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La batalla por el control de Caja Madrid

La lucha por el PP se libra en Caja Madrid

Rajoy está dispuesto a dar la batalla total para imponer su liderazgo frente a Aguirre

Carlos E. Cué

Al líder del PP no le gustan los órdagos. Ni apostar fuerte. Él siempre ha tendido a decir a todos lo que quieren oír, a no buscar enfrentamientos, lo que le ha provocado más de un problema en los últimos meses. Pero esta vez, según varias personas que han hablado con él en los últimos días, está dispuesto a llegar hasta el final para doblar el brazo de Aguirre y dejar muy claro que él es el jefe del PP.

Lo demostró el jueves, en una tensa reunión a media tarde en su despacho. Aguirre acudió allí para defender a su candidato para la presidencia de Caja Madrid: Ignacio González. Es su mano derecha, su amigo desde hace 20 años, el hombre fuerte del poder aguirrista. Pero Rajoy, de forma inesperada y virulenta, decidió vetarlo. Le dijo a Aguirre que bajo ningún concepto aceptará a González. El candidato que él propone, insistió, es Rodrigo Rato.

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El líder del PP se saltaba así todo su discurso público sobre la despolitización de las cajas -el vicepresidente económico de Aznar es un político puro que ya estaba con él y con Rajoy en la aventura de AP- con un objetivo mayor: impedir, con un candidato muy fuerte, que Aguirre gane la batalla definitiva y se haga con el control total del poder económico y político de Madrid, una región donde ya domina casi todas las esferas y que se ha convertido en un ente inexpugnable para el marianismo, que no hace allí ni siquiera actos políticos con tal de no coincidir con Aguirre.

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La presidenta se quedó descolocada. No esperaba, dicen los suyos, que Rajoy se atreviera a vetar a su candidato. Hasta ahora, el líder había dejado a todos los barones gobernantes, como Francisco Camps en Valencia, e incluso a los que están en la oposición, como Javier Arenas en Andalucía, que pusieran en las cajas a quien quisieran. Pero había otro elemento. Aguirre conoce, como todos en el PP, la enemistad personal de Rajoy con González. Desde que éste se atrevió a criticarlo con dureza en un Comité Ejecutivo, el líder le borró para siempre. Incluso lo echó de ese órgano, junto a otros críticos como Juan Costa, Gabriel Elorriaga o Carlos Aragonés.

Pero Aguirre también sabía que González había ido, antes y después del verano, al despacho de Rajoy para anunciarle su candidatura, para decirle que ya tenía cerrado un pacto con todos los sectores, incluidos los socialistas, parte de los sindicatos e Izquierda Unida, que le permitiría hacerse con el control de la entidad. Y Rajoy, según diversas fuentes del PP, le había dejado claro que él no vetaría a nadie, que lo pasado, pasado estaba.

Pero las cosas son ahora diferentes. Rajoy, según analizan varios dirigentes, vive momentos muy difíciles después del drama vivido en Valencia a cuenta del caso Gürtel y los engaños de Camps. No se puede permitir una segunda rebelión. Por eso, y según varios diputados por la enemistad que tiene con González, esta vez decidió apostar fuerte. Aguirre, descolocada, se negó en redondo a aceptar el veto de Rajoy, y las espadas quedaron en alto, a la espera de una nueva reunión.

En el PP todos los dirigentes consultados tienen claro que ésta no es una batalla cualquiera, es la guerra definitiva y puede acabar de manera muy virulenta. Rajoy tiene un mecanismo extremo para mostrar su poder, que alguien recordó cuando el conflicto con Valencia: los estatutos le permiten destituir a cualquier presidente regional y montar una gestora, algo que de momento nadie plantea seriamente.

"Mariano va a por todas. No puede dejar que Esperanza le gane esta vez. Desde la presidencia de Caja Madrid, González haría mucho daño al marianismo. Tendría un enorme poder con empresas, con medios de comunicación, controlaría créditos e información muy relevantes en un momento complicadísimo. Es inasumible, una provocación", sentencia un marianista.

