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SEXTO ANIVERSARIO DEL ACCIDENTE DEL YAK-42

¿Qué pasó con los objetos de las víctimas del Yak-42?

Familiares de los militares fallecidos sospechan que Defensa manipuló los ordenadores, cámaras y hasta un diario que les devolvieron y que ocultaron otras pertenencias que jamás les entregaron

"Turquía nos ha dado lo que nos ha dado ¡Esto es todo lo que hay!", zanjó el personal del Ministerio de Defensa ante las familias de las víctimas del Yak-42 que habían acudido a la base de Getafe a recoger las pertenencias de los suyos. La decepción fue enorme. No porque en las mesas dispuestas para que reconocieran sus pertenencias hubiese pocas cosas, sino porque no estaban las que ellos mismos habían podido reconocer como suyas en las imágenes que las televisiones emitieron desde el lugar del accidente.

Era 14 de julio de 2003; habían pasado casi dos meses de la tragedia y aquella decepción estaba a punto de convertirse en desconfianza y finalmente, en una angustiosa sospecha que dura hasta hoy, sexto aniversario de la tragedia.

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"En cuanto llegamos a Getafe nos dimos cuenta de que lo que Defensa había traído no tenía nada que ver con lo que habíamos visto por televisión: los petates de los nuestros apilados y custodiados por un soldado turco, ordenadores, fotografías familiares en el suelo... Nosotros incluso habíamos reconocido la mochila de mi padre, que era azul, en una foto de un diario turco. Pero nada de aquello estaba en aquellos lotes que nos había preparado Defensa: unos cuantos móviles, algunas cámaras, tres o cuatro llaves...", recuerda Manuel, hijo del comandante Antonio Novo.

Faltaban cosas, y eso les decepcionó. Pero además, en los objetos que sí estaban aquel día en la base de Getafe, no había rastro alguno de sus familiares. Estaban sus cámaras, intactas, pero no las fotos que habían hecho.

Había ordenadores, pero sin documentos, e incluso un diario personal con páginas arrancadas y eso les hizo desconfiar. "El diario de mi hermano tenía las páginas arrancadas de cuajo. No estaba quemado, lo que hubiera sido comprensible en el accidente. Solo faltaban las páginas", relata Antonio, hermano del fallecido sargento Francisco Alarcón.

"La cámara réflex de mi padre estaba intacta, pero sin funda, que es donde llevaba los carretes. Si hubiera ido sin funda en el accidente, estaría destrozada", indica Manuel Novo. "Luego, un compañero de mi padre nos dijo que llevaba también una digital. Primero, en Defensa nos dijeron que no estaba, luego, que sí, y nos mandaron la cámara por un lado y la tarjeta por el otro. Nos confirmaron que no tenía fotos, pero la llevamos a un laboratorio y el dependiente nos aseguró que era muy extraño porque se notaba que la cámara tenía fotos, aunque no se podían ver. Entonces la llevamos a la Guardia Civil y recuperaron 54 fotos, con fecha de borrado en julio de 2003, cuando aún la tenía el ministerio. Entre ellas, fotos del propio vuelo del Yak, y su misión en Kabul".

A Rosario Benítez, viuda del comandante veterinario José Antonio Fernández, también le entregaron la cámara sin una sola fotografía. Los militares que murieron aquel 26 de mayo de 2003 en Turquía llevaban cuatro meses de misión.

Defensa entregó a Belén la cámara de su hermano, el teniente Mario González y las fotos ya reveladas. "Entonces me sentó muy mal que las hubieran revelado porque las fotos son algo muy personal. Eran muy poquitas fotos. También nos dieron el ordenador, pero no pudimos recuperar nada de él. Se lo llevamos a un amigo informático y nos dijo que tenía un golpe muy raro. Siempre nos quedará la duda de si lo habían manipulado. Nos mintieron en tantas cosas....".

Pero entonces aún no lo sabían. Todo era muy raro, pero aún no era mentira. Luego descubrirían, con sus propios ojos, en el lugar del accidente, que Defensa no había "peinado" la zona para traer todos los objetos de las víctimas a casa, como les habían dicho, porque los propios familiares encontraron una esfera de reloj y un imán de la zona había recogido placas metálicas de las víctimas, objetos con los que supuestamente, habían identificado a los fallecidos. "Después nos enteramos de que no era cierto que la justicia turca obligara a enterrar los cuerpos con sus alianzas de boda, cadenas o medallas como la que yo le había regalado a mi hermano antes de irse de misión y que me había dado mi abuela", recuerda Belén. Tampoco sabían todavía, aquel día que salieron decepcionados de la base de Getafe, que habían enterrado y llorado a los muertos de otros.

Para recoger los objetos que sí habían visto en aquellas mesas, los militares exigieron a los familiares tickets de compra, facturas, por ejemplo, de una cámara comprada 10 años antes. Algunas pertenencias las sortearon. A la familia Novo le "tocó" una navaja suiza. "A mi padre le insistían para que se quedara una carta que no era de mi hermano porque no era su letra", recuerda Antonio Alarcón. El dinero que llevaban las víctimas, lo repartieron a partes iguales. En las mesas había ropa manchada de sangre, lo que indignó a Belén y toallas "nuevas, sin estrenar", que inquietaron a Granada, hermana del comandante fallecido José Manuel Ripollés.

Hoy sospechan que las mismas prisas que motivaron que se equivocaran en las identidades de sus familiares, los dejaran sin los objetos que llevaban consigo. "Borraron sus últimos cuatro meses de vida. En las cosas que llevaban estaba lo que habían vivido y nosotros nos habíamos perdido desde casa. Tampoco nos dieron los regalos, como una plancha antigua que mi padre me traía. Para nosotros eran tesoros y no los hemos podido recuperar", explica Manuel Novo. ¿por qué? Belén cree que "taparon una mentira con otra mentira". Antonio y Diego temen que quisieran borrar el rastro de miedo de los suyos antes de subirse a aquel avión. Muchos de ellos habían manifestado a sus familiares la poca seguridad de aquellos vuelos. Aunque eso se juzgará en otro juicio, el de las contrataciones, que aún no tiene fecha.

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