_
_
_
_
_
Reportaje:Ven la luz las actas secretas del 23-F del Congreso

"Si hubiera un apagón, al recibir un roce, hagan fuego"

El teniente coronel Tejero ordenó a los guardias civiles que ocupaban el hemiciclo del Congreso disparar si en algún momento se cortaba la luz y alguien les tocaba

Miguel González

"Si hubiera un apagón de luz en la puerta donde estén ustedes, al recibir un roce en el cuerpo, hagan fuego". El teniente coronel Tejero ordenó a los guardias civiles que ocupaban el Congreso de los Diputados en la tarde del 23 de febrero de 1981 disparar si se cortaba la electricidad en el hemiciclo y notaban que alguien les tocaba. Momentos antes, los vicepresidentes primero y cuarto, Modesto Fraile y José Bono, le habían advertido del riesgo de que se fuera la luz. La orden de Tejero, que causó estupor en quienes le escucharon, figura en el acta en el que los cuatro secretarios de la Cámara baja -Víctor Manuel Carrascal, Leopoldo Torres, Soledad Becerril y José Bono- hicieron un relato pormenorizado del asalto.

Más información
Las actas oficiales del Congreso sobre el 23-F
Tejero, el 24-F

El contenido de este documento, que se conoció ayer tras permanecer secreto durante tres décadas, refleja el clima de tensión que se vivió en el interior del Congreso, y lo cerca que se estuvo de que el secuestro de los representantes de la soberanía popular desembocara en una matanza. También muestra cómo el tono altanero y prepotente de los golpistas fue suavizándose a medida que, con el paso de las horas, iban tomando conciencia de que se encontraban aislados y su intentona había fracasado.

Bono relató ayer en la Cadena SER cómo el entonces presidente del Congreso, Landelino Lavilla, encargó a los cuatro secretarios que levantaran acta: "La hicimos Víctor Carrascal y yo, y luego la firmamos los cuatro. Tenemos una copia del original cada uno". Bono ha asegurado que escucharon todo lo que estuvo a su alcance, "entre otras las [grabaciones] del micrófono de la sala y algunas cintas 'hacia el exterior".

A continuación se ofrece un resumen cronológico del acta, que ocupa 35 folios:

- 18.23 del 23 de febrero. Cuando el secretario primero de la Cámara [Carrascal] llama a votar al diputado Núñez Encabo se escuchan gritos, voces y disparos procedentes del exterior del salón de sesiones. Carrascal pregunta: "¿Qué pasa?".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Se producen movimientos de diputados en la Cámara, sorprendidos por los ruidos que llegan del exterior. Cuando Carrascal repite el voto negativo de Núñez Encabo y pregunta de nuevo "¿qué pasa?", irrumpe violentamente en la Cámara, por la puerta situada a la izquierda de la Presidencia del Congreso, un jefe de la Guardia Civil, que resultó ser el teniente coronel Tejero, quien, portando una pistola, se dirige a la tribuna de oradores, accediendo a la misma por la escalera de la izquierda; se sitúa a la derecha y delante del presidente; este, puesto en pie, le pregunta: "¿Qué ocurre?". Tejero le contesta: "Quítate de ahí", acompañando estas palabras de un expresivo gesto de la mano con que empuña la pistola.

(...) El teniente coronel Tejero y otros miembros de la Guardia Civil se dirigen a la Cámara, gritando: "¡Alto! ¡Todo el mundo quieto! ¡Quieto todo el mundo!... ¡Silencio! ¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo! ¡Al suelo todo el mundo! ¡Todo el mundo al suelo! ¡Al suelo! ¡Al suelo! ¡Al suelo!".

El vicepresidente primero del Gobierno [Manuel Gutiérrez Mellado], abandonando el banco azul, se dirige a Tejero; este le dice "¡Siéntese, diputado!", haciendo caso omiso el teniente general, que es zarandeado violentamente por varios elementos armados; en ese momento se producen diversos disparos y ráfagas de fusil ametrallador, cuyos impactos pueden observarse en la bóveda del hemiciclo y en las paredes de las tribunas destinadas a medios informativos e invitados.

(...) Durante los disparos alguien dijo: "¡Quietos! ¡Para, para! ¡Que vais a dar a alguien de los nuestros!".

El presidente [del Congreso], los vicepresidentes y el secretario general son cacheados.

Se incorporan a sus respectivos escaños los diputados y miembros del Gobierno que, durante diez minutos aproximadamente, habían permanecido en el suelo. Al incorporarse, son obligados a permanecer con las manos visibles, oyéndose gritos de: "¡Las manos fuera; manos arriba, ¿eh? ¡Manitas arriba!".

