_
_
_
_
_

El etarra Solana intenta fugarse de la cárcel de Nanclares horas antes de ser devuelto a Madrid

Solana -detenido en Sevilla tras el asesinato del coronel médico Antonio Muñoz Cariñanos y acusado también de los asesinatos del edil del PP de Málaga José María Martín Carpena y del fiscal jefe de Andalucía, Luis Portero- aprovechó las últimas horas que le quedaban de estancia en Nanclares para intentar la fuga, ya que sabía que ayer mismo iba a ser trasladado a la cárcel de Valdemoro (Madrid), tal y como finalmente se hizo.

El etarra había llegado a Nanclares de la Oca el 4 de enero para ser juzgado por insumisión. El miembro del comando Andalucía se negó a declarar en este juicio, celebrado el miércoles, y expresó su deseo de regresar rápidamente a la cárcel, según fuentes de la investigación. Poco antes de salir de los juzgados, pudo reunirse brevemente con familiares y amigos, según informaba ayer el diario Gara.

Más información
El juez decreta la detención preventiva de los detenidos en el juicio de Igor Solana

La tentativa de fuga comenzó sobre las cuatro de la madrugada. El recluso, sin que los funcionarios se percibieran de ello, serró con una pequeña sierra flexible de pelo un barrote de la ventana de su celda individual situada en la planta baja de un módulo de Nanclares, donde hay otra treintena de etarras. De la ventana saltó al patio contiguo, donde se hizo con una espaldera de un pequeño gimnasio que hay para los reclusos. El aparato tuvo que ser desatornillado para liberarlo de los anclajes que lo fijaban a la pared y el suelo.

Escalera improvisada

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Con esta improvisada escalera se encaramó a un muro de seis metros, desde el que descolgó una liana realizada con las dos sábanas de su cama, para intentar bajar al otro lado. Los ruidos que hizo Solana en el traslado de la espaldera alertaron a los funcionarios de vigilancia, pero fue un agente de la Ertzaintza quien lo avistó y le dio el alto, cuando el etarra asomó la cabeza por encima del muro que separa el patio del foso que limita con el exterior. Solana, al verse capturado, se bajó del muro sin ofrecer resistencia y los vigilantes internos le devolvieron a una nueva celda.

La dirección de la prisión investiga cómo obtuvo Solana la sierra, si se la proporcionó otro preso (hay talleres de carpintería en el penal) o si la introdujo él mismo en la cárcel a su vuelta del juicio de Bilbao, en cuyo caso habría burlado los controles y registros que se hacen a los reclusos tras sus traslados. Solana aseguró que había tirado la sierra a un tejado, pero anoche los funcionarios no habían dado con ella. Asimismo, se intenta averiguar cómo y cuándo soltó, y si lo hizo él mismo o terceras personas, la espaldera de sus fijaciones.

Solana pudo contar con la ayuda de terceras personas y apoyo exterior, según admitieron las fuentes consultadas, aunque no pudieron precisar si alguien le esperaba fuera. El etarra llevaba consigo varios números de teléfono y direcciones a las que dirigirse si lograba la fuga, extremo sobre el que Instituciones Penitenciarias no facilitó ningún detalle más. No obstante, fuentes policiales negaron este dato y explicaron que lo que llevaba Solana era la carta de una amiga.

En cualquier caso, fuentes de la Ertzaintza aseguraron que se está investigando a las personas cuyos datos llevaba encima Solana, que también se había hecho con 40.000 pesetas (pese a que también está prohibido que los presos posean más que calderilla) así como con un croquis del exterior de la cárcel, con el río Zadorra y algunas otras indicaciones señaladas para orientarse una vez fuera.

Instituciones Penitenciarias va a pedir un informe a la Ertzaintza sobre los traslados del preso de la cárcel a los juzgados y sobre el tiempo que permaneció en el edificio judicial, ya que fue este cuerpo el que se encargó de la custodia en ese periodo.

No obstante, la fuga tenía pocos visos de prosperar. Fuentes penitenciarias precisaron que el recluso de ETA no había superado 'más del 30% de los obstáculos' que habría tenido que sortear para lograr su objetivo. Incluso de haber llegado a descender el muro por el que arrojó las sábanas, aún le habrían quedado otros impedimentos, tanto físicos como electrónicos, difícilmente salvables: el foso al que habría caído, seguido de un segundo muro; un tercer espacio que conforma una especie de carretera interior que bordea toda la cárcel, en el que hay alarmas por microondas y volumétricas; y un último muro coronado por una alambrada de espinos denominada 'concertina'. Solana necesitaría haber realizado además todo ese recorrido eludiendo la vigilancia de los funcionarios en el interior y de los ertzainas desde sus garitas.

Recinto especial

El módulo en el que estaba Solana, sin poder ser calificado como de alta seguridad dada la antigüedad de la prisión alavesa (tiene 20 años) sí es un recinto especial. Fuentes penitenciarias agregaron que ninguna de las cárceles vascas puede calificarse como de máxima seguridad y señalaron que, en todo caso, la de Nanclares de la Oca es la mejor de ellas. También reconocieron que una parte de la seguridad falló, pero reivindicaron el buen funcionamiento del resto de las medidas, remitiéndose al hecho de que el intento de fuga no prosperó. El director de la cárcel, Jesús Moreno, mantuvo ayer una larga reunión con los representantes sindicales del funcionariado del centro penitenciario alavés.

El ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, aludió al hecho de que el recluso dispusiera de la herramienta con la que serró el barrote y reconoció 'en esa fase no se han producido las cosas como debían'. No obstante, defendió el funcionamiento de las medidas de seguridad, ya que Solana 'ha sido detenido en la propia prisión'. El ministro señaló que los intentos de fuga no se pueden evitar y que lo importante es impedir la fuga misma, aunque admitió la necesidad de perfeccionar las medidas para que 'ni siquiera se produzcan hechos como el de ayer'.

Ningún recluso de ETA ha logrado escapar de una prisión desde 1985, cuando José Ignacio Pikabea y Joseba Sarrionaindia se evadieron de la cárcel de Martutene, tras un concierto del cantautor Imanol, escondidos en los bafles del equipo. El actual dirigente de ETA Mikel Albizu, Mikel Antza, cooperó en aquella fuga y escapó luego a Francia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_