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Del paisaje romántico al expresionismo abstracto

La Fundación March resume casi dos siglos de arte a través de 124 obras de 26 artistas, entre ellos Friedrich, Rothko o Kiefer

Frederic Edwin Church, <i>Iceberg flotante</i>, 1859.
Frederic Edwin Church, Iceberg flotante, 1859.

La Fundación Juan March abre hoy las puertas de un exposición realmente hermosa, que vincula el nacimiento de la abstracción pictórica con el espíritu del paisaje romántico. Casi dos siglos de arte resumidos en 124 obras de 26 artistas europeos y norteamericanos. Autores tan dispares como Caspar David Friedrich, Mark Rothko, y también de algunos europeos contemporáneos como Anselm Kiefer y Gerhard Richter muestran la infinita herencia de los románticos. La muestra permanecerá abierta hasta el 13 de enero.

"Queremos mostrar cómo el Romanticismo produjo un tipo de paisaje en donde ya se observa la disolución de las formas y que desembocará en la abstracción norteamericana", ha señalado Javier Gomá, director de la Fundación Juan March. "Con 150 años de diferencia podemos admirar los paralelismos entre estos diferentes autores", ha añadido. Inspirada en la propuesta que el historiador del arte Robert Rosenblum (EE UU,1927-2006) plasmó en su libro La pintura moderna y la tradición del romanticismo nórdico. De Friedrich a Rothko, la muestra, con la que la fundación abre la temporada, ofrece obras que permiten comprobar y disfrutar de la "verosimilitud plástica" del argumento desarrollado por el historiador.

Rosenblum planteó la conexión existente entre la tradición romántica del norte de Europa -desde El monje junto al mar de Caspar David Friedrich- hasta las pinturas creadas para lo que después se denominaría Capilla Rothko, ocupándose de toda la tradición pictórica del norte en la que se inscribían, además de los románticos alemanes, artistas como Turner, Constable, Van Gogh, Munch, Kandinsky, Mondrian, Klee, Nolde o Ernst, todos ellos presentes en la exposición.

La clave: lo sublime absoluto

Con obras procedentes de más de una veintena de museos europeos y americanos y de colecciones particulares, el recorrido se inicia con la presentación de tres paisajes a la sepia de Caspar David Friedrich que han sido calificados como los incunables del romanticismo alemán. Se trata de tres dibujos del primero de sus ciclos (1803) dedicados a Las estaciones del año. Primavera, Otoño e Invierno, perdidos desde 1935 y recientemente reencontrados, que solo se han exhibido en una pequeña exposición berlinesa que los mostró una vez restaurados.

Paisajes de otros autores pertenecientes a la "tradición nórdica" como Philip Otto Runge, Dahl, Oehme, Carl Gustav Carus, Carl Blechen, Turner, John Robert Cozens o John Constable, dan paso a los llamados "luministas" americanos del XIX, como Church, Cole, Heade o Bierstadt; y a autores que se encuentran en la transición del XIX al XX y en pleno siglo XX: Van Gogh, Mondrian, Munch, Nolde, Paul Klee, Kandinsky o Ernst, entre otros. Ponen fin a la exposición obras de las principales figuras del expresionismo abstracto norteamericano: Mark Rothko, Adolph Gottlieb, Barnett Newman, Jackson Pollock o Georgia O'Keefe, a los que se unen dibujos de dos artistas europeos contemporáneos -Anselm Kiefer y Gerhard Richter- en los que la pervivencia del paisajismo romántico es explícita y peculiar. Se trata de dos de los artistas vivos más cotizados con una gran conciencia de la tradición pictórica.

Aunque la muestra parte de las teorías desarrolladas por Rosemblum, en ella se pasa del plano del concepto académico "al plano de una percepción sensible a través de los cuadros", ha afirmado Gomá, para quien la tesis de la muestra es sencilla y se centra en una secuencia de cuadros en los que se puede ver cómo los románticos produjeron un tipo de paisaje que acabaría desembocando en el expresionismo americano. El concepto de lo sublime, ha afirmado el director, inspira el paisaje. "Existe una línea de continuidad clarísima entre el paisaje romántico y el expresionismo abstracto, lo sublime absoluto". Esta línea se inicia con los artistas nórdicos, continúa con los norteamericanos de la segunda mitad del siglo XIX, sigue con la transición a través de las vanguardias y llega "a la apoteosis de esa transición, que es la explosión sublime del expresionismo abstracto".

Thomas Cole, <i>El diablo arrojando al monje desde un precipicio</i>.
Thomas Cole, El diablo arrojando al monje desde un precipicio.
Marx Ernst, <i>Sol</i>.
Marx Ernst, Sol.

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