Mientras se producen los disparos, el vicepresidente primero del Gobierno permanece en pie fuera de su escaño. Tejero se dirige a Gutiérrez Mellado y con ayuda de otros guardias le zarandea y golpea violentamente. Incluso le agrede por la espalda, sin que el teniente general caiga al suelo. Uno de los ocupantes se dirige al presidente de la Cámara, solicitándole que hable a los diputados para tranquilizarles. Lavilla responde que, en las circunstancias en que se encuentra, cree que no puede ejercer la presidencia.

Una persona que vestía uniforme de capitán de la Guardia Civil, y que resultó ser el capitán Muñecas, se dirige a la tribuna de oradores diciendo lo siguiente: "Buenas tardes. No va a ocurrir nada; pero vamos a esperar un momento a que venga la Autoridad Militar competente para disponer lo que tenga que ser y lo que él mismo diga a todos nosotros. O sea, estense tranquilos. No sé si esto será cuestión de un cuarto de hora, de 20 minutos o media hora; me imagino que no más tiempo, y la Autoridad que hay competente, militar por supuesto, será la que determine qué es lo que va a ocurrir. Por supuesto que no pasará nada. O sea, que estén ustedes todos tranquilos".

El capitán Muñecas se retira de la tribuna. Seguidamente, respondiendo a una llamada del presidente de la Cámara, se acerca a este, quien le pregunta: "¿Qué ocurre?". Muñecas responde que él se limita a obedecer órdenes. Lavilla le vuelve a preguntar quién manda la fuerza y Muñecas dice que no sabe y que hay que esperar a la Autoridad Militar.

(...) Seguidamente se oye una voz que dice: "Doctor Petinto, por favor, venga acá; parece que este señor está un poco lesionado". El diputado Fuejo se pone en pie en su escaño, indicando que él es médico. Fuejo se dirige a atender a (...) Fernando Sagaseta.

(...) Durante el tiempo en que los diputados permanecen inmóviles y obligados a estar en sus asientos, el presidente de la Cámara se dirige, reiteradamente, al guardia civil que se mantiene constantemente detrás de él, pidiéndole hablar con el jefe de la fuerza ocupante, recibiendo repetidas negativas a tal solicitud; ante la insistencia del presidente, el citado miembro de la Guardia Civil manifiesta que es el jefe quien decidirá cuándo quiere hablar; añadiendo que ya tendría tiempo de hablar con él "largo y tendido".

- 19.35. El presidente del Gobierno en funciones [Adolfo Suárez] abandona el banco azul y se dirige a uno de los asaltantes: "¡Quiero hablar con el que manda la fuerza!". Se oyen voces que dicen: "¡Retírese! ¡Silencio! ¡Schsss!".

Un guardia, situado en la parte superior derecha del hemiciclo, dice con toda claridad: "Tranquilos, señores; al próximo movimiento de manos, se mueve esto, ¿eh? [señalando la metralleta]. Así que los de las manitas esas, tranquilos. Eso cuando estén solos. Aquí se ha acabado".

Inmediatamente, Suárez se pone en pie. Una voz: "¡Señor Suárez, permanezca en su escaño!". Suárez dice: "Yo tengo la facultad, como presidente del Gobierno... [no se perciben las últimas palabras]". Suárez es interrumpido con gritos: "¡Señor Suárez! ¡Se siente, coño! ¡Se siente! ¡Se siente! ¡Que se siente!". Mientras que estos gritos se producen, Suárez hace repetidas llamadas a la tranquilidad, diciendo: "¡Por favor, por favor!".

Poco después, aparece por la puerta Tejero, que grita: "El general Milans nos manda un abrazo. Ha decretado la movilización general".

Desde los pasillos exteriores del hemiciclo se oyen gritos confusos, coreados con vivas; inmediatamente después "¡viva España!", que es respondido con muchas voces que dicen "¡viva!" y algunas que gritan "¡arriba!". También desde el exterior se pronuncian los gritos "¡viva el Rey! ¡viva la Guardia Civil!". Se oye otro grito confuso, también procedente del exterior del hemiciclo, que dice "¡viva la democracia!"; es respondido por una voz que dice: "¡Viva!".

