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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La izquierda socialista del PSOE

PABLO CASTELLANOLa necesidad de reforzar el PSOE por la izquierda, sin caer en infantilismos que no puede entender la mayoría de la sociedad, constituye el objetivo esencial de la corriente que se define como izquierda socialista, según la tesis del autor de este artículo. Esta corriente hace militancia "en, para y por el socialismo dentro del PSOE" y pretende crear las condiciones para aprovechar la oportunidad de cambio que se abre a la sociedad española, sin ceder a la tentación de la impaciencia, por más que sea incómodo estar en minoría dentro de su partido.

En un mundo en que se pone cada día más de moda la confusión y el maquiavelismo barato, es muy difícil acabar siendo medianamente entendido.Si alguien critica o enjuicia negativamente la labor de un determinado político, se piensa de inmediato que se quiere acabar con él, o en el peor de los casos, sustituirle.

Si por cualquier circunstancia, y con carácter colectivo, en el seno de una organización comienzan a aglutinarse compañeros coincidentes en determinadas posiciones políticas, pira los unos esta actitud encubre una vulgar lucha por el poder, para los otros es, quizá, la preparación de la habitual escisión de turno sobre la que montar una nueva organización o partido, y algunos otros mal pensados llegan, incluso, a insinuar que ello es un invento del propio aparato del partido con el que simular una imagen democrática.

La corriente de opinión del PSOE, que se ha dado a conocer como izquierda socialista, aunque algunos prebostes y jefecillos locales del PSOE así lo quisieran para eliminarla fácilmente como obstáculo a su dirigismo, no es una tendencia, pues a los que en ella coincidimos en determinadas posiciones políticas y análisis, no en todo, y por descontado, sin conjurarnos para su imposición o logro, nos une, sencillamente, el deseo de que dichos extremos se debatan, y si es posible acabar convenciendo a los demás, se hagan realidad, y finalmente los lleven a la práctica a quienes les corresponda, y como se diría ahora, con un lenguaje sospechosamente asimilado, los capitalice quien los capitalice.

No es un refugio de descontentos

Tampoco es un refugio de descontentos, ni buzón de rencores, aunque ambos adjetivos los hayamos sufrido con profusión, precisamente de la mano de quienes con su sectarismo no sólo provocan la indignación, sino lo que es más grave, el apartamiento o desafiliación de muchos y válidos militantes, y con sus nepotistas agravios causan bastante más daño a la imagen de unidad del partido que muchos otros que pudieren parecer más rebeldes, ácidos, indisciplinados o heterodoxos.

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Y como nuestras opiniones también tienen que estar sujetas a la permanente revisión -no son dogmas, y menos aún máscaras con las que manipular a nadie- aceptamos el poder ser convencidos con los argumentos contrarios. La posible verdad formal del partido, la establece su sistema democrático de mayorías y resoluciones de los congresos, y en consecuencia, como demócratas estamos a cubierto de la tentación de salir pitando por muy mal que podamos ver el panorama o íncómodo que sea el estar en minoría, siempre y cuando la posibilidad de incidir en su modificación esté garantizada con la libre expresión.

¿A qué viene todo esto? Pues viene a cuento ante la posible especulación, perdón con claridad, la malintencíonada especulación que a la izquierda socialista rodea, tan cargada de contradicciones como cualquíer otro colectivo de opinión y acción, de tener su existencia como plataforma para el lucimiento personal de algunos; de querer ser un simple instrumento de presión interna; convertirse, de hecho, en otra camarilla más que se disputa el poder, o lo que es más grave, de ocultar farisalcamente el ser el fundamento de otra nueva organización socialista.

No creemos que sea tan difícil entender que una corriente de opinión del PSOE es, por encima de todo, militancia en, para y por el socialismo dentro del PSOE.

Si ha habido equivocaciones en algunos, al enjuiciar a la izquierda socialista, explicables y legítimas, corrijámoslas con buena fe, y los que estén por ensayar alguna nueva experiencia organizativa, a la larga tan vieja como la intransigencia o la lucha por el espacio político, que lo hagan sin utilizar la confusión o manipular la buena fe, ni nuestra voluntaria actitud de ser prirñordi al mente militantes del PSOE. El militante que coincidiera en su día en la izquierda socialista del PSOE con las posiciones que en su seno querernos mantener, si hoy, en el uso de su legítimo derecho, decide irse, cambiando de criterio, hágalo sin decir, porque no es correcto, que con él se va o se escinde el todo o una parte de dicha izquierda socialista, ya que quien se va es él, y que la suerte le acompañe si de verdad le alienta la intención de contribuir diferencialmente al pluralismo de la izquierda obrera.

El tiempo dirá si esas actitudes, lógicamente impacientes, nacen para mejorar el socíalismo, o paradójicamente, para dificultar con más individualismos y corpuscularidades un auténtico proceso de unidad en organizaciones fuertes, que es lo que hoy nuestra clase necesita. Es poco afortunado responder a los antiunitarios y sectarios que dentro del PSOE también pululan, cayendo en el cepo de su provocación y ensayando nuevas organizaciones cada día.

Puede ser incómodo y, a veces, duro, pero visto con perspectivas históricas es bastante más efectivo, saber convivir e intentar convencer a la gran parte de la izquierda de nuestro país de que en el viejo Partido Socialista Obrero Español, coincidiendo en su Declaración de Principios de 1879, aún discrepando en los supuestos tácticos y estratégicos, manteniendo el derecho a la propia identidad y cumpliendo cada día lo que la mayoría acuerda, no por disciplina estatutaria, sino por una autodisciplina racional, se puede estar digna y honestamente, contribuyendo al gran río de la lucha por nuestros objetivos.

Desde el viejo pensamiento libertario, verdadera vacuna antiburocrática, hasta el pensamiento trostkista y eurocomunista caben en el PSOE, pues con repasar la historia del mismo queda más que confirmado que nació con esa vocación, y algunos estamos dispuestos a luchar, aunque perdamos, porque esa tradición no se pierda.

A no ser que todos queramos ser secretarios generales, aun a costa de serlo como fruto de la confusión y anteponiendo, incluso, lealtades personales a la firmeza de los principios.

El PSOE es hoy una gran ocasión para el movimiento obrero de nuestro país, también, aunque no sólo por su respaldo electoral, y pese a que tenga los lógicos defectos de cualquier colectivo, que siempre estará en un permanente proceso de búsqueda de su coherencia y perfeccionamiento.

Reforzar por la izquierda

Por su derecha se han encargado, algunos, de desvirtuarlo, y a algunos nos gustaría que se reforzara bastante más por su izquierda, pues hay que encontrar esa amplia zona de coincidencias que se refleja en las resoluciones de nuestros congresos para que una ocasión de cambio real de estructuras y arrinconamiento de privilegios no se esterilice por infantilismos que no puede entender la mayoría de la sociedad, y que conducen, en beneficio de la derecha, a la debilidad de uno de los principales instrumentos de la clase obrera.

Que nadie vea en esta simple aclaración ninguna condena, sino más bien una llamada a la reflexión, con ese sentido de humilde perspectiva histórica, pues la rnayoría natural de este país, la verdadera mayoría social, la de los no parásitos, la de los trabajadores, de toda clase, es la única que dernocráticamente puede ir haciendo realidad un auténtico cambio, pero para ello debe insistir, cida día más, en fortalecer sus partidos y no en debilitarlos; en transformarlos pacientemente no darido nunca la batalla por perdida, y recordar que siempre es preferible ser pelo de la cola del león que cabeza de ratón.

es diputado del PSOE por Cáceres.

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