Un joven inmigrante muere ahogado a 100 metros de la costa de Tenerife
Los agentes de la Guardia Civil que asistieron a los 41 varones adultos subsaharianos desembarcados la madrugada del sábado en la costa sur de Tenerife (la primera de las cinco barcas llegadas ayer a las islas) se quedaron atónitos cuando uno de los africanos, envuelto en una manta y sorbiendo un zumo de frutas, les dijo en un perfecto español si tenían pilas nuevas "para escuchar la música del MP3". Segundos antes, un joven de 19 años natural de Gambia que había viajado con ellos en el mismo cayuco al menos durante cinco días, moría a unos cien metros de la costa, después de haberse lanzado al mar.
La embarcación se acercó a la isla aún de noche, sin distintivos luminosos. Las fuerzas de seguridad los encontró de casualidad, cuando la mitad de la expedición ya había descendido a la pedregosa Playa de San Blas, en San Miguel de Abona, en cuyo centro se levanta un quiosco de madera rodeado de arena y hamacas para los turistas.
La versión policial indica que la embarcación dejó en tierra a 39 varones y se alejó de la costa con dos adultos más, al estilo de lo que hacían hace cinco años los patrones magrebíes en Fuerteventura antes de que se instalara el blindaje electrónico. A pocos metros de la orilla, uno de los jóvenes cayó al mar. Los agentes se acercaron hasta el cayuco en una pequeña barca, se lanzaron al agua y rescataron el cuerpo, que se había hundido a varios metros de profundidad. Su compañero permaneció en su barca de fibra de vidrio y madera y fue devuelto a tierra.
El joven ahogado, el primer inmigrante que muere en una playa de Tenerife, no respondió a las maniobras de reanimación efectuados por sanitarios del Servicio de Urgencias Canario. Era una noche "fría y despejada, sin temporal en el mar", informaron los servicios de rescate. Cinco horas después llegaba otro cayuco a la costa de Los Cristianos, con 46 inmigrantes, dos de ellos menores de edad. Otras dos embarcaciones llegaban ayer a la isla de Gran Canaria, con un total de 80 subsaharianos, en una de las cuales iba un grupo de cinco niños con edades entre 14 y 16 años.
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