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Las curvas de la muerte

Una deficiente señalización hace de un tramo de la nacional de Granada una trampa fatal

Los vestigios de la ruta de la muerte -turismos despanzurrados, asientos manchados de sangre, motores reventados- se amontonan en dos talleres mecánicos situados en Deifontes y Campotéjar (Granada). El tramo de la carretera N-323 comprendido entre estas dos localidades -unos veinticinco kilómetros- es quizá el de mayor siniestralidad del país. Según el juzgado de paz de Iznalloz, desde que se abrió el nuevo trazado, hace cuatro años, han muerto 200 personas. Tráfico reconoce 30 fallecidos en 1991 y 132 heridos. La funeraria de Iznalloz casi ha duplicado en dos años los servicios.

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Hace dos años aproximadamente los pintores de carreteras enviados por el Ministerio de Obras Públicas comían hacia la mitad de la jornada en una venta. Luis Garnica, un vecino de Campotéjar, recuerda lo que uno le dijo al otro: "Aquí va a haber muchos muertos". No se sabe por qué razón, los responsables de carreteras decidieron sustituir la línea continua entre los dos carriles por una discontinua que permite los adelantamientos. Aún se pueden percibir los trazos casi borrados de la raya original. Este periódico comprobó que en varias curvas o cambios de rasante con poca o ninguna visibilidad persiste la autorización de adelantamiento, y a lo sumo hay un indicador que aconseja reducir la velocidad a 80 kilómetros por hora. En otras partes, existe un tercer carril para automóviles lentos. Aquí se han producido numerosas colisiones mortales entre camiones que usaban el carril de avance rápido y turismos que, en sentido contrario, iniciaban un adelantamiento pese a la escasa visibilidad.José Luis Hernández, cartero de profesión, es desde 1989 juez de paz de Iznalloz, localidad situada a medio camino del peligroso tramo. Desde entonces ha sido el encargado de ordenar el levantamiento de numerosos cadáveres, tantos que ha perdido la cuenta. Aunque la responsabilidad corresponde al juzgado de guardia de Granada -Iznalloz dista de la capital unos treinta kilómetros-, delega muchas veces en el cartero de Campotéjar. José Luis, de unos cincuenta y cinco años, no cobra nada como juez. Casi todos los días conduce su coche, con una reflexiva y siniestra cautela, desde Campotéjar al edificio del juzgado de Iznalloz. "Yo no adelanto nunca, aunque esté permitido. Los de los pueblos de por aquí tampoco, porque saben lo que exponen. Gracias a Dios, todavía no he visto a ningún conocido muerto en la carretera".

Hacer algo

José Luis continúa una larga tradición familiar de colaboración gratuita con la justicia. De su padre, que era auxiliar del Ayuntamiento, y sobre todo de su tío Pepón, que era ayudante del juez, aprendió a redactar providencias e instruir diligencias. Durante siete años fue secretario del juzgado de paz de Dehesas Viejas, y luego en su pueblo. Su destino en Iznalloz ha sido el más duro."Yo soy cartero, no tengo estudios superiores. Durante cuatro años he visto muertos, cuerpos mutilados. La conciencia me remordía y me preguntaba si yo podría hacer algo por esa gente destrozada". Sin mucha convicción en su éxito, el juez presentó hace pocos días una denuncia contra el responsable de la demarcación de carreteras de Andalucía Oriental, Rafael Villar, al que responsabiliza de un supuesto delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte. La denuncia ha sido admitida. Hernández opina que la mala señalización y el mal trazado de la ruta son los responsables de los numerosos accidentes. De la misma opinión son varios ayuntamientos de la zona que han aprobado en pleno mociones para que se modifique la señalización.

Nadie se explica por qué motivo se sustituyó la línea continua hace dos años. Este periódico intentó hablar con Rafael Villar, pero desde el martes pasado estaba de viaje. Fuentes de Tráfico, no obstante, señalaron que el criterio del Ministerio de Obras Públicas en cuanto a la señalización de carreteras consiste en ser lo menos restrictivo posible, y quizá ésta fue la causa de que se permitieran los adelantamientos. Sin embargo, el tiempo transcurrido desde entonces, demuestra el peligro de tal determinación.

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El negocio de la funeraria

La Jefatura de Tráfico de Granada sólo pudo facilitar los accidentes relativos al año 1991 en el citado tramo. Se contabilizaron 120 sucesos con víctimas.Treinta personas perdieron la vida, un centenar resultó con heridas graves y 132 con leves. Los datos son incompletos, pues su recogida es inmediata al suceso y no abarcan los fallecimientos en hospitales a consecuencia de las heridas. De todos modos, Tráfico reconoce que es el punto más siniestro de Andalucía y quizá de España. Pero los responsables no han tomado ninguna medida.La funeraria Sábanas de Iznalloz sí que ha notado las consecuencias de las curvas malas de la carretera nueva. En 1989 hizo sólo 30 servicios. Un año después fueron 39, y el año pasado llegaron a 50. En 1992 los servicios en la carretera han sido numerosos. Su propietario, Antonio, El Sábanas, regenta también una tienda de muebles, pero según el encargado de la funeraria, Manuel Guadix, ahora está más dedicado "a los porrazos que a los muebles". El Sábanas ha promovido una nueva funeraria en la que participan empresas similares cuya sede social -está en Granada, lo que le permite disponer de varios vehículos fúnebres -hasta ahora sólo tenía uno- y operar en toda la provincia. "En cuanto caen dos gotas de agua estamos preparados", dice Guadix con aire de fatalidad.

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