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Los escándalos urbanísticos

Los clubes de fútbol ganan más de 1.000 millones con recalificaciones urbanísticas

Los alcaldes aprueban enormes operaciones inmobiliarias a los equipos para que saneen sus cuentas

El fútbol español juega al pelotazo. Aunque los futbolistas raseen el balón, sus millonarios sueldos salen en buena medida de recalificaciones urbanísticas, de la publicidad institucional y de otros apoyos públicos. En los últimos cinco años, una decena de clubes de primera y segunda división han ingresado más de 1.000 millones de euros sólo con cambios de uso del suelo. Las operaciones inmobiliarias han saneado las cuentas y mejorado los resultados deportivos.

El Madrid obtuvo 501 millones de beneficio con la venta de la Ciudad deportiva, el mismo dinero que ha gastado en fichajes desde 2000 -entre ellos Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham- y que le han permitido ganar una Copa de Europa y dos Ligas. La construcción de cuatro rascacielos en sus campos de entrenamiento fue posible gracias a que el Ayuntamiento multiplicó por cinco la edificabilidad de la zona.

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El ejemplo cundió y Sevilla, Betis y Levante lograron operaciones inmobiliarias para seguir fichando. El Valencia ha conseguido permiso para derribar su estadio y construir pisos en el centro de la ciudad. Con ésta y otras operaciones obtendrá más de 180 millones de beneficios. El Murcia ha ganado 200 millones gracias a que el Ayuntamiento le permitió construir un estadio y un centro comercial en un terreno comprado a precio de saldo. El consistorio ha sido condenado por perdonarle 20 millones al club, pero el Murcia ha roto el mercado de fichajes en segunda, ha hecho una plantilla de ensueño y aspira al ascenso.

Zaragoza y Valladolid tienen planes similares a punto de ser aprobados. Barcelona, Español, Atlético de Madrid, Sporting de Gijón, Levante y Hércules, entre otros, buscan nuevos pelotazos. Los clubes son sociedades anónimas deportivas y los presidentes, la mayoría constructores, alegan que sólo con estas operaciones pueden ser competitivos. Con estos desarrollos urbanísticos y también con la publicidad institucional en sus camisetas y con las televisiones autonómicas pagando un sobreprecio por sus derechos televisivos. El fútbol por si solo no es un negocio tan redondo como parece.

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