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UN INFORME QUE SIRVIÓ PARA EXCULPAR A UN ANARQUISTA | La trama del ácido bórico

Los peritos del ácido bórico negaron en 2000 toda relación de la sustancia con explosivos

Jorge A. Rodríguez

Los peritos Manuel Escribano e Isabel López, que han denunciado al juez Baltasar Garzón por supuesto trato vejatorio en el caso del ácido bórico, son los autores de otro análisis pericial de 2000, el 222-Q1-00, en el que aseguran y firman que dicha sustancia "no es explosiva ni incendiaria". Ese dato fue omitido de su borrador de informe en el que elucubraban con un vínculo entre ETA y el 11-M. Cuando Garzón les preguntó por qué no lo incluyeron, Escribano aseguró desconocer su propio informe, aunque recordó otros de ácido bórico de fechas parecidas para relacionar a ETA con el 11-M.

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La conclusión del informe 222-Q1-00, que ampliaba otro clasificado como 524-Q1-99 es clara: "El ácido bórico no es una sustancia explosiva ni incendiaria". Este informe sirvió de base para que la Audiencia de Madrid exculpara en febrero de 2004 al joven antisistema Iván M. G. del delito de tenencia de sustancias explosivas que el ministerio fiscal le imputaba. Sólo fue condenado a una multa de 45 euros por una falta de daños en grado de tentativa.

El informe ampliatorio fue firmado el 5 de abril de 2000 por Escribano y López Cidad. Los peritos analizaban una larga lista de muestras halladas en casa de Iván M., entre las que se encontraba el ácido bórico. La pericia fue encargada para determinar si en el artefacto incendiario que los jóvenes colocaron en una sucursal de Caja Madrid sita en la confluencia de las calles de Biarritz y Brescia, en el distrito madrileño de Salamanca, figuraba ácido bórico. La policía determinó que no figuraba, porque el artefacto estaba compuesto por "tres botellas de medio litro, con gasolina y papel higiénico".

Los peritos se limitaban en el informe a precisar qué sustancias eran las halladas en los domicilios de Iván y sus otros tres compinches y el uso al que se podía destinar. Pese a que algunas de las sustancias analizadas, como el ácido sulfúrico, sí han sido utilizadas en explosivo de ETA, en su informe ni citan esta coincidencia ni incluyen ninguna vinculación entre dicha organización y el juzgado. Las tres observaciones que hacen son meramente técnicas, sobre los cambios en la potencia de una sustancia explosiva en función de la carga, el peso, el confinamiento o la velocidad de explosión.

Informe ampliado

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La existencia de ese informe figura en los ordenadores de la Comisaría General de la Policía Científica, al igual que figura el número del informe que tuvo que ser ampliado (

el 524-Q1-99). Sin embargo, cuando Escribano, López Cidad y su compañero Pedro Manrique elaboraron su borrador sobre el ácido bórico hallado en la cocina de Hassan el Haski, dirigente del Grupo Islámico Combatiente Marroquí, incluyeron sólo el original y no la ampliación de 2000.

Así, gracias a que el ácido bórico se había hallado en casa de El Haski en 2004; en un piso franco de ETA en 2001 y en el domicilio de los antisistema en 1999, escribieron que eso era una muestra de que los tres hechos o sus autores estaban relacionados. La explicación es que seguramente en los tres casos habría sido usado para ocultar explosivos. Sólo eludieron incluir la citada ampliación de informe, justo la que decía que el ácido bórico no tenía utilidad explosiva.

El pasado 28 de septiembre, Garzón les preguntó a los peritos por ese informe ampliatorio y sobre por qué no lo habían incluido. Escribano aseguró "que lo desconocía" e incluso que "no sabía" si lo había hecho él mismo. Como colofón, y en contra de su propio estudio de 2000, Escribano aseguró al juez que el ácido bórico sí puede ser utilizado en bombas terroristas pese a admitir que nunca ha encontrado ácido bórico en artefactos explosivos

. López Cidad fue menos precisa. Cuando Garzón le preguntó por el informe ampliatorio, la perito dijo que entonces no sabía que sí puede utilizarse como conservante de explosivos y para evitar su detección por los perros especializados y que, en 2000, lo ignoraba. Fue cuando contestó que eso ya lo sabía cuando hizo el famoso informe falsificado, en marzo de 2005, aunque no precisó qué estudio o informe lo decía y aún se ignora. Sí contó que el 25 de septiembre, tres días antes de declarar ante Garzón, supo que podía usarse en artefactos pirotécnicos gracias a que un compañero sacó ese dato de Internet.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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