de atención a ministros y altos cargos

Fue en este contexto de gravedad, con el jefe del Ejecutivo y líder del PSOE explicando a los suyos lo mucho que habían pagado en costes electorales solo en este año crucial los principales líderes mundiales -Obama, Sarkozy, Merkel y Brown-, cuando José Luis Rodríguez Zapatero contó en la cita con los barones en Ferraz lo mal que lo había pasado el fin de semana anterior en la cumbre del Eurogrupo. Y fue ahí cuando les relató que el clima se había espesado tanto que Sarkozy llegó a amenazar, se supone que retóricamente, con retirar a Francia del euro.

La dirección del PSOE encomendó posteriormente a sus estructuras que difundieran esa buena nueva por toda la organización para evitar desajustes, unificar el discurso y preparar a la militancia para los recortes traumáticos. Y esas órdenes ya se han cumplido. Lo han hecho en Madrid, Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, etcétera. Casi con los mismos argumentos calcados, amago de Sarkozy incluido.

En muchos dirigentes y barones socialistas consultados ha calado la gravedad del momento. Y lo comentan entre ellos. Pero otros, los más veteranos, aún son capaces de mantener con frialdad la perspectiva. Se lo dijo el presidente del PSOE, Manuel Chaves, a sus compañeros más jóvenes en una charla reciente: "En peores momentos hemos estado y con peores situaciones hemos tenido que lidiar. ¿O es que no os acordáis de cuando tuvimos que digerir lo de la entrada en la OTAN?".

El PSOE ha puesto en marcha, por todo ello, un plan de movilización. De las bases y de los dirigentes. En los últimos días, desde la dirección del partido se ha enviado una carta bastante conminatoria a los ministros y secretarios de Estado para exigirles que concreten los tres actos del partido a los que desean acudir en el próximo mes para explicar los beneficios de este ajuste. En muchos casos no hay problemas. Hay ministros que participan constantemente en múltiples conferencias y mítines. Pero no siempre ha sido así.

Para evitar errores pasados, y desapariciones inexplicables, desde la Secretaría de Organización se ha acompañado esa misiva de una llamada recordatoria a los más remolones. Y los teléfonos de algunos ministros y altos cargos ya han comenzado a sonar.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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