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El hombre que ardió a lo bonzo muere solo en un hospital

La esposa y los dos hijos del inmigrante regresaron hace dos días a Rumania

María Fabra

Quince días después de que se quemara a lo bonzo ante la Subdelegación del Gobierno en Castellón, Nicolai murió ayer solo en el hospital La Fe de Valencia. Las quemaduras en el 70% de su cuerpo acabaron con la vida de este rumano de 44 años que reclamaba ayudas con el fin de volver a su país. Hace apenas dos días, su esposa y sus dos hijos, de 17 y 3 años, dejaron el centro donde estaban acogidos para regresar a Rumania.

Los familiares regresaron a su país gracias a las ayudas que han recibido de particulares y ONG, después de la repercusión del acto desesperado de Nicolai. La familia sabía del estado crítico en el que se encontraba el herido, según fuentes de la Consejería de Bienestar Social. En cualquier caso, la esposa decidió irse, alegando que deseaba que sus hijos regresaran a su país. A mediodía de ayer, el hombre murió solo en el hospital. Aunque durante la primera semana de su estancia en la unidad de quemados permaneció estable, hace cuatro días empeoró. Fue necesario ponerle respiración asistida y su situación se agravó mucho.

Ayer, la Consejería de Inmigración realizaba los trámites oportunos para comunicar el fallecimiento a su esposa. El primer intento se dirigió a localizar a un familiar cercano que, posiblemente, reside en España. La familia tiene que decidir si quiere que el cadáver sea repatriado, momento en el que el Consulado de Rumania o la Delegación del Gobierno habrán de iniciar el procedimiento.

Fue hace 15 días cuando Nicolai, después de pasar por varias instituciones, se plantó frente a la sede de la Subdelegación de Gobierno en Castellón y, en presencia de su esposa y sus dos hijos, amenazó con prenderse fuego mientras portaba una botella llena en una mano y un mechero en otra. Finalmente, se quemó a lo bonzo, en medio de un gran alboroto y de llantos de desesperación y nerviosismo. Los dos agentes de seguridad del edificio acudieron a socorrerle y lograron arrancarle la ropa ardiendo. Su hija, que hizo de intérprete, explicó que el acto obedeció a la desesperación al no encontrar ni trabajo ni ayuda para obtener los 400 euros que les costaba el viaje de vuelta a su país.

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