_
_
_
_
_
Reportaje:

El imperio del PP en Baleares se desmorona

El último escándalo de corrupción desarbola a un partido deprimido

El imperio conservador del PP en Baleares se desmorona. Desde su derrota en las elecciones locales y autonómicas de 2007, ha ido perdiendo ámbitos de poder. El partido de Rajoy está en la oposición en casi todo el archipiélago. Política y geográficamente aislado, no genera empleos para cargos intermedios ni contratos para afines. La moderna sede del PP se ubica a diez pasos del Parlamento, del Consell de Mallorca, del Ayuntamiento de Palma y de la delegación del Gobierno, todos enclaves gobernados por el PSOE. La huida a Estados Unidos de Jaume Matas, ex presidente regional y ex ministro del segundo Gobierno de Aznar, ha dejado el partido descabezado.

En la intemperie de la oposición, con los barones del partido enzarzados en la prensa local en polémicas cainitas , y tras el fiasco del 9-M, el PP balear vuelve a sufrir por un escándalo de corrupción política. Javier Rodrigo de Santos, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Palma y hombre fuerte de la etapa de Matas, ha admitido haber malversado 50.804 euros en prostíbulos para homosexuales con la visa de la empresa municipal de obras de Palma, Emop, que presidía. Tras la querella de la Fiscalía Anticorrupción, De Santos devolvió el dinero, dejó el PP y pidió perdón.

De Santos, hombre fuerte de Matas, usó una Visa municipal en prostíbulos
La fuga a EE UU del ex presidente ha abierto una guerra interna en el PP

"¿Adónde nos ha llevado este señor metiendo la mano en la caja?", clamaba Rosa Estarás, sustituta provisional de Matas en la presidencia del partido. "Es un golpe mortal, la puntilla", explicaba uno de los responsables de levantar en el archipiélago uno de los grandes feudos de la derecha en España. La hegemonía conservadora se ha desvanecido en las dos últimas elecciones. Lejos del poder pese a tener el 47% de los votos en las autonómicas y el 44% en las generales, el partido sufre un estado de choque postraumático.

El PP balear está curtido en escándalos. Sobrevivió en 1992 a la condena de dos dirigentes que quisieron comprar el voto de un edil socialista, el caso Calvià. Superó en 1995 el cese por cobro de comisiones de Gabriel Cañellas, presidente autonómico y líder fundador. Más tarde el propio Matas escapó por poco de visitar al juez. Entre 2000 y 2006 la Fiscalía General y el Tribunal Supremo denegaron repetidas veces la petición del Tribunal Superior de Baleares de que el presidente declarase como imputado en casos generados en el entorno de su despacho. Se le acusaba de espiar el correo electrónico de un dirigente socialista y de una trama de compra de votos en Argentina para intentar modificar el resultado del escaño decisivo de Formentera.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Después de no conseguir formar Gobierno a pesar de haber conducido la candidatura más votada, Matas emigró a EE UU para defender los intereses de empresarios mallorquines. En la anterior legislatura había gobernado con mayoría absoluta, pero el caso Andratx -el mayor escándalo de corrupción urbanística en las islas- y las protestas vecinales contra las autovías de Ibiza le pasaron factura. El ex mandatario no consiguió que ningún partido le apoyara para formar Gobierno y se marchó sin hacer campaña para las generales. El 9 de marzo, tras confirmarse la victoria de Zapatero, Matas se paseó por la sede del partido en Palma y dejó un reguero de abrazos y palmadas en la espalda: "Ánimo, muchachos!".

La fuga del ex presidente dejó al partido exhausto y abrió una lucha encarnizada en el seno de la formación política. El PP perdió dos senadores y ha quedado detrás de la izquierda en Menorca y Formentera, por eso la aparición del ex presidente con la derrota aún caliente no sentó bien. "No tenía que haberse ido. Fue un error monumental", explica Miquel Ramis, portavoz del PP y amigo de Matas.

