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El espionaje francés avisó de que más de tres suicidas iban a atentar en Barcelona

La oposición ataca al consejero catalán de Interior por minimizar la operación

El confidente de los servicios secretos franceses que alertó de la inminencia de un atentado suicida en el metro de Barcelona avisó de que en la capital catalana se habían reunido tres de sus ejecutores pero que la red a la que pertenecían tenía "más" terroristas dispuestos a morir matando, sin precisar su número. El espionaje francés le dio pleno crédito al chivatazo y lo comunicó al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que desencadenó la operación. Y aunque no tenían su atentado completamente cerrado, ya habían decidido atacar y, por tanto, se actuó "para no correr riesgos". Los tres supuestos suicidas que estaban en Barcelona ya están en prisión.

El fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, sostuvo ayer, frente al auto del juez Ismael Moreno, la versión de la Fiscalía de la Audiencia Nacional en el sentido de que los yihadistas suicidas serían seis. "Hay seis suicidas, dos que lideran el comando y otros dos expertos en explosivos", aseguró. Conde-Pumpido precisó que al comando yihadista se le había ocupado nitrocelulosa, un componente de la dinamita y que supuestamente tenían previsto atentar "de manera inminente". El fiscal se felicitó de que se hubiera actuado con anticipación y de que se mantenga "la guardia alta" frente al terrorismo yihadista.

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La operación ha tenido como efecto la prevención de un atentado para el que ya estaba puesta la marcha atrás. "No nos podemos arriesgar a llevar a cabo la investigación con suicidas y que se produzca un atentado", declaró ayer Joan Mesquida, director general de la Policía y la Guardia Civil en TVE. "Lo importante es estar muy pendientes de ellos, primero para evitar que tengan acceso a la fabricación de armas, para consumar su voluntad", subrayó. De esta manera, apuntó, habrá "muchas actuaciones en las que se detendrá a estas personas como medida de prevención, porque la posibilidad de que puedan cometer un atentado, al tener la voluntad e incluso el perfil suicida, es potencialmente muy tremenda".

La detención de los yihadistas, además, ha provocado una tormenta en la política catalana, poco ducha en tratar cuestiones de terrorismo, y ha llegado hasta el punto de que el PP ha pedido la destitución del consejero de Interior, el ecosocialista Joan Saura. El Parlamento catalán se reunió el miércoles a primera hora en la comisión de materias secretas para escuchar las explicaciones de Saura, acerca de las detenciones de la noche del viernes 18 de enero al sábado 19 en El Raval barcelonés. El consejero lanzó varios llamamientos a la calma, aseguró que los detenidos no tenía "objetivos definidos" y que no existía indicio alguno de "atentado inminente". Ayer, a la vista de las explicaciones de la fiscalía la versión de Saura se derrumbó y la oposición se frotó las manos.

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"O el consejero mintió o no tenía ni idea de lo que estaba diciendo", dijo el presidente del PP de Cataluña, Daniel Sirera, quien pidió la destitución de Saura. En un tono también crítico pero sin pedir su cese, el presidente de CiU, Artur Mas, apuntó que el consejero de Interior "o bien no se enteró de nada" o bien "escondió información" a la oposición y a la ciudadanía catalana.

Fuentes del Gobierno catalán mantienen que Saura se ha limitado en todo momento a reproducir la información que se le ha transmitido desde el Ministerio del Interior. Las mismas fuentes recuerdan que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son las que tienen las competencias en materia de terrorismo en Cataluña. Eso sí, Saura reconoció que en Cataluña "hay un riesgo" de terrorismo, como en toda Europa, pero que "en ningún caso" es "un nido de islamistas radicales". Pero, horas más tarde, la Audiencia Nacional envió a prisión a 10 de los 12 islamistas, acusados de planear atentados suicidas.

Mientras, los colectivos paquistaníes piden calma. La Asociación de Trabajadores Paquistaníes de Cataluña reiteró ayer que es "exagerado" detener y acusar a alguien basándose sólo en la declaración de un confidente. Sin embargo, los servicios secretos franceses dieron pleno crédito al chivatazo.

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