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"Mis compañeros me hacen el vacío por criticar a ETA"

Luis María Lizarralde, sexto preso de la banda en semilibertad

"Creo que he dado pasos", así empezaba la carta que el preso de ETA Luis María Lizarralde envió al director de la prisión de Burgos para anunciar que había abandonado ETA y condenado la violencia. El disidente de la organización, condenado por dos asesinatos terroristas y el intento de un tercero, accedió ayer mismo a un régimen personalizado de cumplimiento de su condena que le permitirá salir de prisión cada día para asistir a cursos de formación y volver a la cárcel los fines de semana. Lizarralde es el sexto recluso de la banda que llega a esta situación de semilibertad desde que el Gobierno empezara a otorgarla el pasado verano.

Los "pasos" que Lizarralde comunicó en su carta al responsable de la cárcel son sustancialmente los mismos que han cumplido la veintena larga de etarras que Interior ha acercado a Euskadi internándolos en la prisión de Nanclares de Oca (Álava). Belza -su seudónimo en la banda- se ha alejado de ETA y ha criticado la violencia terrorista. Se ha desvinculado del frente de makos (el colectivo de presos de la organización) y ha dejado de participar en sus actos de protesta y movilizaciones. "Mi motivo: plantearme y oponerme a la utilización de los presos [de ETA] para justificar la continuación de la lucha armada", escribió el disidente etarra en su comunicación. También ha pedido perdón por escrito a sus víctimas y se ha comprometido a pagar las indemnizaciones derivadas de sus delitos. Y esa actitud, dice, le ha supuesto "un desgaste personal" y que "algunos compañeros" le hagan "el vacío".

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"Se trata de un penado que viene denotando una evolución positiva que ha desembocado en una ruptura de lazos con la banda", mantiene el juez en la resolución por la que se le permite salir de prisión cada día para estudiar.

Lizarralde, ex miembro del comando Donosti, fue entregado a España por Uruguay en 1994 para ser juzgado por el asesinato del guardia civil Luis Miranda, cuyo vehículo ametralló junto a otros dos miembros de ETA dejando herido grave a otro agente, el 5 de julio de 1981. También fue condenado por la muerte del coronel de Infantería Luis de la Parra Urbaneja en Irún un mes antes. Sus condenas terminarían de cumplirse en mayo de 2022.

Al mismo tiempo, el juez, siguiendo el criterio del fiscal, ha denegado el permiso solicitado por otro etarra, Ángel Figueroa, que condenó la violencia "por imperativo legal".

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Carta de perdón

"[...] He rechazado participar en la actual campaña de luchas. Mi motivo: plantarme y oponerme a la utilización de los presos para justificar la continuación de la lucha armada. He dejado de lado a los abogados del colectivo [...]. Todo esto me está suponiendo un desgaste personal; algunos compañeros me hacen el vacío aquí y en mi pueblo. Sé que tengo que dar pasos y estoy dispuesto a darlos. [...] Reconozco que con mi actuar [...] he causado daño y creado dolor y por todo ello pido perdón a las víctimas. Renuncio al uso de la violencia para conseguir fines políticos".

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