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Reportaje:

"¡A por ellos, a matarlos!"

Una veintena de menores de Chiclana invade con palos y cadenas un campo de fútbol y hiere de gravedad a un jugador del equipo juvenil de Conil

Fernando J. Pérez

Los bomberos que ayer por la mañana jugaban, entre risas y sin meter la pierna, una pachanga en el campo de fútbol de El Fontanal, a las afueras de Chiclana de la Frontera (Cádiz), ignoraban que en ese mismo estadio municipal, apenas unas horas antes, una veintena de menores había protagonizado uno de los episodios de violencia más graves que se han vivido en un campo de fútbol en los últimos tiempos. Fue en el partido que enfrentó el domingo por la mañana a los juveniles del Chiclana C. F. contra el equipo del pueblo de al lado, el Conil C. F., y que acabó con un jugador y el preparador físico visitantes en el hospital y con otros seis menores contusionados.

El partido transcurría sin sorpresas. Los locales, quintos en la clasificación del grupo 1 de la liga preferente juvenil provincial, ganaban por 3-0 a los conileños, terceros por la cola y con un equipo formado casi exclusivamente por cadetes. En el minuto 55, el defensa central del Conil, Juan Román, de 16 años, acababa de enfundarse la camiseta amarilla y daba las primeras carreras por el césped.

El ataque tiene su origen en rencillas surgidas en la romería de Conil

Nadie había reparado que en lo alto del talud de hierba que sirve como grada, un grupo de unos 30 chicos y chicas se había ahorrado el euro de entrada que sirve para pagar al árbitro colándose en el estadio a través de un agujero en la tapia, vigilado únicamente por un pollino de una casa vecina al campo. Cuando Juan Román pasó corriendo delante de ellos, se desató el caos.

En una fracción de segundo, varios de estos jóvenes se colocaron pasamontañas, bragas militares y viseras. Armados con palos de golf, bates de béisbol, cadenas e incluso objetos punzantes que habían camuflado sin esfuerzo a través del muro, se abalanzaron sin piedad sobre el defensa del Conil y le machacaron sin piedad al grito de "¡A por ellos, a matarlos!". En pocos segundos, Juan yacía en el suelo sin sentido y con un chorro espantoso de sangre corriéndole por la cabeza.

La paliza siguió con el resto de los jugadores. "Estos cafres iban contra todo el que vieran de amarillo", afirma José Antonio Blanco (IU), concejal de Deportes de Chiclana (72.300 habitantes). El preparador físico del Conil, Daniel Peces, también fue víctima del ataque cuando saltó al campo para intentar ahuyentar a los agresores. Peces, de 31 años, sufrió un golpe en la cabeza que necesitó nueve puntos de sutura. Otro jugador también requirió puntos.

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Cuando a los pocos minutos los agresores huyeron saltando la tapia del estadio, la escena era terrible. El padre de Juan, que había bajado al césped, se llevaba a su hijo en coche al hospital Universitario de Puerto Real con ayuda del segundo entrenador de los cadetes. Fueron los 20 kilómetros más largos de su vida. "Yo creía que se iba a morir. Tenía una herida muy profunda en la cabeza y sangraba mucho", afirma el padre del joven. El jugador, alumno de 2º de ESO, fue llevado al hospital gaditano de Puerta del Mar, donde permanece en observación con una fisura en el cráneo y más de 15 puntos. El árbitro suspendió el encuentro.

A pesar de pertenecer a pueblos vecinos, el Chiclana y el Conil mantienen buenas relaciones. Tras el suceso, los presidentes local y visitante, Antonio Chaves y Pedro Pérez Seijo, acudieron juntos a la Comandancia de la Guardia Civil para denunciar el ataque. Los agentes del instituto armado han identificado al menos a cinco individuos, todos menores, que presuntamente participaron en la paliza. Según fuentes de la Guardia Civil, el ataque "tiene un origen extradeportivo". El edil de Deportes afirma que deriva "de una pelea entre bandas de jóvenes de los dos pueblos" durante la pasada romería de San Sebastián en Conil. El preparador visitante cree que los atacantes "no iban a por nadie en concreto".

El partido no tenía vigilancia porque en estas categorías juveniles sólo se pone si lo pide el árbitro. "Si hubiera que poner policías en cada partido que se disputa se acabaría el paro de toda España", dice el edil de Deportes. Esta temporada, cinco partidos han sido suspendidos en Andalucía por violencia.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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