En la batalla, que tiene todos los ingredientes del drama político, están casi todos los protagonistas del presente, el pasado y del futuro del PP. Porque el candidato es Rato, otro gran rival interno de Rajoy, con el que compitió para suceder a Aznar. Cada vez que el líder tiene problemas, alguien se encarga de recordar que Rato habría sido un mejor candidato. Y el anuncio de que volvía a España, después de dejar a mitad de mandato el Fondo Monetario Internacional -algo que sentó muy mal en La Moncloa y que no parece haber olvidado el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero- causó una conmoción en el PP.

Rato ha hablado estos días con varias personas y todas le ven muy preocupado. Algunos temían incluso que tirara la toalla en su afán por presidir Caja Madrid, ya que él había dejado claro que quería llegar en un ambiente de consenso. Los que le conocen y le han escuchado en las últimas horas señalan que está muy molesto, porque el hecho de que su nombre sea puesto en discusión todos los días le está quemando como candidato, pero no tiene ninguna intención de renunciar a la pelea. "No entiende lo que está pasando. Creyó que sería mucho más fácil. Está preocupado por la imagen del partido. Pero no está dispuesto a tirar la toalla. Está desengañado con Esperanza, pero cree que Mariano lo arreglará", sentencia un ratista.

Rato se ha reencontrado con Rajoy, de quien estuvo muy distanciado, hasta el punto de que se dio por hecho que si el PP perdía las elecciones gallegas tenía preparado un gesto que abriera la puerta a su posible regreso. Y el líder le mantiene informado de todos los pasos. Sin embargo, según diversas fuentes, antes del verano, cuando el ex director del FMI le mostró a Rajoy su disponibilidad para ocupar la presidencia de Caja Madrid, se creó un cierto malestar porque el líder, como es habitual, no le dejó del todo claro si apostaría por él o no.

La crisis de Caja Madrid ha descolocado los cimientos del PP, incluso los de la oposición a Rajoy. Rato y Aguirre parecían aliados hasta hace bien poco. Ella recogió a muchos de los ratistas en su gobierno. De hecho se hablaba de un posible pacto entre ambos si la cosa se complicaba. Por eso ahora muchos aguirristas interpretan que Rajoy, con la jugada de Rato, ha querido desestabilizar definitivamente a su gran rival. "La estrategia de Rajoy siempre ha sido debilitar a sus rivales, enfrentarlos. Madrid era el territorio de Rodrigo, que controlaba totalmente el PP de Madrid hasta que dejó la política. Por eso Rajoy mete a Rodrigo como caballo de Troya contra Esperanza, pero en realidad no es su candidato", sentencia un aguirrista.

La idea de que Rato no es en realidad el candidato de Rajoy, a pesar de que es indiscutible que ha apostado por él con fuerza ante Aguirre, el pasado jueves, recorre el PP. Nadie se acaba de creer el reencuentro entre dos personajes tan distanciados. Por eso está muy instalada la idea de que Rajoy veta a González para impedir que salga, pero sabe que La Moncloa se moverá para vetar a Rato -aunque su poder es menor, porque el PP controla la asamblea de Caja Madrid- y así podrá entrar en liza el tercero en discordia, Luis De Guindos.

El que fuera secretario de Estado de Economía con Rato y director de Lehman Brothers en España ha colaborado estrechamente con Rajoy en los últimos años, es cercano al líder y tiene la ventaja de que está bien visto por Moncloa. El lunes, en la habitual reunión de maitines presidida por Zapatero, varios dirigentes concluyeron que, de los candidatos puestos encima de la mesa por el PP, De Guindos era el menos político -con serlo- y el más fácil de aceptar.

Moncloa no quiere a Rato porque se podría convertir en un contrapoder en plena crisis económica, y a González tampoco lo ve bien. Manuel Pizarro, otro posible candidato, hombre muy cercano a Aznar, tiene menos números porque no lo apoya Rajoy, de quien está muy distanciado, y tampoco Aguirre, de momento. Nadie descarta, en cualquier caso, que la batalla se complique y alguien se vea obligado a buscar una cuarta o quinta vía, personas con perfiles más técnicos.

