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Reportaje:Seísmo mortal en Murcia

Una ciudad con todos los riesgos

El tipo de suelo y la cercanía del epicentro al casco urbano explican los daños - La ciudad está en la peor zona sísmica y sufrió daños en 1674 y 1818

EL PAÍS

Lorca, la ciudad destruida por terremotos el 28 de agosto de 1674 y el 20 de diciembre de 1818, sufrió ayer de nuevo el temblor bajo sus pies. A las 17.05, a solo siete kilómetros al noreste del casco urbano, un terremoto superficial de magnitud 4,5 dañó los primeros edificios. A las 18.47, otro temblor de magnitud 5,1, y cuyo epicentro estuvo aún más cerca de la ciudad, azotó de nuevo la ciudad, de 92.000 habitantes.

Lorca se encuentra en plena zona sísmica, "en el arco que va desde el Estrecho de Gibraltar hasta el sur de Alicante", como explica Jesús Ibáñez, director del Instituto Andaluz de Geofísica y prevención de desastres sísmicos, con sede en Granada.

El terremoto no fue de gran magnitud -en Granada hubo en 2010 uno de 6,1 aunque a más de 600 kilómetros de profundidad- pero su localización lo hizo muy dañino. "Ha sido muy superficial, a pocos kilómetros, en una zona de fallas cortas con dirección este-oeste y noreste-sudoeste", explica Emilio Carreño, director de la Red Sísmica del Instituto Geográfico Nacional.

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Ibáñez explica que el seísmo se produjo en la zona de fricción entre la placa euroasiática y la africana, aunque no exista allí una única gran falla al estilo de la de San Andrés, en California.

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Ramón Aragón Rueda, jefe de la unidad del Instituto Geológico y Minero (IGME) de Murcia, añade: "El riesgo de terremotos en esa zona es evidente. Hay unas fallas que están activas y por lo tanto son generadoras de sismos. La principal es el conjunto de fallas del Valle del Guadalentín. Es un valle de origen tectónico y una de ellas, la de Lorca, es muy activa. Es una de las zonas de mayor riesgo sísmico dentro de la región de Murcia".

Roberto Rodríguez, del IGME, apunta otro factor que empeoró la situación: "Los terremotos se propagan más o menos en función del tipo de terreno. Lorca, Murcia y Granada están en terrenos de aluvión, donde se propagan más los seísmos".

Al estar el epicentro muy cerca del casco urbano y próximo a la superficie, la energía de la fricción de las placas no tuvo tiempo para disiparse. El terremoto se sintió incluso en pisos altos de Madrid situados en Plaza de Castilla o en el Pueblo de Vallecas, que se asientan sobre yesos, que amplifican el efecto de la "onda sísmica", según Rodríguez. Ibáñez pone como ejemplo de este tipo de terremotos moderados pero muy destructores el de Agadir (Marruecos), el 29 de febrero de 1960, que destruyó la ciudad y dejó 15.000 muertos pese a tener una magnitud de 5,7. La escala de Richter es logarítmica, lo que implica que un terremoto de magnitud seis es 10 veces mayor que uno de magnitud cinco y así sucesivamente. El de Japón del pasado 11 de marzo fue de magnitud nueve.

Ibáñez señala que la existencia de un terremoto en esa zona no es una sorpresa -se prevé que puede sufrir uno de hasta 6,5-. En 2002, un terremoto de 4,6 en Bullas, a 50 kilómetros al norte de Lorca, dejó cuantiosos daños en las casas. Sin embargo, "lo que no hay es una predicción temporal. Hay predicciones espaciales: se puede saber qué áreas son más propensas a sufrir un terremoto. Pero la predicción temporal no se puede hacer en ninguna parte del mundo. Ni siquiera de manera aproximada", señala Aragón Rueda. Nadie puede descartar que pueda haber más réplicas. "Si dentro de una semana hay otro no es de extrañar", explica Roberto Rodríguez.

La red española calificó el mayor seísmo de Lorca con la magnitud 5,1, aunque la red de Estados Unidos le dio inicialmente 5,3. La web del Instituto Geográfico Nacional se cayó en la tarde de ayer debido al aumento del tráfico y la información se podía seguir en el Servicio Geológico de Estados Unidos. "Con el tiempo se afina, aunque nosotros tenemos sismógrafos más cerca y no creo que cambiemos la magnitud", señala Ibáñez.

Dos precedentes

La prueba de que el terremoto de Lorca no es una sorpresa para los sismólogos es que en 1674 la ciudad sufrió un seísmo de magnitud nueve en la escala MSK, distinta de la de Richter, ya que mide los daños a la población y no la magnitud. En ese listado, que va del uno al doce, un diez implica graves daños.

"El nivel registrado entonces supone que se cayeron casi todas las casas", señala Jesús Ibáñez, director del Instituto Andaluz de Geofísica. En 1818 hubo uno de entre siete y ocho en la escala MSK, lo que implica daños relevantes. El de ayer fue calificado inicialmente con un siete: daños no generalizados.

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