- 19.40. Tejero coge por el brazo a Suárez y ambos salen del hemiciclo. Pasados unos minutos, las fuerzas ocupantes hacen salir del hemiciclo, por este orden, a Felipe González, Manuel Gutiérrez Mellado, Alfonso Guerra, Agustín Rodríguez Sahagún y Santiago Carrillo. El abandono del hemiciclo lo hacen los citados señores con el intervalo de pocos minutos entre unos y otros, con excepción de González y Gutiérrez Mellado, que lo hacen al mismo tiempo. En ese momento, se produce en la Cámara un grave silencio.

- 20.45. Una voz grita: "¡Un micrófono, por favor; por favor, un micrófono!". Otra voz: "¡Por aquí! ¡Por aquí!". Un miembro de la Guardia Civil sube a la tribuna de oradores y comienza a leer un telex. [El acta reproduce dos teletipos de Europa Press en los que dice que la situación es de normalidad en el Cuartel General del Ejército, próximo al Congreso, sin que se observen movimientos de tropas, y que en la sede del Ministerio del Interior se han cerrado las puertas].

En ese momento, se acerca un oficial de la Guardia Civil a los micrófonos y dice: "¡Un momento, señores, se va a leer un comunicado!". [El acta reproduce un teletipo de Europa Press que da cuenta de la ocupación por fuerzas militares de las emisoras La Voz de Castellón y Radio Castellón, así como el contenido íntegro del bando del capitán general de Valencia, Milans del Bosch, que declara el estado de excepción en esa región militar. También reproduce una nota de agencia que da cuenta de la ocupación de los estudios de TVE en Prado del Rey].

Fraile y Bono se dirigen a los miembros de la fuerza ocupante, manifestándoles su preocupación ante un posible corte en el suministro de fluido eléctrico, indicando que se carece de generador propio de corriente. Les ruegan calma si tal evento se produjera, para evitar consecuencias irreparables. Ante la sorpresa y estupor de todos los presentes, Tejero grita, dirigiéndose a la fuerza ocupante: "Si hubiera un apagón de luz en la puerta donde estén ustedes, al recibir un roce en el cuerpo, hagan fuego". A continuación, alguien dice: "¡Póngase en las puertas y puestos! ¡En las puertas! ¡Nadie empuje las puertas si se apaga esto, porque recibirá fuego!". Con anterioridad a la intervención de Fraile y Bono, se habían producido inflexiones en la luz y ciertos parpadeos en los focos del hemiciclo.

A continuación, Tejero ordena a los ujieres que traigan sillas y las coloca cerca de la mesa pequeña y las sitúan en el lugar ordenado por Tejero. Este ordena que, en el supuesto de que se corte el suministro de fluido eléctrico, se prenda fuego al material acumulado. En ese momento varios diputados gritaron que todo era de madera. Un oficial vuelca algunas de las sillas y otro, con un cuchillo, rompe el tapizado de dos de ellas, extrae la estopa y la coloca encima de la mesa de los taquígrafos; un oficial, a requerimiento del presidente de la Cámara, que le advierte de los riesgos, detiene la operación.

- 22.30. Tejero entró en el hemiciclo y pronunció las siguientes palabras: "¡Guardias! La Segunda, la Tercera, la Cuarta y la Quinta Región Militar han dicho sí al teniente general Milans del Bosch como presidente del Gobierno!".

- 23.30. Un oficial, desde el centro del salón, vocea el nombre de Muñoz Peirats. Este se levanta en su escaño y el oficial se acerca al diputado, entregándole una bolsa de plástico, amarilla, que contenía medicamentos.

- 23.45. Un teniente de la Guardia Civil comunica a los diputados que está prohibido escribir y pasarse notas. A los pocos minutos, una pareja de la Guardia Civil se dirige al escaño del diputado Puig Olivé para que les entregue un libro. El teniente Álvarez, después de leer la primera página, lo deposita en la mesa situada en la tribuna de oradores. El libro decía en su portada: Poema de Rafael Masó.

Posteriormente se ha sabido que Puig tomaba nota de los hechos en la primera página del libro que fue arrancada por un guardia que la colocó en su bolsillo.

- 8.00 del 24 de febrero. Algunos ujieres colocan en la pequeña mesa que se encuentra delante de la tribuna de oradores paquetes o cajas que contienen leche, jamón de York, queso y otros productos alimenticios. Un oficial anuncia que los presentes en la Sala podrán desayunar en breves minutos; desde los escaños, se oyen voces de: "No queremos comer. No queremos comer. Queremos desayunar en casa".

