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La candidatura socialista a la Comunidad de Madrid

La indiferencia de los 'invisibles'

IU y UPyD, que no aprecian matices políticos entre Gómez y Jiménez, serán decisivos si Aguirre pierde la mayoría absoluta

Esta pieza no está basada en hechos reales sino en declaraciones de intenciones, es política-ficción, según uno de sus protagonistas. Al menos hasta el próximo 22 de mayo, cuando alrededor de tres millones de madrileños acudan a las urnas y las elecciones autonómicas puedan decidirse sin embargo por un puñado de votos: el que separa a Esperanza Aguirre (Partido Popular) de otra mayoría absoluta con la que mantenerse en la Presidencia regional; y el que confían en sumar, cada uno por su cuenta, dos partidos acostumbrados a la displicencia de los mayores y que, en esta ocasión, aspiran (y tienen posibilidades de lograrlo) a ser imprescindibles para formar Gobierno. O lo que es lo mismo, a influir, a importar. A ninguno de los dos parecía quitarles el sueño quién ocupara la candidatura socialista. Tienen claro lo que buscan.

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Izquierda Unida. Objetivo: derrocar a Esperanza Aguirre. "Las elecciones primarias en el Partido Socialista de Madrid están sirviendo como cortina de humo a los socialistas para distraer la atención de otros asuntos", aseguran desde la dirección nacional de la formación, que dejan los matices para su coordinador regional y candidato al Gobierno de la comunidad, Gregorio Gordo. "Es un proceso legítimo, pero ha generado ensimismamiento en el partido, los problemas reales de los ciudadanos han estado ausentes en el debate entre Trinidad Jiménez y Tomás Gómez, que han dicho lo mismo, sin diferencias ideológicas perceptibles", concluye. Y lo mismo le daba el uno que la otra, en cualquier caso: "Yo creo que Aguirre va a perder la mayoría, y si depende de IU va a ser así. Llevamos en el código genético entendernos con el PSOE, y nuestro compromiso inequívoco es quitar a Aguirre". Gordo, sin embargo, no ofrece un cheque en blanco al PSOE, sino que supedita cualquier acuerdo al programa de gobierno que pueda ofrecer el candidato socialista.

Unión, Progreso y Democracia. Objetivo: cambiar la ley electoral nacional. Para Gregorio Gordo, "UPyD es un globo que se va desinflando", y si logra representación parlamentaria "será el salvavidas de Aguirre para seguir gobernando", tanto por su supuesta afinidad política como por su intención declarada de respaldar siempre a la lista más votada. "Eso no es cierto. En el País Vasco, por ejemplo, apoyamos al socialista Patxi López, pese a que las elecciones las ganó el PNV", le responde Javier García Núñez. "Cada situación tiene sus circunstancias políticas", apostilla el que será uno de los aspirantes a la candidatura autonómica de UPyD. El proceso de primarias en este partido acaba de empezar, pero ya tiene al menos un rival, Luis de Velasco. "Fui militante socialista durante 18 años -asegura-, y creo que sus primarias son forzadas y no les ha hecho ninguna gracia. ¿A quién prefiero? No veo diferencias ideológicas. Son Tweedledee y Tweedledum".

En UPyD todos lo tienen claro: "Si hay mayoría absoluta no tenemos nada que decir. Pero si no...". Si no, "nos vamos a comportar igual independientemente de quién gane las elecciones autonómicas", afirma Gabriel López, el coordinador territorial del partido, recién elegido en sustitución de García Núñez tras dimitir este "por motivos personales". La intención declarada de esta formación es rehuir de un pacto global de legislatura, no entrar en el Gobierno sino negociar "partida a partida, ley a ley, palmo a palmo", en palabras de García Núñez, que considera que el proceso de primarias ha servido al PSOE para renacer cuando estaba "apagado, desilusionado, inactivo".

La opinión de Rosa Díez, líder nacional de UPyD (y militante socialista durante 30 años), es más crítica: "El PSOE se ha visto metido en las primarias porque no tenían más remedio, no querían pero se les ha ido de las manos". Será ella quien tenga la última palabra sobre los pactos en Madrid. "Nos planteamos tener una fuerza suficiente como para influir en la política que se haga, quien la haga nos da igual. Pero nuestra capacidad para llegar a un acuerdo va a depender de la necesidad de PP y PSOE", asegura. Su objetivo es claro: quiere cambiar una ley electoral que considera injusta. "No vamos a negociar alcantarillas", asegura Díez, que plantea un posible acuerdo siempre a nivel nacional. ¿Y si Aguirre no puede convencer a Mariano Rajoy, o Gómez a José Luis Rodríguez Zapatero? "Es su problema. Cada año hay que renovar la confianza, así que si ellos no cumplen su promesa...".

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