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JORDI HEREU | Nueva batalla de primarias socialistas

Del éxito de la proximidad a la caída de grandes proyectos

Cuando Jordi Hereu heredó en 2006 la alcaldía de Barcelona porque a Joan Clos lo hicieron ministro se puso el traje de alcalde desde el minuto uno. Pese a no haber pasado por las urnas, ni por un momento se le vio inseguro ni titubeó al asumir la alcaldía.

Hereu (Barcelona, 1965), padre de dos hijos, se forjó políticamente en el distrito de Les Corts, en la parte alta de la ciudad. Como escudero de Clos quedó escarmentado con el Fórum de las Culturas de 2004, una celebración de la que el gobierno municipal salió muy desgastado. Cuando llegó el momento de las elecciones, frente a los proyectos faraónicos, Hereu vendió la Barcelona de la gente y las políticas de proximidad como valores para repetir en la alcaldía, y los ciudadanos le dieron el cargo en 2007.

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Venció, pero cometió el mismo error que su antecesor y ha caído en la tentación de organizar grandes proyectos: en plena crisis, propuso impulsar los Juegos Olímpicos de invierno de 2022 y fracasó al consultar la reforma de la avenida Diagonal, un fiasco que se llevó por delante a su principal colaborador, Carles Martí.

Apasionado de la ciudad, el alcalde es bailongo y suele asistir a conciertos. Conocido por una imitación que exagera su tono de voz nasal y de elevado volumen, es de trato cercano pero firme en sus convicciones. Cuando se enfada se le nota. No ha rechistado ante los intentos de la dirección del partido para forzar su renuncia a la reelección.

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