- 8.50. Manuel Fraga se levanta de su escaño, desciende al centro del hemiciclo y dirigiéndose a Tejero y a otros oficiales que le acompañan dice: "¿Puede la Guardia Civil tenernos como a una pandilla de forajidos a tantos hombres indefensos?". [Gritos de "¡muy bien, muy bien!" y "¡viva la democracia!" y "¡viva España!"]. Se ordena callar a Fraga y, en ese momento, se unen a las fuerzas ocupantes, que estaban en el hemiciclo, alrededor de 40 guardias, que portaban sus armas en posición de hacer uso de ellas. Se escucha incluso el chasquillo característico de montar las armas.

Fraga, con voz suficientemente alta para ser escuchada por todos los presentes, dice: "Yo no aguanto más. Disparen contra mí [abriéndose la chaqueta]. En ese momento, Íñigo Cavero y Fernando Álvarez de Miranda también gritan: "¡Dispáreme a mí!". Fraga continúa diciendo: "No paso por esto. Es una traición a España en estos momentos. No están haciendo un favor a España. No paso por esto". [Rumores] Se escucha una voz: "¡Quietos, por favor!". Fraga: "¡No hago ningún favor! ¡Lo siento, pero quiero salir de aquí! ¡Salimos todos!". Otra voz: "¡Estense tranquilos!". Fraga: "Yo estoy tranquilo, pero quiero salir de aquí. Este asunto debe terminar cuanto antes. Nos vamos".

En ese momento, se ordena sentarse a Fraga, quien dice: "Estáis arruinando la carrera de estos hombres". Saliendo ya del hemiciclo, Fraga se dirige a Tejero: "Le hago notar que me ha puesto la mano encima". Tejero le contesta: "¡Las dos!".

Se origina un gran revuelo en el hemiciclo y el presidente del Congreso se dirige a los diputados diciendo: "Manténganse serenos en sus escaños. Por favor, tranquilidad, por favor. Serenidad, por favor; por favor, tranquilidad. Por favor, serenidad".

Cuando Fraga estaba a punto de abandonar el hemiciclo, pronunció las siguientes palabras: "Prefiero morir con honra que vivir con vilipendio". Se oye la voz de varios diputados que dicen: "¡Vámonos!". Lavilla insiste: "Por favor, serenidad".

Restablecida la calma, el presidente de la Cámara advierte a Tejero que la situación no se puede prolongar más pues la acumulación de tensión puede dar lugar a incidentes graves que produzcan alguna tragedia.

Poco después, Satrústegui, de pie desde su escaño, dice: "¡Señor teniente coronel Tejero! Yo soy íntimo amigo del teniente general Milans del Bosch. Yo digo que quiero hablar con él porque aquí se nos está mintiendo. El teniente general Milans del Bosch es incapaz de sublevarse contra el Rey". Un teniente dice: "Por favor, siéntese". Satrústegui contesta: "Bien, pero ¿qué me dicen ustedes?". Tejero le replica: "Yo no dialogo [grandes rumores]". Satrústegui, antes de sentarse en su escaño, añadió: "Están engañando a la gente".

- 10.00. El teniente Álvarez anuncia que se va a permitir la salida de las diputadas. Estas, todas, se resisten tenazmente a abandonar la Cámara; ceden, ante los argumentos de sus compañeros, y salen todas las que se encontraban en ese momento en el salón, con excepción de María Izquierdo y Pilar Bravo.

- 11.00. El teniente Álvarez se dirige a los presentes diciendo: "Silencio, por favor, siéntense. Vamos a ver. Disculpen que el desayuno esté tardando tanto en venir; es que parece que no va ser necesario. (...) Les puedo adelantar que el tiempo que van a permanecer aquí va ser muy breve. Tranquilos, todo ha pasado, ya lo verán. [...]Como ustedes comprenderán, parece ser que estamos llegando a los momentos finales que, como finales que son, son los delicados y, por su delicadeza, requieren de todos nosotros gran tranquilidad. Espero que ustedes la tengan. Ruego que colaboren con nosotros".

Poco antes del mediodía, Tejero penetra al salón y dice: "Por favor, se va a desalojar el salón. Lo único que les pido es que colaboren y salgan poco a poco (...)". Varios diputados, entre exclamaciones, dicen: "¡Felipe!". Tejero continúa diciendo: "Entre las condiciones que doy es que tienen que salir ustedes. Ellos han aceptado y yo acepto. Se han aceptado todas las condiciones. Acepten ustedes también. Por favor".

El presidente del Congreso indica: "Salen primero los diputados, después el Gobierno y después la Mesa (...)". Tejero, saludando militarmente, se dirige al presidente de la Cámara: "Gracias".