Pere Rotger, alcalde de Inca, argumenta que la fuga de Matas "ha perjudicado porque ha desilusionado a muchos". Pero la realidad es que, en el seno del PP, el ex presidente nunca recibía críticas. Sólo el veterano Joan Huguet, ahora senador, le reclamó que pospusiera su adiós. Matas le replicó: "Por favor, no me lo pongas más difícil".

Un dirigente del partido afirma: "No podemos hacer nada ante lo que cae. Si esta gente [el PSOE de Antich y sus socios] no hace tonterías, vamos a estar ocho años en la oposición". En la travesía del desierto se endurecen las pugnas por alcanzar el poder. Con Estarás, que se dispone a renovar caras y "centrar el tono y el mensaje" en el congreso regional de julio, llega el turno de los alcaldes que reclaman cuota en la dirección del partido. Pero la nueva presidenta sufre para lanzar una sucesión que parece minada. "Pervive la estructura, dirección política y mensaje que Matas creó a su imagen y semejanza", coinciden dos miembros de su ex Gobierno.

Estarás resiste en soledad, y venció la tentación de irse tras el estallido del caso De Santos. A su alrededor quedan demasiados deudores del antiguo Gobierno. Por ejemplo, Fernando Areal, cuñado de Matas, a la cabeza de la Fundación Antonio Maura, muy ligada al partido. A Encarnación Padilla, mujer de Areal, Matas la nombró directora general del Gobierno y la puso al frente de la empresa pública Bitel. En Baleares todo queda en familia.

Las voces que piden una renovación suben en intensidad tras el "desastre estratégico electoral", sentencia el alcalde de Calvià (53.000 habitantes), Carlos Delgado, uno de los cargos con más influencia sobre la derecha más dura y anticatalanista, que invita a la vieja guardia del partido a irse, "uno a uno". El alcalde exige empezar el cambio por el secretario general, José María Rodríguez.

El desconcierto y el cabreo son perceptibles en los gestos de los dirigentes. Los 207.000 votantes del PP el 9-M están decepcionados; los 12.000 militantes populares en las islas, deprimidos. La cúpula del partido no escatima en tremendismos a la hora de describir la situación. Con un partido "en plena crisis" y "convulsión", "tocado", con "una fuerte decepción" porque ya "no podía dar crédito" a los resultados, "llega el torpedo que remata la derrota". Son los propios perdedores se encargan de ponerle letra al drama.

"Yo seré ministro"

Javier Rodrigo de Santos, el personaje que más daño ha causado a la imagen de un PP balear en horas bajas, tenía una fijación. "Yo seré ministro", le gustaba repetir frente a sus amigos, la flor y nata del funcionariado y de los movimientos católicos más conservadores de las islas.Amigo de Ana Pastor, ex ministra de Sanidad y ex jefa nacional de Muface -la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado-, De Santos ha terminado por convertirse en uno de los demonios del PP. Se enfrenta a una pena de entre seis y ocho años por malversación de caudales. Está acusado de cargar a una tarjeta pública más de 100 encuentros en clubes de alterne para homosexuales. Una auditoría externa detectó las malversaciones del activista ultracatólico, a quien sus afines llamaban "el impoluto" por su minuciosidad en la gestión. De Santos admitió todas las acusaciones y se declaró "adicto". El principal problema para el partido es que De Santos era todo menos un chisgarabís. Ex cerebro de Urbanismo de Palma y portavoz del PP en el Ayuntamiento hasta 2007, Matas le había convertido en estratega y coordinador de su victoriosa campaña electoral de 2003.Su carrera comenzó en la delegación balear de Muface. Después, se trasladó a la Dirección Territorial del Insalud. Natural de Burgos, de 42 años, tiene cinco hijos de entre 16 años y seis meses. Casado con una ex alto cargo del Gobierno del PP, María Luisa de Miguel, todavía más a la derecha confesional que él, se le recuerda en los diferentes puestos que ocupó porque tenía la costumbre de encerrarse a orar en su despacho.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_