Otro de los elementos centrales de la batalla, que cierra el círculo en el que está el presente, el pasado y el posible futuro del PP, es Alberto Ruiz-Gallardón. El alcalde se ha situado junto a Rajoy y enfrentado, cómo no, a su eterna enemiga, Aguirre, y a su mano derecha. Él también apuesta por Rato, y su papel ha sido fundamental para complicar las aspiraciones de González. Gallardón ha logrado paralizar el proceso electoral con un recurso judicial, lo que ha hecho que el candidato de Aguirre se siga quemando lentamente en público mientras la juez resuelve. Aún así, González también se vio con Gallardón hace pocos días, y aunque el alcalde dejó muy claro que él apostaba por Rato y apoyaba a Rajoy, se habló también de la posibilidad de que el ex vicepresidente económico sea finalmente vetado por Moncloa o no logre los acuerdos necesarios con los grupos pequeños.

En cualquier caso, Aguirre tiene todavía una gran baza para jugar. Caja Madrid no es un organismo cualquiera. Funciona con 320 miembros de una asamblea que votan una lista. Y los que tiene que votar son en su mayoría alcaldes o concejales fieles a la presidenta. Además, los aguirristas creen que Tomás Gómez resistirá las presiones de Moncloa y del PSOE y se mantendrá fiel al pacto que se selló en el despacho de Aguirre en julio. En él, se repartieron los puestos -al PSM le tocó una vicepresidencia, algo que no lograría con su exigua representación en la asamblea después de unas elecciones municipales desastrosas para la izquierda-. Están convencidos de que él, un líder con problemas internos, no se puede permitir el lujo de ser, de nuevo, desautorizado por su dirección nacional, lo que le dejaría definitivamente desarmado a poco más de un año de unas elecciones para las que no está aún claro si será el candidato. Los aguirristas pretenden así aprovechar las debilidades de todos para ganar la batalla. Pero esta vez no parece sencillo. Porque Rajoy ha ido en contra de su estilo, y parece dispuesto a todo. Lo único claro es que esta vez sólo puede ganar uno.

Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, en un foro de militantes del PP en Madrid, el pasado 25 de enero.
Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, en un foro de militantes del PP en Madrid, el pasado 25 de enero.EFE

Luis de Guindos

- El candidato propuesto por La Moncloa. Es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por CUNEF y miembro del Cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado. Tiene 49 años. Fue socio consejero de AB Asesores; director general (y después, secretario general) de Política Económica y Defensa de la Competencia y secretario de Estado de Economía con Rodrigo Rato entre 2002 y 2004. Tras abandonar el Gobierno, presidió la filial española de Lehman Brothers y actualmente es responsable de la división financiera de PriceWaterHouseCoopers. A pesar de haber formado parte del Gobierno de Aznar, es el candidato favorito de Moncloa, que valora su perfil técnico.

Rodrio Rato

El candidato propuesto por Rajoy. El ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y ex vicepresidente económico del Gobierno de José María Aznar reúne a juicio del líder del PP sobradas condiciones para el cargo: una indudable cualificación profesional en la gestión económica, y una gran experiencia política. Rato conoce bien el mundo de los negocios, dispone de buenos contactos internacionales y cuenta con la buena imagen que le dio dirigir la economía española en una fase de buenos resultados. En sus cargos políticos se distinguió por su talante liberal y su capacidad dialéctica para enfrentarse a los adversarios del PP. Fue uno de los tres dirigentes que barajó Aznar, junto a Rajoy y Mayor, para sucederle como candidato a presidente del Gobierno.

Ignacio González

El candidato de Esperanza Aguirre. De 49 años, es vicepresidente, consejero de cultura, deporte y portavoz del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Es la mano derecha de Esperanza Aguirre y su firme candidato a presidir Caja Madrid. Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid, no tiene experiencia financiera. Antes de llegar al Gobierno madrileño, estuvo al frente de la Delegación del Gobierno para la Inmigración y de la Secretaría de Estado de Administraciones Públicas. También ejerció como Subsecretario del Ministerio de Educación, cuando ese Departamento lo dirigió Esperanza Aguirre. No cuenta ni con el apoyo del líder del PP, Mariano Rajoy, ni con el de la dirección nacional del PSOE, ni con el del Banco de España. Dice que el alcalde le apoya: "Gallardón no me ha dicho que le parezca mal candidato".

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