Varios diputados, entre ellos Peces Barba y Solé Tura, preguntan por la situación de los diputados que habían sido obligados a abandonar el hemiciclo, a lo que responde Lavilla que iban a venir rápidamente al Salón de Sesiones. Se incorporan al hemiciclo Gutiérrez Mellado, Suárez, González, Guerra, Rodríguez Sahagún, Carrillo y Fraga.

Lavilla comienza a ordenar la salida de los diputados. En el momento en que llama a la fila en la que está Fraga, este dice: "Señor presidente, nuestro grupo, antes de abandonar el salón, plantea una cuestión de orden y pide, respetuosamente, a la presidencia: uno, que se digne levantar formalmente la sesión; y dos, que se convoque, cuanto antes, a la Junta de Portavoces".

El presidente dice: "Mañana habrá mesa a las nueve y media. Portavoces a las doce y pleno a las cuatro y media de la tarde".

- 12.15. El presidente sigue ordenando la salida de diputados y Gobierno que finaliza con la salida de los miembros de la Mesa del Congreso, en último lugar.

Seguidamente, las fuerzas ocupantes abandonan el Palacio del Congreso de los Diputados. Tan pronto se produce esta salida, el presidente de la Cámara y los miembros de la Mesa entran en el palacio dirigiéndose al despacho del presidente.

Antonio Tejero, pistola en mano, en la tribuna del Congreso el 23 de febrero de 1981.
Antonio Tejero, pistola en mano, en la tribuna del Congreso el 23 de febrero de 1981.

Landelino ofreció quedarse de rehén

En la madrugada del día 24, el presidente del Congreso, Landelino Lavilla, "solicitó la salida de los retenidos en Palacio, ofreciéndose a permanecer él en su interior (...) La respuesta fue que había que esperar. Los miembros de la Mesa se ofrecieron a permanecer con él".

- ¿Dónde está Suárez? Lavilla preguntó por Suárez, Gutiérrez Mellado, González, Guerra y Carrillo, que habían sido sacados del hemiciclo. Le dijeron que en el Palacio, pero se negaron a que Lavilla los viera.

- Heridos. Ocho diputados recibieron asistencia por parte de los también diputados y doctores Donato Fuejo y Carlos Gila, así como por la doctora Carmen Echave, que estaba en la tribuna de invitados. Cinco de ellos y un senador fueron evacuados a centros hospitalarios. Otros dos se negaron a ser evacuados, pese a padecer afecciones cardiacas. También tuvieron que ser atendidos tres invitados por cortes en el tiroteo.

- Al baño con escolta. Los diputados eran acompañados al servicio por un agente armado. Iban siempre de uno en uno y en silencio.

- Visitas de madrugada. Dos veces entró en el hemiciclo durante la madrugada el capitán Camilo Menéndez acompañado por Tejero. También "un hombre joven, de fuerte complexión, (...) armado de un fusil-ametrallador y llevando un puro en su mano izquierda". Los diputados vieron, además, a militares con uniforme de la División Acorazada. Llegaron con el comandante Pardo Zancada.

Vacío legal para secretos del Congreso

La Mesa del Congreso de los Diputados ha encargado a letrados de la Cámara que elaboren un protocolo para la desclasificación de documentos secretos. En este momento hay un vacío legal, y se aplica por analogía la Ley de Secretos Oficiales, que prevé que puedan consultarse los papeles una vez transcurridos 25 años.

Hay peticiones pendientes para revisar, por ejemplo, actas de comisiones de investigación celebradas a puerta cerrada que la Mesa del Congreso no sabe cómo tramitar.

En el caso de las actas del intento de golpe de Estado, hubo una petición de la revista Tiempo para desclasificar las transcripciones de la comparecencia del entonces ministro de Defensa para dar cuenta de lo ocurrido. Esa comparecencia se hizo a puerta cerrada, y hasta ahora no se conocían los detalles. La Mesa del Congreso decidió la semana pasada, sin debate alguno, levantar el secreto sobre esos textos.

Hay otras actas (resumidas en este artículo) que contienen los informes redactados por los entonces secretarios de la Mesa del Congreso a instancias de Landelino Lavilla, presidente entonces de la Cámara.

Estas actas estaban custodiadas hasta ahora por la Presidencia del Congreso, y fueron desveladas ayer. Expresamente, la Mesa del Congreso decidió mantener el secreto sobre documentos del intento de golpe de Estado que podrían afectar a la intimidad de personas concretas. Por ejemplo, los partes médicos de diputados atendidos esos días por los servicios médicos del Congreso.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_