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Reportaje:

La ceniza que aguanta un avión

Las autoridades aceptan un nivel de polvo volcánico sin datos científicos

"AVOID, AVOID, AVOID". Evítelo. En mayúsculas y por tres veces. Esta es la recomendación vigente en el manual de la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI, organismo de Naciones Unidas) en caso de que un avión se encuentre con ceniza volcánica. Cualquier cantidad. Tolerancia cero en busca del riesgo cero.

Pero las aerolíneas se han rebelado ante las pérdidas causadas por la ceniza del volcán islandés, y sus fuertes presiones hicieron que los fabricantes de motores (General Electric, Pratt & Whitney y Rolls Royce) acordaran el 20 de abril con la Administración estadounidense que es aceptable volar con concentraciones de polvo volcánico de hasta dos miligramos por metro cúbico de aire y en ausencia de ceniza visible. El centro de vigilancia de volcanes (VAAC) de Londres alerta de concentraciones superiores a 0,2 miligramos, por eso los mapas de este organismo de la OACI y los de Eurocontrol difieren.

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Pero el propio representante de General Electric (GE) expresó ante el Congreso de EE UU la semana pasada -con envidiable celeridad llamó a comparecer a expertos de la NASA, industria, pilotos y la administración aeronáutica- que "los riesgos cuantitativos para la seguridad debido a la ceniza volcánica dependen de una serie de factores, unos conocidos y otros desconocidos".

Roger Dinius, director de seguridad en la aviación de GE, concluyó que estos últimos hacen que establecer un límite sea "un reto" y abogó por investigar más los efectos en los motores, también a largo plazo. Dinius explicó también que no existen requisitos de certificación para ingestión de ceniza (sí para pájaros o granizo, pero tampoco por arena, ya que no se considera un problema de seguridad).

Consenso de fabricantes

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Ni Dinius ni nadie ha explicado cómo se ha alcanzado ese consenso de los fabricantes, por lo que las fuentes consultadas estiman que se ha llegado a él por analogía con otros riesgos físicos para los motores.

Los vuelos de prueba realizados por las compañías aéreas han revelado que no hubo daños, pero no consta que se hayan realizado ensayos científicos para determinar qué concentración de ceniza soporta un motor. En EE UU la autoridad deja a criterio de la aerolínea la decisión de volar, fuera de una zona de seguridad de unos seis kilómetros del volcán en erupción.

En la misma comparecencia en Washington, la NASA relató cómo un avión suyo, un DC-8 en misión científica, sufrió daños en los motores pese a que en vuelo se comportaron normalmente durante un encuentro inesperado con ceniza volcánica en 2000 sobre Suecia. También relató cómo sus satélites ayudan a detectar la presencia de cenizas (se usan también aviones con equipos especiales) y sus modelos estadísticos, a prever en parte su evolución.

La OACI ha constituido un grupo de trabajo que celebra su primera reunión mañana en París para tratar de establecer criterios científicos y revisar los procedimientos actuales. Y determinar qué riesgo es asumible.

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